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Una madre sola frente al virus

Patricia está embarazada y, cuando aún le faltan cuatro semanas para dar a luz a Julia, ha tenido que enfrentar la pérdida del abuelo de la pequeña al tiempo que vivir sus últimas semanas de embarazo en soledad, lejos de su pareja
Patricia espera con ilusión, pero también con incertidumbre la llegada de Julia. / P. V.

Faltan cuatro semanas para que Julia venga al mundo. Lo hará en medio de una pandemia que ha cambiado nuestra forma de relacionarnos, que ha impuesto la distancia social, probablemente hasta en su nacimiento, y que ha dejado y está dejando por el camino mucho dolor. Julia sabrá de su historia por su madre, por su padre, por el resto de sus familiares. Sin embargo, no podrá conocerla de labios de su abuelo paterno. Solo unas semanas antes de que venga al mundo, la Covid-19 lo ha sumado a su macabra lista. Patricia, su madre, está sumergida en un torbellino de emociones que jamás se le pasó por la cabeza que viviría con su embarazo, cuando toda la familia esperaba ilusionada la llegada de la pequeña Julia.

“Cuando se declaró la pandemia yo ya estaba con las clases de preparación al parto, en las que esperaba reunirme con otras mujeres en mi misma situación, soy primeriza, y poder intercambiar información con ellas”, cuenta Patricia a DIARIO DE AVISOS. La declaración del estado de alarma la dejó con un millón de dudas y la incertidumbre de cómo afrontar las últimas semanas de su embarazo. “De entrada fue todo un poco difícil, me vi sin saber a dónde acudir, ni a dónde dirigirme si tenía que hacer alguna consulta. Más allá del teléfono, no tenía otras opciones de interactuar”, explica.

Para resolver sus dudas, como todos en estos tiempos, empezó a investigar en Internet y encontró lo que, admite, le ha dado algo más de tranquilidad y sosiego, en lo que a su embarazo se refiere. “Afortunadamente, la Asociación de Matronas de Canarias se ha activado mucho en las redes y son muchas las que se han comprometido a nivel más particular con las embarazadas, al menos así lo he vivido yo. A través de las redes sociales, directos, videos, publicaciones e incluso con el canal de Youtube, nos han ido facilitando esas clases, esa orientación de cara al parto, ha sido todo muy enriquecedor”, detalla. Y es que asegura estar encantada con el trato recibido por parte de algunas matronas de Atención Primaria y del HUC. “Nos asesoran de manera voluntaria, incluso a través de videollamadas. Reconozco que esa parte de dudas se ha visto más compensada y me encuentro como más tranquila”, añade.
Sin embargo, esa angustia inicial por el no saber, por el cómo llegar al parto de la mejor manera posible, se ha convertido en otro tipo de angustia, la que provoca el dolor y la soledad impuesta por el coronavirus.

La muerte

Patricia se toma su tiempo para intentar contar lo que le ha venido sucediendo en las últimas semanas. “Lo más difícil de mi historia es que el padre de mi pareja enfermó por coronavirus y finalmente falleció”. Se interrumpe la conversación unos segundos. Patricia toma aire para poder continuar. “Reconozco que estoy muy sensible, es todo muy reciente, pero creo que es importante visibilizarlo”, explica.

“La dureza de todo esto es mayor porque no esperábamos que falleciera en este momento, cuando iba a ser abuelo por primera vez, y esperaba con muchísima ilusión a su nieta. Era un hombre de 70 años sí, pero no tenía nada importante que hiciera pensar que no lo iba a superar. La realidad es que así fue, se enfermó, terminó en neumonía y con un ingreso en la UCI”, cuenta Patricia. “Después de dos semana ingresado teníamos la esperanza de que se iba a recuperar. No se nos pasaba por la cabeza que no fuera a salir de esta. El caso es que no se recuperó y falleció. Ha sido un golpe durísimo”, confiesa con la voz quebrada.

Esta ilustración de Patricia la realizó y publicó su pareja en Instagram. @_javitxuela
Esta ilustración de Patricia la realizó y publicó su pareja en Instagram. @_javitxuela

Pero, como ella misma cuenta, esta muerte trajo consigo una serie de consecuencias en cadena que tampoco eran previsibles para Patricia, y que la han dejado en una situación aún más angustiante si cabe. “La madre de mi pareja se queda sola y también en aislamiento, porque, evidentemente, estaba en contacto con su marido. Estamos convencidos de que pasó la enfermedad aunque nunca le hicieron un test. Tuvo sintomatología muy evidente e incluso se activó un protocolo sanitario para hacerle seguimiento médico por teléfono durante días”, cuenta. “Ella atravesó sus síntomas, mejoró y nada más, todo eso mientras estaba su marido ingresado”, añade. Como es lógico, la muerte de su marido supuso un duro golpe para ella y obligó a Patricia y a su pareja a tomar decisiones. “No podía quedarse sola en esas circunstancia y mi pareja tuvo que ir a cuidar de ella”, añade.

La consecuencia directa de esto es que Patricia se ha quedado sola en casa con ocho meses de embarazo. “Este ha sido el punto más difícil de todo este periodo de confinamiento. Estar embarazada y con todo lo que ya hemos pasado, que tengamos que estar separados como pareja durante dos semanas, hace que todo sea muy difícil”.

Soledad

Patricia toma aire para continuar e intentar explicar cómo se siente. “He estado sola, en una disyuntiva muy complicada, repleta de emociones muy difíciles de gestionar, con la situación de un nacimiento a la vuelta de la esquina y el fallecimiento de un ser querido, todo en el mismo momento y en la misma situación”. Como en el resto de fallecimientos que se producen en esta pandemia, ni Patricia ni su pareja pudieron despedirse del abuelo de Julia. “Nos dijeron que habría una mínima ceremonia con tres personas y a la que renunciamos porque nos nos parecía la forma adecuada de despedir a una persona. Nosotros, más adelante, cuando se pueda, la familia entera, hará la despedida cómo deseamos”.

Patricia admite que está viviendo toda esta situación como algo casi irreal. “Tengo una pérdida de noción del tiempo impresionante, con una sensación de encierro que me ha ido mermando hasta la ilusión ante lo que se supone que tendría que estar viviendo en mis últimas semanas de embarazo. He tenido un reajuste de expectativas enorme”. “Lo último que me podía imaginar -continúa- es que, a cuatro semanas de parir fuera estar 15 días encerrada en una casa, siendo población de riesgo, sin poderme exponer de ninguna manera, y sola”.

Reconoce que hay momentos en los que se ve superada. “Gestionar la soledad, cubrir mis necesidades con las limitaciones físicas y emocionales que ahora tengo, sin poder estar acompañada de mi pareja, se hace muy duro. Por otra parte, entiende y apoya la decisión que tomó su pareja conjuntamente con ella. “Es lo que teníamos qué hacer. Él está prestando sostén y apoyo a su madre, porque es lo que toca, y es lo que ella necesita. Para nosotros era inviable que ella estuviera sola”, añade.

Cuando piensa en el próximo nacimiento de Julia, Patricia se anima un poco. “Nosotros confíamos volver a reunirnos de cara al nacimiento de la niña”. Para ello, cuenta que han de esperar un tiempo prudencial antes de que ella y su pareja puedan volver a estar en mismo domicilio o que incluso asista al parto. “Ahora mismo estamos gestionando que él pueda acceder al test para descartar un contagio, es algo que estamos tramitando para que sea así, y lo cierto es que estamos encontrando mucha comprensión, con una médica de cabecera muy sensibilizada por la situación familiar. Esperamos que dentro de nada podamos estar conviviendo en casa y me pueda sentir apoyada de cara al parto”.

Nacimiento

Cuando se le pregunta a Patricia si se imagina cómo será ese momento del parto, vuelve la madre primeriza que ha leído todo lo posible y más de cómo, bajo los parámetros de un estado de alarma, puede ser el parto de Julia. “Ha sido uno de los aspectos sobre el que más me he querido asesorar con las matronas. Sé que a día de hoy la situación y los protocolos en los hospitales para las mujeres que van a dar a luz están muy mediatizados por el tema del coronavirus, de forma que ni siquiera el acompañamiento de mi pareja está asegurado durante todo el tiempo. En el momento del parto sin duda, y del postparto también, pero luego el resto de situaciones está un poco cogido con pinzas”, detalla Patricia.

Esta situación, admite, la ha llevado por distintos estados de ánimo. “Lo cierto es que lo he vivido entre la desolación y la congoja, porque me veía muy sola. Sin embargo, a medida que ha ido pasando el tiempo lo he ido asimilando. Me he planteado a mi misma que el parto es una cuestión de las mujeres, que somos nosotras las que parimos, y que sin duda, el acompañamiento de la persona que se elija es importante, pero también es un proceso vital que pertenece a las mujeres”. “Con ese pensamiento -continúa- he intentado aceptar la situación y concentrarme mucho en mi proceso de parto y de vida que es este, sin intentar entrar demasiado en la necesidad de estar acompañada o sostenida por otras personas”.

Fortaleza

A pesar de todo, Patricia quiere verle el lado bueno a esto, aunque admite, que aún tardará. “De vez en cuando, si tengo algún respiro emocional, creo que soy capaz de darme cuenta de lo fortalecida que voy a salir de esta situación, porque no queda otra, si no salgo fortalecida, salgo muy débil y muy tocada, y eso no me lo puedo permitir sabiendo que traigo al mundo a una niña que quiero cuidar, criar y querer muchísimo. Sí que pienso que con el tiempo podré mirar atrás y ver que esta situación me fortaleció. Me cuesta contarla porque cuando lo hago me doy cuenta de la duro qué es atravesar esto, pero ya está”.

La historia de Julia concluye con una madre que reconoce que, “ahora mismo me enfrento por un lado a la alegría de la llegada de Julia y por otro a la tristeza de la pérdida, pero creo que todo eso me hará más fuerte”.

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