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Paulino Rivero: “Los responsables del descalabro de CC han sido Fernando Clavijo, Carlos Alonso y Ana Oramas”

El exdirigente nacionalista y exjefe del Ejecutivo regional rompe en DIARIO DE AVISOS un silencio de cuatro años tras retirarse de la política
Paulino Rivero. Sergio Méndez
Paulino Rivero. Sergio Méndez
Paulino Rivero. Sergio Méndez

Paulino Rivero rompe un silencio de cuatro años. Esta es la primera entrevista que concede desde su retirada en 2015. Nació en El Sauzal en 1952. Hizo Magisterio, pero la docencia no era su vocación, sino la política. Procede de una familia humilde y hoy es responsable de relaciones institucionales de la Naviera Armas (la primera de España, tras adquirir Trasmediterránea), con una flota de 40 barcos. 12 años diputado en el Congreso, presidió la Comisión del 11-M. con un rigor que le valió el reconocimiento de todos los partidos de la Cámara. Nada menos que 28 años alcalde de su pueblo. 13 años consejero del Cabildo tinerfeño. 12 años presidente -el primero- de Coalición Canaria, tras la reunificación. Y 8 años presidente del Gobierno de Canarias, la persona que más tiempo ha permanecido en el cargo en la historia de la autonomía. Una biografía rica y una entrevista difícil.

Paulino se resistía a almorzar conmigo en Los Limoneros para someterse a un cuestionario, que no era tal sino una conversación de viejos amigos. Pero sustanciosa, ya lo verán. Gobernó CC con el palo y la zanahoria, pero con él nadie se movía, porque no salía en la foto. El 12 de septiembre de 2014, los suyos le dieron un golpe de Estado, sobre todo comprando a miembros venezolanos del Consejo Político. Colocaron en su lugar al jovencito Frankenstein, a Fernando Clavijo, que probablemente ha acabado con Coalición Canaria. Ya es abuelo, gracias a su hijo Samuel, abogado, y a su nuera, funcionaria del Banco de España, que viven en Madrid. Su hija Paloma, en Argentina. Su esposa, Ángela Mena, también ha dejado la política.

-Después de lo que ha pasado, ¿te apetece volver para arreglar el descalabro?
“No, ya no tengo ganas”.

-¿Y ves a alguien capaz de hacerlo?
“Tampoco. A Coalición Canaria hay pocos que le hagan caso. Y sus dirigentes ni siquiera han tenido en cuenta a la cantidad de gente que se queda fuera, sin cargos. Ellos y sus familias van a sufrir mucho en el futuro. Pero lo más grave es lo que le han hecho a la sociedad canaria”.

-Paulino, algo falla aquí. Más votos y desastre total.
“Estoy de acuerdo contigo. ¿Cómo se ha podido producir este desastre del partido con 137.000 votos? Me parece incomprensible, todavía no me lo creo”.

-Los responsables tendrán nombres y apellidos, ¿no?
“Sí, claro. Toma nota: Fernando Clavijo, Carlos Alonso y Ana Oramas. A ellos tienen que pedirle responsabilidades los votantes y militantes, si es que queda alguien para pedir responsabilidades”.

-Cuatro años son muchos años. Y si la gente se olvida de CC, desaparecerá.
“En cuatro años la gente es muy capaz de olvidarse de un partido que no gobierna, efectivamente”.

-¿Qué fue lo que falló?
“Pues un mal manejo de los tiempos y la nula generosidad de Clavijo. Si se empieza a negociar con parte de los que hoy forman Gobierno, al día siguiente de las elecciones, Ciudadanos, Nueva Canarias y Casimiro no se habrían ido al otro lado. Pero a Clavijo lo que le interesaba era su futuro, no el del partido. El tiempo pasó y todo se fue al garete porque los demás sí fueron capaces de reaccionar”.

-Y si hubiera habido acuerdo para el Gobierno de Canarias, no habrían caído -para ustedes- ni el Ayuntamiento de Santa Cruz ni el Cabildo de Tenerife.
“No, se habría perdido únicamente La Laguna y se habría podido mantener el mismo pacto de gobierno, con los votos necesarios, en Santa Cruz y en el Cabildo de Tenerife”.

-¿En qué se equivocó Clavijo?
“Ya te lo he dicho. Pero es que, además, se dedicaron a subsidiar durante toda la legislatura a medios de comunicación, a los afines; y a los demás, no. Y los perjudicados no se lo perdonaron. Intentaron hundir a sus enemigos en los medios y la soberbia es mala en política. Y lo han pagado, Clavijo y Carlos Alonso sobre todo”.

-¿Hubo traición de Casimiro Curbelo?
“No, ni mucho menos. Casimiro quería pactar el Gobierno con CC. Pero esperaron tanto, le dieron tantas vueltas que él esperó y esperó y al final tuvo que reaccionar, al ver los dimes y diretes y las contradicciones tanto de CC como del PP. Jugó finalmente a caballo ganador porque era lo más seguro para su isla. Repito que CC perdió su centro estratégico, negociando tarde y mal”.

-¿Y qué pasó con Ana Oramas en Madrid? Tampoco fue nada clara. Más bien errática.
“Otra que se equivocó. Yo no sé si motu proprio o por consejo de alguien del partido, Oramas no quiso darle, de entrada, los dos votos de Coalición en el Congreso a Sánchez. Y metió la pata. Porque enemistó al PSOE con los nacionalistas y no se pudieron negociar las instituciones canarias, tampoco desde Madrid”.

(Me había dicho que no le apetecía hablar mucho de política, el día anterior al de la entrevista. Pero se ha lanzado. Me ha dado, y me dará algunos titulares, pero le pido uno, contundente. Y me dice: “El pueblo sí respondió al nacionalismo, pero los dirigentes de CC no han estado a la altura de las circunstancias”).

-¿Había muchas posibilidades de seguir en el poder?
“Había varias, pero se cegaron los negociadores. Estaba la del PP, por supuesto, pero también estaba la de Ciudadanos, la de Nueva Canarias, la de la Agrupación Socialista Gomera. En el 2016 habían humillado al PSOE, que no perdona. Y se las han cobrado”.

-Lo de Madrid, tras las generales, también fue un disparate.
“Nuestros dos diputados valían oro en un Congreso tan plural y dividido. No hicieron nada, sólo divagaron, sin tener ni una sola idea clara”.

-¿Es CC un partido difícil de llevar?
“CC es un mundo; cada isla es un mundo. Y la defensa de Canarias no está reñida con el principio de autoridad que debe tener el presidente. En mis tiempos apostamos por una política social, por la sanidad, por el no al petróleo, por la protección del territorio. ¿Por qué han apostado los que me sucedieron? Por nada. Es cierto que el número de votos demuestra que hay una base, pero lo que no existen son dirigentes leales que hagan posible la ejecución de los programas”.

-¿Te acuerdas de aquel 12 de septiembre?
“Claro que me acuerdo”.

-¿Y no quieres denunciar a los traidores?
“Ya he dicho que hay tres responsables del desastre de CC: Clavijo, Carlos Alonso y Ana Oramas. Pero yo no denuncio nada, simplemente expongo mi opinión”.

-Los tres seguirán viviendo calentitos.
“Bueno, Clavijo enfrentándose a sus cuestiones judiciales y en el Parlamento, no tan calentito; Carlos Alonso se irá a Bruselas, no creo que aguante la oposición, con el rabo entre las piernas; y Oramas estará en Madrid hasta que se convoquen las elecciones generales. Entonces es posible que ni siquiera salga elegida diputada”.

-¿Y te alegras?
“No, claro que no. Yo no soy nada rencoroso y sí soy un nacionalista convencido. Tengo ahora una vida fuera de la política y me va bien, pero mucha gente, entre ella yo mismo, se ha dejado la piel en este proyecto para que lo hayan tirado por la borda”.
(Paulino Rivero es directivo, como hemos dicho, de la Naviera Armas y trabaja, de forma autónoma, para algunos fondos de inversión. Su esposa, Ángela Mena, también ha pasado a la esfera privada. Y le va bien).

-¿Fueron entonces los tres mosqueteros los principales artífices de tu defenestración?
“Sí, ellos y Ricardo Melchior y algunos grandes empresarios de las islas, de forma muy activa y siendo conniventes. No les interesaba ni una política social, ni la protección del territorio, ni nuestra oposición a las prospecciones petrolíferas, ni nuestra vocación de servicio a las islas. Tampoco les interesaba, por lo que se ve, una Canarias solidaria”.

-¿Y Barragán?
“Barragán es un mandado. Él hace lo que le dicen”.

-Dirigentes de CC le echan la culpa a los demás partidos de su descalabro. Entre ellos, el propio Clavijo.
“No, la culpa es de los prebostes de CC que fallaron en la gestión de los acuerdos. Que no le den más vueltas. Pero la alternancia es buena y, como se ve, no siempre está ligada a la obtención de buenos resultados”.

-En este momento, ¿te acuerdas de algunos de los forjadores de CC?
“Claro que sí. Te voy a dar dos nombres. No, ninguno es de esos que podíamos llamar grandes nombres. Me acuerdo de Manolo Martín Luis, que se partió la cara por el nacionalismo. Y de Victoriano Ríos, que era un nacionalista convencido, un verdadero padre de nuestra autonomía. Con Manolo Martín Luis echamos a Segura del Cabildo. Y con Victoriano le dimos contenido al nacionalismo canario”.

-¿De verdad que no hay nadie que pueda liderar una CC renovada?
“No, porque no veo que Juan-Manuel García Ramos quiera dar el paso. Se tiene que arriesgar y su partido debería proponerlo. El PNC está dentro, aunque sólo sea a efectos electorales. Pero no da el paso. Y, además, a lo peor tampoco le hacen caso. Por ejemplo, Linares; es el secretario de Organización y parece como si fuera un mojón. Mandan tres y mandan mal, ahí los tienes”.

-Habrá cumbre nacionalista.
“Sí, la idea salió de una comida entre Juan-Manuel García Ramos y yo. Pero estaba previsto aplazarla un poco. Bien, se ha adelantado, pero a ver qué sale de esa convocatoria”.

-Incluso han perdido peso en el Estado, Paulino. Quién lo iba a decir.
“Oramas ha sido muy torpe. Ya te digo que no sé si porque ella tomó decisiones equivocadas o se las dieron desde aquí. Lo cierto es que se equivocó de plano. Si hubiera habido actitud receptiva hacia el PSOE tampoco habríamos perdido cabildos y ayuntamientos en Canarias. Y si Clavijo hubiera sido más generoso, y se hubiese apartado de la carrera hacia la presidencia, Ciudadanos no lo hubiese vetado por sus imputaciones judiciales. Han sido muy, pero que muy torpes”.

(Bueno, no se le puede pedir más valentía a este hombre, al que lo descabalgaron de la presidencia de mala manera. Con él se acabó Coalición Canaria. Ya saben cómo lo echaron: comprando votos a venezolanos en el Consejo Político, clavándole puñales por la espalda, prometiéndole respaldos que nunca se sustanciaron. Ahora él se ríe y los otros lloran. La vida sigue, pero no es igual).

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