el charco hondo

La resistencia

A juicio de muchos medios de comunicación la violencia que la ultraderecha muestra en alguno de sus vídeos merece respuesta legal; entre otras razones porque, según dictamina la Ley General de la Comunicación Audiovisual, no pueden difundirse en franjas de máxima protección. Varias cadenas de televisión han tomado medidas contra uno de esos vídeos electorales, un relato audiovisual que, con la inmigración en el punto de mira, apoyan en un hilo conductor que se resume en una sucesión de agresiones, robos o palizas supuestamente protagonizadas por inmigrantes; imágenes que, sin identificar lugar, fecha o protagonistas, se acompañan con una intervención parlamentaria de Santiago Abascal en la que el candidato de Vox vincula el aumento de la delincuencia con la llegada de extranjeros. TVE lo ha vetado por considerarlo de extrema violencia. La Comisión Española de Ayuda al Refugiado, la Asociación Pro Derechos Humanos, Red Acoge y SOS Racismo pidieron a la Fiscalía General del Estado que investigue si la difusión de estos vídeos puede constituir un delito de odio tipificado en el Código Penal, considerando dichas entidades que se lanzan mensajes claramente xenófobos y discriminatorios, por culpabilizar a un colectivo determinado (en este punto, cabe recordar que en las elecciones de abril el candidato de Vox proclamó que deseaba despenalizar la incitación al odio). Fue Abascal quien en una entrevista -otras habrá, pero al menos en una- se preguntó, ¿quiénes son los autores de los asesinatos de mujeres este año?, ¿cuál es su procedencia?, ¿de qué nacionalidad son? El catálogo de ejemplos es casi infinito, y no solo referidos a la inmigración, también a colectivos que a la ultraderecha se le antojan incómodos. Obviamente, cuando Abascal asoma al prime time abunda en mensajes igualmente preocupantes pero algo rebajados o camuflados, truco que cuenta con la colaboración de quienes en las parrillas contribuyen al blanqueo o normalización de un discurso que está engordando el bicho (o la bicha) de la discriminación, del miedo al distinto o de la estigmatización de los de fuera. Quienes votarán a Vox -¿son conocedores de estos mensajes?, ¿los comparten?- merecen democrático respeto; pero también lo merecemos, faltaría más, aquellos que nos rebelamos públicamente ante el discurso de los que, acampados de poco a esta parte en la extrema derecha, nos quieren en un país en blanco y negro, asustado, en una sociedad intransigente, inmadura, acomplejada.

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