tribuna

Balotaje, ya; por Arturo Trujillo

Para obtener nuestros votos, nos han aceptado todo lo que les hemos pedido”; “las ofertas que nos han hecho, son tentadoras”; “hay que elevar el precio del pacto”; “estamos abiertos a ceder, a transigir”… Estas son algunas de las muchas frases que hemos leído o escuchado durante los últimos días y que forman parte de la verborrea de nuestros representantes políticos. Por lo menos, de aquellos que están en disposición de poder pactar algo y negociar acuerdos postelectorales que les permitan gobernar en comunidades autónomas, islas y municipios. Sin el más mínimo pudor, convierten unas negociaciones políticas en un bochornoso mercadeo o, mejor dicho, en un mercado de trueque convertido en cambalache y en el que el número de votos es ofrecido a cambio de un mayor poder. Un lamentable espectáculo que, una vez más, nos viene a demostrar que, en España, de una vez, debería aplicarse el balotaje. O sea, instaurar la segunda vuelta electoral como una prioridad. Una simple pero muy importante modificación de la ley daría fin a este esperpento. Acabaría con espectáculos como los vividos en nuestra capital, Pamplona o Badalona, por ponerles algunos ejemplos. Porque luego ocurre lo que nadie quería que ocurriese, o sea, que nos gobiernen quienes no ganaron las elecciones, pero que sí consiguieron hacer una especie de pastiche político con otras formaciones, que luego les permite repartir cargos entre los conmilitones más fieles de las formaciones políticas que lo han conformado.

En el Ayuntamiento de Santa Cruz, Ciudadanos (Cs) ha ocasionado un importante revuelo político del que aún no sabemos si vamos a conocer la verdad. Y a lo mejor tengo que darle la razón a un viejo amigo, al que suelo prestar mucha atención cuando me habla de política. Me dice que, en su opinión, Ciudadanos (Cs) no es un partido político al uso, sino una franquicia cuyo presidente para Europa es el primer ministro francés, Emmanuel Macron y, para España, su alter ego, Albert Rivera. Y no le falta razón. Porque no sé si este joven político o político joven, que tanto monta, está bien asesorado. Según se desprende del equipo que tiene a su lado, Villegas, Girauta, Gutiérrez, Garicano… entre otros, nos hace pensar que sí. Que lo está. Pero la verdad es que da la impresión de que no los acepta. Que no quiere asumir esos asesoramientos, y que prefiere ir por libre. Que dice una cosa y a las pocas horas, la contraria. En fin, que tiene escasa credibilidad y que eso, en política, no gusta a nadie y, lo que aún es peor, se paga.

No quiero entrar en discusiones de si para el municipio chicharrero es bueno, o no, que CC lo deje de gobernar después de cuarenta años. Es posible que sí, que sea bueno para el municipio. Y aunque no estoy de acuerdo con las formas, lo cierto es que en las elecciones de 2015 Coalición Canaria (CC) no le permitió a Cristina Tavío asumir la alcaldía, a pesar de haber ganado las elecciones con novecientos votos más que los obtenidos por José Manuel Bermúdez. Y dice un refrán muy conocido que “donde las dan las toman”. Pero, en fin, todo esto no hubiese ocurrido si en España estuviese establecido el balotaje. Mientras tanto, si Dios no lo remedia, y creo que no lo hará porque Él no se mete en estos berenjenales, Patricia Hernández, con el apoyo de la coalición PSOE, Cs, IU y Juntas Podemos, dirigirá los destinos de los chicharreros durante los próximos cuatro años. Y, por nuestro bien, hay que desearle que tenga mucha suerte.

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