política

La ‘fotocrónica’ de Santiago Pérez

Envuelto entre papeles, reuniones y consultas jurídicas, el veterano político y profesor universitario ejerce, tras el cambio provocado por el 26-M, de concejal de Ordenación del Territorio de La Laguna, sin apenas tiempo para leer y debatir ideas

Ser concejal de Urbanismo de La Laguna tiene su aquello, 25 años después de que ATI-AIC rompiera el pacto por el que iba a serlo entonces. Mi vida ha cambiado desde la primavera de este Año del Cambio. He pasado de ser un profesor universitario jubilado que se gobernaba solo, a estar amarrado a una Gerencia sin gerente, que es como una barca sin remos.Por fortuna, la Gerencia dispone de un gran activo: un plantel de gente joven y muy cualificada. No me resulta nada difícil la relación con ellos, y, al desechar de un plumazo la caricatura que el Régimen me había ido haciendo durante largos años de oposición, creo que a ellos tampoco trabajar conmigo. Es otra perspectiva del urbanismo.

Hasta ahora, me centraba desde la oposición en los grandes asuntos: clasificación de suelo, protección del suelo agrícola, infraestructuras viarias agobiantes impuestas desde el cabildo, resistencia frente a la Ley clavija del Suelo. Ahora, en los concretos: apoyar los proyectos que sean positivos para La Laguna y emprender un nuevo enfoque de la disciplina urbanística, para que no se escapen los grandes infractores y paguen sólo los pequeños. Es como la carrera de las liebres y las tortugas: los grandes y bien asesorados saben que la Administración va lenta y saben, también, que las infracciones más graves pueden serles rentables y, además, acabar consolidándose.

Aquí estaré echando una mano a Luis Yeray y al nuevo gobierno de La Laguna, mientras el cuerpo aguante. Un día sí y otro también presto asesoramiento a quienes me lo piden: compañeras y compañeras del Gobierno municipal o cargos públicos de otras instituciones. Es la parte buena de la experiencia y hace que me sienta útil.

Envuelto entre papeles, reuniones y consultas jurídicas, casi no tengo tiempo para leer sobre las cosas del Derecho, de la Historia o de las ideas políticas, que es lo que más me gusta; para andar por el monte rápido y silencioso, como si estuviera con el Daniel Day-Lewis de las primeras escenas de El último mohicano; o para jugar al baloncesto, porque, ya se sabe, el basket o la vida.

Ahora vuelven las elecciones. Votaré al PSOE. Estoy convencido de que el Estado de las Autonomías ha llegado hasta su propia frontera, que es la misma que la del federalismo contemporáneo. Más allá, lo que acecha es el viejo centralismo y autoritarismo de siempre. Que se está rearmando a la vista de todos. Los españoles nos volvemos a enfrentar a los mismos demonios de siempre. El PSOE -con sus luces y sus sombras- vuelve a ser la mejor opción en esta hora de España. Como se ve en las actuales circunstancias políticas, no me resulta fácil escribir sobre mis afanes cotidianos.

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