después del paréntesis

La vida

En los ámbitos más extremos, el ser se muestra, el ser se fortalece: la revalidación de lo que nos constituye y somos.

Los expertos ratifican lo difícil que resulta explicar la vida, desde su origen. Mas, por lo que se acredita, la complejidad del existir ha de sustanciarse. Lo que nos pone sobre aviso (en tanto no hemos descubierto otras zonas de privilegio) es lo que ocurre en la Tierra. Es un milagro eso que nos faculta. Si tal instancia no atendió a un acto de la voluntad de Dios, que, como proclaman ciertos ufólogos, fueron entidades extraterrestres quienes eligieron y facultaron genéticamente a una especie para generar lo que ahora somos, millares de seres, desde los microscópicos a los dinosaurios que fueron, y sujetos pensantes sobre las piedras de esta faz. A partir de la dicha conciencia los hombres interrogan. ¿Qué descubrimos? El tiempo, el transcurso faculta. Por eso el Barcelona que fue el mejor equipo del mundo, por el futuro resulta infame, del pavoroso ridículo de Anfield a la final de hace unos días. De lo cual se deduce que nada es eterno. Tal cosa acredita la suprema sustancia del acaecer. Por ejemplo, el famosísimo actor Mickey Rourke, símbolo sexual supremo y hoy preso de las aberrantes transformaciones estéticas. Eso se constata, el existir hasta el final de los días. Mas ocurre que cerrar el mundo particularmente no implica acabarlo como recurso. Por eso los que vivimos podemos contar la Edad Media, el Barroco… y convenimos ciencia ficción por lo que suponemos que vendrá. Luego, invocar la Creación, la obra más prodigiosa del que llamamos Dios, es consecuente, separar del absoluto lo que distingue y representa. De ahí la esencia que nos domina: si vida muerte, si muerte vida. “Dios es un grandísimo…”, me dijo en un paseo por La Laguna don Isaac de Vega; “hace que seamos conscientes de que nos vamos a morir”. Derribamos lo eterno; las cosas y los encuentros y los actos y las sensaciones y… ocupan el momento. Por eso podemos recordar, uno de los refugios más sublimes de la felicidad. ¿Ello aclara el enigma? Se pudo leer en un periódico de hace unos días. En la depresión del Danakil (Etiopía), en un ambiente volcánico que sube la temperatura del agua hasta más de cien grados y que devora los nutrientes, los investigadores han encontrado vida. Eso sí confirma el misterio, como acaso ocurra en los planetas remotos que exploraremos. No que se nos muera una planta sin saber por qué; que la energía late. En los ámbitos más extremos, el ser se muestra, el ser se fortalece: la revalidación de lo que nos constituye y somos.

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