coronavirus

“Lo primero que harán los niños es abrazar a sus abuelos”

Mary, Antonio y sus hijos Lucas, de 13 años, y Jorge, de ocho, afrontan con resignación y “algo de nerviosismo” la cuarentena en su casa de Guamasa. “Ahora solo tenemos que hacer caso para que este bicho que te aleja de la gente nos llegue lo más tarde posible”
Antonio juega a la jenga con sus hijos a la hora de la merienda.DA
 Antonio juega a la jenga con sus hijos a la hora de la merienda.DA
Antonio juega a la jenga con sus hijos a la hora de la merienda.DA

“Hoy empezó a llover, volvió la neblina y todo parece más triste”, cuenta Mary desde su casa de Guamasa, donde permanece confinada, “un poco nerviosa”, con sus hijos, Lucas, de 13 años, y Jorge, de ocho, desde que la Consejería de Educación anunciara el jueves por la tarde el cierre de todos los colegios e institutos de las Islas. Antonio, su marido, madruga cada mañana a las seis para subirse al camión y repartir mercancía entre los grandes supermercados de la Isla, donde en estas fechas se ha visualizado la ansiedad colectiva en forma de colas.

Mary, empleada de la administración autonómica, que actualmente dispone de un permiso para ocuparse de los niños, reconoce que el fin de semana fue más llevadero que la jornada de ayer. “Hoy (lunes) el día se me ha hecho más largo”, afirma, aunque la vuelta a casa de Antonio, a media tarde, concede al reloj una marcha más. “Es el mejor momento del día, porque volvemos a juntarnos los cuatro y la sensación de alivio es la misma que sientes cuando hay una tormenta fuera y dices: menos mal que estamos todos en casita”.

Mary y Antonio se han propuesto en estos días de recogimiento obligatorio arreglar el pequeño huerto de la casa, donde tienen plantados dos guayaberos y un limonero. Esta crisis sanitaria y económica les ha abierto los ojos y ya se plantean sacarle más partido al “terrenito” con algún árbol frutal más.

La principal novedad ayer fue que Jorge, el benjamín de la familia, se metió en faena en la cocina y ayudó a su madre a pelar las papas para el almuerzo. “Es un novelero y se apunta a todo, y estos días está en su salsa”, explica Mary. Pero, a la hora de la siesta, a Jorge y a su hermano mayor le esperaba un cometido con menos alicientes que estrenar el nuevo pelador de la cocina, ver dibujos animados en la televisión, jugar a la oca, a la jenga o arreglar muñecos de playmóbil con su madre, actividades a las que han dedicado la mayor parte del tiempo estos días.

Por primera vez desde que empezó el confinamiento, a ambos les aguardaba la tarea del colegio. “Los dos notan la falta de roce con sus amigos y sus primos, y ayer me decía el mayor, que es muy consciente de lo que está pasando porque está todo el día con el ordenador y el teléfono móvil, que hacer la tarea era quedarse solo con lo malo del colegio, porque lo bueno es el contacto con sus compañeros”.

De Pe a Pa, el programa mañanero de Pepa Fernández en Radio Nacional, suena de fondo en la casa de Guamasa mientras Mary prepara la comida o pone alguna lavadora. “Lo que es todo un récord es que la cesta de ropa para lavar esté vacía, lo que nunca, porque ya no tenemos excusa para decir ya lo lavaré. Ahora, la tarea pendiente es guardarlo todo en las gavetas”.

Conscientes de que el estado de alarma probablemente se prolongará más allá de las dos semanas, Mary y Antonio tratan de ilusionarse pensando en el día en que la normalidad vuelva a abrirse paso entre el caos. “No será un día concreto, el punto de inflexión vendrá cuando los niños vuelvan a clase”. A la pregunta de qué será lo primero que harán sus hijos cuando acabe la cuarentena, Mary responde sin dudar: “Irán a abrazar a sus abuelos, pero de momento toca esperar, ahora solo tenemos que hacer caso para que este bicho que te aleja de la gente nos llegue lo más tarde posible”.

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