el charco hondo

Pompa de jabón

En el archipiélago imaginario, ese que los diputados autonómicos tienen en sus cabezas, ocurren cosas que en realidad no pasan. Plácidamente sentados en el interior de su parlamentaria pompa de jabón, creen que al otro lado de la burbuja más de dos millones de contribuyentes están pendientes de lo que sus señorías hacen o deshacen, dicen, desdicen o, llegado el caso, votan. No son conscientes de que al otro lado de la pompa la gente está a sus cosas, absolutamente desentendida de los días hábiles e inhábiles de los sonrientes habitantes de la Cámara, ajenos la inmensa mayoría de los vecinos a lo que se escucha o ronronea en pasillos, comisiones y plenos. Habitualmente acaban las legislaturas sin que en la calle se sepa responder a la pregunta de quién preside el Parlamento, luego, qué decir de los miembros de la Mesa o de los portavoces de los grupos. Sin embargo, los diputados siguen acampados en la distraída premisa de que sus actos o intervenciones tienen repercusión en cafeterías, oficinas o despedidas de soltero. Así se explica que, exhibiendo su enorme despiste, hayan acordado suspender las comisiones informativas y de negociación del presupuesto autonómico hasta después de las elecciones del 10 de noviembre; una decisión que, injustificable, justifican malamente argumentando que así se evita que los partidos utilicen con fines electorales los debates en comisión. Es lo que pasa cuando se cree protagonizar una película (esa que a diario se rueda en la calle) en la que los parlamentarios no aparecen siquiera en el reparto. ¿En serio?, ¿de verdad piensan que los debates en comisión tienen tanta repercusión al otro lado de la pompa de jabón? El acuerdo, éste sí por unanimidad, como suele ocurrir cuando deciden sus cosas de ellos, huele a repercusiones imaginarias; pero, sobre todo, suena a que suspendiendo las comisiones sus señorías quedan aún más liberadas, y así pueden dedicarse de sol a sol a cocinar los actos electorales que estos días se multiplican como setas. Ya están haciéndolo, pero suspendiendo las comisiones les quedan los días bien despejados (cobrados, eso sí) para dedicarse a las cosas del partido. El acuerdo no tiene un pase. Los parlamentarios lo saben, pero les da igual porque en la pompa de jabón la vida es así.

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