el charco hondo

Contra el reloj

Al gobierno de las flores se le acabó el verano. A quienes estos días están aterrizando o desembarcarán en solemnidades, despachos, oficialidades y rutinas, el verano se les terminó antes de empezar. A sus ojos, y a ojos de sus agendas, la primavera ha cedido el paso a un otoño prematuro. Con el otoño no llegará la moción de censura que evangelizó Teodoro García Egea, secretario general de este PP, pero a los recién nombrados les caerán encima las primeras hojas de la realidad, del día a día, de los problemas que la gestión de lo público lleva en su estómago. El otoño del gobierno de las flores fue ayer, es hoy, mañana. La ilusión de los pactos finalmente firmados o las ganas de empezar darán paso, pero ya, sin prórroga ni periodo de gracia, a los quebraderos de cabeza, a las cosas que no salen cómo o cuándo se quiere, a las insuficiencias o los despistes, a la lentitud, a esa sensación de que los asuntos no avanzan. Alunizar en la realidad es una maniobra compleja. Requiere fortaleza, paciencia y perseverancia, y también un tiempo que la opinión pública no concede. Y es ahí, en el tictac del reloj, donde el gobierno de las flores tendrá su talón de Aquiles. Ahí se localizará su punto débil. Ahí tendrá su flanco más vulnerable un Ejecutivo que ha generado unas expectativas que lo tendrán con la lengua fuera. A este Gobierno se le exigirá que el cambio se perciba antes del tiempo que los cambios necesitan para concretarse. Estos días las flores echan a andar, y lo hacen contra el tiempo, a contrarreloj, con el listón de exigencia más alto que los anteriores gobiernos porque se han comprometido a cambiar las cosas, nada más, y nada menos. En la calle se tiene la expectativa de que va a asomar u ocurrir algo diferente a lo anterior. En los hospitales, en los centros escolares, las oficinas del paro, de la dependencia o de la vivienda, en las carreteras y en las ventanillas la gente espera las primeras señales del cambio que se les prometió. El gobierno de las flores va a trabajar sintiendo en la nuca el aliento, pero no de la oposición sino de quienes, a pie de calle, va a exigirle que las cosas mejoren antes de que caiga el sol. El Gobierno de Ángel Víctor Torres nadará con el viento a favor pero con el tiempo en contra.

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