diario del aislamiento

Día 43

Otro sábado sin nosotros. A dónde irán los ratos que quedan sin desembalar, las horas vírgenes, los días que mueren sin desempaquetar. Cómo duelen los fines de semana que pasan de largo, de espaldas a la luz, a la vida. Retornos. Es cuestión de adaptarse -me escriben-. No quiero acostumbrarse a esto -escribo-. Somos otra cosa. Somos fuera. Y dentro. Si nos extirpan afuera desvalorizamos adentro. Ambos espacios se necesitan, y complementan -se dan sentido-. Somos quedarnos en casa porque apetece, bajar, cruzar al puerta, salir, llegar pronto, subir, entrar, retrasarnos, llamar desde el aeropuerto, coger la moto, colgar, ponernos cómodos al llegar, dejarnos el bañador, quedar, sacudirnos la arena, hacer las maletas, ducharnos justo antes de salir, olvidarnos las llaves, mirar el buzón, desvestirnos al llegar, querer salir, querer estar en casa. Café, sin azúcar (como siempre). En las vídeos cedemos el protagonismo a los techos de salones, cocinas o despachos. Son (los techos) quienes se reúnen en Skype, Zoom o Housparty -nosotros, en el margen inferior, hacemos de mosca de la tele-. Me preguntan qué opinión tengo sobre la propuesta de desescalada del Gobierno de Canarias. Me parece valiente, respondo. El presidente (Ángel Víctor Torres) podría estarse quieto, dejarlo estar, ponerse de perfil, permitir que sean otros quienes pongan el cascabel al gato del regreso. Ha preferido dar un paso al frente, jugársela, asumir la responsabilidad de conciliar las urgencias; salvar vidas, y puestos de trabajo. Debemos plantar cara al virus sin desatender la pandemia laboral, especialmente en Canarias. Si eternizamos el confinamiento, cuando salgamos solo encontraremos los escombros de la región que fuimos. ¿Cuál es el plan? El plan eres tú. Y yo. Y la vecina del tercero, el peluquero, la jueza, los cocineros. El plan somos todos, cada uno. El plan es la responsabilidad individual -y colectiva-. Madurez. Inteligencia. Sentido común. Ese es el plan. Tú. Yo. Todos. Si la cagamos el virus nos devolverá al viernes 13 de marzo (retrocedan cuarenta casillas, por gilipollas). Somos adultos, no deleguemos las culpas. Así que, lo dicho, valiente. No se lo ponen fácil los trapecistas ministeriales. Tampoco en Moncloa. Hay quienes, en Madrid, están cogiéndole gusto al toque de queda. Canarias cumple con los requisitos para la desescalada, tirar a la basura la propuesta de las Islas dibuja otra exhibición (intolerable) de soberbia ministerial -basta ya, lo dejo por escrito-. Día 43. La desescalada del sobrepeso, los pelos y el pijama sí puede (y debe) comenzar. Qué pintas.

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