diario del aislamiento

Día 49

Acabo de correr la EDP Rock ´n´ Roll ½ Maratón Madrid Virtual Run -Kiefer Sutherland ha hecho de liebre, me lo puso fácil-. Veintiún kilómetros home session, punto final (o no) a cincuenta días corriendo únicamente sobre la cinta. Volvemos al aire libre, a la ciudad -lo del monte tendrá que esperar; yo, otros no-. Ya podemos salir, pero con fundamento (bien podrían utilizar la expresión para una campaña de concienciación; fundamento, vocablo del dialecto materno). En los municipios de menos de 5.000 habitantes no hay franjas horarias adjudicadas -Valverde, en El Hierro, tiene 5.005; por poco-. No suelo comulgar con Arcadi Espada, pero coincidimos cuando escribe que los españoles somos más obedientes que responsables (resaca conductual del franquismo, supongo). Tengo dos llamadas perdidas del virus. Decido responder -no se vaya a cabrear-. Que sepas que tengo más miedo a los irresponsables que a ti, le digo. No te faltan razones -me responde-. A ti te respeto, a los descerebrados les tengo miedo -aclaro, por conciliar un poco-. Vuestra irresponsabilidad es el goleador de mi equipo, si me bajáis la guardia pasaréis el verano en casa -advierte, bajando la voz-. Nos vemos en la calle, dice. No te lo tomes a mal, pero procuraré que no nos crucemos -zanjo, y cuelgo-. Al acabar la conversación telefónica con el virus me lavo las manos -una estupidez; o no-. España desescala a ciegas, sin rastrear a los contagiados (seremos trapecistas sin red, equilibristas con golpes de viento). La memoria también juega en el equipo del virus. Sus mecanismos para borrar lo peor nos hará olvidar (o dulcificará) los peores momentos del confinamiento. Cuando tengamos la tentación de relajarnos pensemos cómo nos sentíamos con los anuncios de las prórrogas -dos semanas, que eran tres-. Se respira euforia, mejor no. Alegrémonos sin celebrar. Miles de negocios (y empleos) no volverán a ver la luz. Estos meses se nos partirá el corazón un montón de veces (voladores los justos). Bebo Coca Cola -sin ron, para desescalar-. Tropiezo con notas que tengo hechas sobre la fase 5 (las consecuencias políticas); otro día, no apetece pisar ese jardín -hoy no-. Me pregunto a qué esperan para suspender la Liga y proclamar al Barça campeón -están resistiéndose, pero tendrán que ceder-. Tú no sueles salir en carnavales, o al menos eso cuentas -me escriben-. En los próximos no voy a perderme ni el coso infantil, respondo -tengo el hipotálamo lleno de purpurina-.

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