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¿Por qué Trump quiere comprar Groenlandia? Punto estratégico que resurge con el calentamiento global

Los principales impulsores económicos de Groenlandia son la pesca y el turismo, pero la isla ha generado un interés creciente debido a sus vastos recursos naturales, como el carbón, el zinc y el cobre, entre otros
Groenlandia / El Español

El presidente Donald Trump ha planteado la idea de comprar Groenlandia varias veces. La primera ministra danesa, Mette Frederiksen, la calificó de “absurda” y, como era de esperar, su respuesta desencadenó una especie de disputa diplomática ante un presidente poco acostumbrado a que le lleven la contraria. Sin embargo, el interés de Trump en Groenlandia es solo el último indicio de la creciente importancia geopolítica de la isla, que está de forma creciente llamando la atención de China. El valor estratégico de Groenlandia está estrechamente vinculado a las nuevas rutas marítimas del Atlántico Norte que se abren debido al derretimiento de los casquetes polares, reduciendo drásticamente la duración de viajes marítimos, que generalmente implican atravesar los canales de Panamá o Suez para circunnavegar el mundo.

Los principales impulsores económicos de Groenlandia son la pesca y el turismo, pero la isla ha generado un interés creciente debido a sus vastos recursos naturales, como el carbón, el zinc y el cobre, entre otros.  China, que se ve envuelta en una batalla comercial con los Estados Unidos, ya había mostrado interés en desarrollar una Ruta de la seda polar a través de las rutas marítimas del Atlántico Norte y la posibilidad de reforzar su presencia militar. Además, China propuso construir nuevos aeropuertos e instalaciones mineras en Groenlandia en 2018, pero retiró su oferta.

Groenlandia también se encuentra en una ubicación privilegiada para las fuerzas militares estadounidenses, ya que Estados Unidos y Groenlandia tienen acuerdos desde la Segunda Guerra Mundial para albergar los activos de defensa en la isla. La Administración de Trump no es la primera en mostrar interés en la compra de la isla. El presidente Harry Truman expresó su deseo de adquirir la isla en 1946 por 100 millones de dólares en oro, y los intentos anteriores de comprarla se remontan a 1867.
Si bien las naciones más poderosas del mundo están buscando ganar una ventaja en las regiones del Atlántico Norte y el Ártico, los expertos advierten del impacto ecológico y social que podría ocasionar en el área.

¿Puede Dinamarca vender Groenlandia?

Donald Trump no es el primer presidente de Estados Unidos que hace una oferta para comprar Groenlandia a Dinamarca, pero podría ser el último. Groenlandia es el hogar de unas 56.000 personas y alrededor del 80% del territorio está cubierto de hielo. Groenlandia está culturalmente conectada a Europa, pero fisiográficamente es una parte del continente americano.

Estados Unidos ya ha comprado en los helados territorios del norte: En 1867 compró Alaska por 7.200 millones de dólares a Rusia que había establecido asentamientos allí a fines del siglo XVIII. Al igual que ahora, no se consultó a los pueblos indígenas locales con respecto a la transacción. Estados Unidos ha comprado con éxito tierras de otros países europeos, incluidos más de dos millones de kilómetros cuadrados de América del Norte de Francia en 1803, en la compra de Luisiana por 15 millones de dólares.

Estados Unidos también ha adquirido colonias danesas antes. En 1917, Dinamarca vendió las Indias Occidentales Danesas por 25 millones de dólares, que los estadounidenses rápidamente cambiaron de nombre a Islas Vírgenes.

En este caso, Trump cree que simplemente puede comprar Groenlandia a Dinamarca. Esto es imposible, aunque el error es quizás fácil de cometer para alguien con una mentalidad de la época colonial y solo una familiaridad pasajera con la región.

Durante los últimos dos siglos, Groenlandia había sido predominantemente una colonia danesa, pero en 1953, después de un referéndum provocado por la incomodidad danesa con la supervisión de las Naciones Unidas de la relación entre Dinamarca y Groenlandia, la isla se incorporó formalmente al Reino de Dinamarca como un territorio autónomo sin consultar con los groenlandeses. Estos continuaron luchando por el reconocimiento político y la autonomía de sus antiguos colonizadores.
La Ley de Autonomía de Groenlandia en 1979 fue un paso hacia ese objetivo, estableciendo el propio parlamento de Groenlandia y una mayor soberanía.

En 2008, el país organizó un referéndum para apoyar u oponerse a la Ley de Autogobierno de Groenlandia. Al aprobarse con el 75% de los votos, se declaró que los groenlandeses son personas distintas dentro del Reino danés. Políticamente, esto colocó al Parlamento groenlandés en igualdad de condiciones con el Parlamento danés, aunque esta relación no siempre es fácil. Algunos aspectos de la política de Groenlandia todavía están bajo control danés, como la política exterior, la seguridad y los acuerdos internacionales. Pero según las leyes actuales, los groenlandeses tienen derecho a la autodeterminación, y cualquier acuerdo para comprar Groenlandia debe ser acordado por los groenlandeses.

Por esa razón, la primera ministra de Dinamarca, Mette Frederiksen, rechazó las afirmaciones de Trump de que Dinamarca es esencialmente propietaria de Groenlandia, afirmando que “Groenlandia es groenlandesa”.

Kim Kilesen, primer ministro de Groenlandia, declaró firmemente que Groenlandia no está a la venta, y si lo estuviera, habría que preguntarle a él y no a Dinamarca.

Reacciones a la propuesta de compra y posterior rechazo

El presidente de los Estados Unidos calificó a la líder danesa de “desagradable” después de que esta rechazara su idea de comprar Groenlandia y pospuso sus planes previos de viajar a Dinamarca. La reina Margarita II había invitado a Trump a visitar el país el 2 de septiembre, y la noticia de su cancelación sorprendió a la nación escandinava.

¿Qué dijo el presidente de los Estados Unidos?

En declaraciones a los periodistas en el jardín de la Casa Blanca, Trump se ofendió por los comentarios de Frederiksen. El mandatario considera inapropiado que la primera ministra haya calificado la idea como absurda y añadió en su habitual tono de bully : “Ella no me está hablando a mí. Le está hablando a los Estados Unidos de América. Usted no le habla a los Estados Unidos de esa manera, al menos mientras yo sea presidente”.

¿Qué dijo la primera ministra danesa?

Frederiksen reiteró que Groenlandia no se podía comprar y manifestó a los periodistas que la idea de vender la isla ártica rica en recursos había sido “claramente rechazada” por su líder, Kim Kielsen, “una posición que comparto, por supuesto”.
Frederiksen también señaló que la visita del presidente estadounidense habría sido una “oportunidad para celebrar la estrecha relación de Dinamarca con los Estados Unidos” y que “esto no cambia el carácter de nuestras buenas relaciones, vamos a continuar nuestro diálogo sobre cómo podemos hacer frente a los retos que enfrentamos, la invitación al Sr. Trump sigue abierta”.

¿Cómo han reaccionado los daneses?

La cancelación fue descrita como una “farsa” por el líder del populista Partido Popular Danés, Kristian Thulesen Dahl. “¿Pero, qué está pensando este hombre?”. El parlamentario conservador danés Rasmus Jarlov acusó a Trump de no respetar a su país. El excanciller Kristian Jensen dijo que la medida de Trump había resultado en un “caos total”.  Una portavoz de la izquierda Alianza Rojo-Verde, Pernille Skipper, dijo que “Trump vive en otro planeta”. Pia Kjaersgaard, expresidenta populista del Parlamento danés, dijo que Trump mostró un “comportamiento grosero con el pueblo danés y la reina que lo invitó”.

¿Qué podemos esperar?

A Trump no le gusta que le contradigan y ha probado ser un rival rencoroso, aun así, lo más probable es que la relación termine por arreglarse entre ambos países, posiblemente gracias a la paciencia que el país europeo pueda mostrar ante el infantilismo de Trump y sus reacciones. Sin embargo, es de esperar que la conversación sobre la compra de Groenlandia prosiga a otro nivel, esta vez preguntando a los groenlandeses su opinión y quizás llegando a un acuerdo que pueda llegar a sorprender a más de uno. Las presiones a las que se verá sometida Groenlandia por parte de Estados Unidos, China e incluso Rusia son, después de todo, un efecto más que añadir al calentamiento global, ya sea en términos ecológicos o en la esfera de la lucha por la hegemonía geopolítica.

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