en la frontera

Pensamiento abierto (y II)

Hoy debemos superar, si es posible, el ambiente en el que se desarrollan las ideologías cerradas: la lucha por la consecución de determinadas cuotas en el mercado ideológico. Es decir, la confrontación ideológica es, en primer lugar y sobre todo, captación de ideas, pero no enfrentamiento ideológico, con lo que ello supone de entender la concepción de ideas como instrumento de poder, sino de diálogo, siempre abierto al entendimiento, que, ciertamente, puede llegar o no.

El pensamiento abierto, plural, dinámico y complementario es necesariamente un pensamiento más complejo, más profundo, más rico, en análisis, matizaciones, supuestos y, por supuesto, aproximaciones a lo real. Es más, esta modalidad de pensamiento lleva a un enriquecimiento del discurso democrático. Si el pensamiento único, estático e ideológico prevalece, como ocurre entre nosotros, el discurso político se repliega, se cierra y se concibe como un instrumento de poder, de dominación que aplasta la pluralidad y la apertura connatural a la democracia. La apertura del pensamiento político a la realidad reclama un notorio esfuerzo de transmisión, de clarificación, de matización, de información, un esfuerzo que puede calificarse de auténtico ejercicio de pedagogía política que, por cuanto abre campos al pensamiento, los abre asimismo a la libertad.

Hoy en España, insisto, necesitamos volver a recordar la centralidad de la persona, de sus libertades. Necesitamos recordar, siempre que sea necesario, que el poder se justifica en la medida en que facilita el bienestar integral de las personas, del pueblo. Algo que hoy brilla por su ausencia sencillamente porque quienes nos gobiernan parece que solo piensan en conservar a toda costa el poder.
Los postulados del pensamiento abierto, plural, dinámico y compatible nos invitan hoy a reivindicar que el poder político cumpla el papel que le corresponde y que deje de manipular el espacio público excluyendo todo lo que impida su modelo de dominación social. La educación libre y plural es una forma de romper ese modelo y hoy comprobamos cómo se intenta inculcar un único modelo educativo. Por eso, la lucha por la libertad sigue siendo una prioridad en la que librar una gran batalla cívica. Nada menos que nos jugamos la libertad de las próximas generaciones.

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