el charco hondo

Los jardineros del pacto

En el manual de instrucciones de los pactos de Gobierno siempre se indica, con mayúsculas, en negrita y subrayado, que el uso adecuado de los mismos exige contar con fontaneros solventes. Cuando los pactos desembarcan en los dolores del día a día (en sus discrepancias sobrevenidas, desajustes o catarros) son los fontaneros quienes desatascan y evitan que los males lleguen a mayores. Los líderes deben ocuparse de liderar, dejando que sean sus fontaneros los que allanen el camino para que las curvas parezcan rectas. En el caso del pacto de las flores, por razones obvias lo que necesitan son buenos jardineros, lugartenientes que conozcan bien las piezas de la sala de máquinas de la Administración, perfiles que sumen visión política y capacidad técnica, gente con conocimiento de causa, segundos con autoridad suficiente para reconducir los problemas antes de que tengan aspecto de problemas. Las dificultades que los firmantes están encontrando para cerrar la estructura del Gobierno no entra en el catalogo de los imprevisibles. Se veía venir que cuando aterrizaran en la letra pequeña del contrato, las flores, tan frágiles como exigentes, pasarían de la adolescencia de la presentación a la mayoría de edad del reparto de las áreas. A este pacto no le va a bastar con fontaneros. Va a necesitar jardineros, y de los buenos. El Gobierno de Ángel Víctor Torres deberá contar con segundos que pongan el acuerdo alcanzado a salvo de los cinco errores que no se deben cometer cuando se riegan las plantas o se gestiona internamente un pacto: tratar a todos como iguales, olvidarse de regar cuando toca o regar siempre con idéntica frecuencia, pasarse con el riego o equivocarse con el drenaje en el funcionamiento diario de los asuntos de gobierno. Mala cosa será que el reparto de áreas deje heridas, por insignificantes que puedan parecer o creyendo que bastará con maquillarlas para que no se note. Un pacto, y qué decir si es a cuatro, no puede echar a andar con sus partes sintiéndose incómodas o insuficientemente cómodas. Sin esperar a que el Gobierno canario se constituya, días atrás el secretario general del PP profetizó una moción de censura allá por otoño. No será el PP, ni desde luego Teodoro García Egea, el que marchite estas flores. Si el pacto naciente se seca no será por iniciativa de otros, sino porque sus firmantes han suspendido en jardinería.

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