diario del aislamiento

Día 55

Me pongo con el diario después de ir a correr de 9:00 a 9:55 -subfranja de la primera franja-. El franjismo se ha colado en nuestras vidas, y sus personajes. Veo cosas -que diría alguien queridísimo-. Confirmo que algunos (muchos) creen que basta con tener la mascarilla colgada de cualquier parte. Surgen tribus que la llevan de una forma diferente. En la tribu de los Joker utilizan la mascarilla para taparse únicamente la boca, dejando la nariz a merced del virus. Otros, los Goofy, se la ponen en la nariz con la boca abandonada a su mala suerte. Hay más tribus. Antorchas, por ejemplo. Otro nivel. Fuman con mascarilla, desafiantes, rebajando al virus a la condición de peligro secundario. Ayer vi al Antorcha Jefe, fumaba en pipa con la mascarilla cubriéndola en parte -fumando en pipa lo vi, fumando en pipa me quedé-. Circula la imagen de una señora que se protege del virus con un antifaz; no sé dónde hicieron la foto, qué más da (la risa es apátrida). Me pregunto si en los próximos carnavales pareceremos astronautas -forrados para protegernos del virus-. De la mascarita a la mascarilla, sería. Una crónica inesperada, e indeseada, del carnaval -valdría como encabezado para un reportaje, o para titular un libro-. Se lo propondré a Cristina García Maffiotte (quién mejor que ella, última valedora de la mascarita). Hago un alto. No será café, tampoco jengibre -agua desescalada, mejor-. Decido guardar en el cajón a los personajes del desfase, y ponerme serio -o intentarlo-. Buceo. Ecos (políticos) de la prórroga prorrogada. Más bronca que ideas. La nueva normalidad debe gestionarla la nueva política. La vieja política de la bronca, el forcejeo, los titulares acartonados o el tú más (y peor) ya no vale, es pólvora mojada. Esta crisis no puede liderarse con tacticismos de preinfantil. Convivir inteligentemente con el virus e inyectar soluciones eficientes a la economía para detener la masacre laboral -ahí deben estar, y no en gilipolleces ni broncas de discoteca-. Salvar empleos, ahí. No presten atención al Dow Jones, concéntrese en los puestos de trabajo que están desapareciendo -ha advertido Paul Krugman-. Me escriben. Vivo en el Día 5, y no en el 54, porque sigo el calendario de las alegrías -dice Ángel Yanes-. Ahí me has dado -le respondo-. Se me acumulan las notas sobre Canarias, será otro día -mañana, creo-. Hoy me he liado con los enmascarados, porque tienen un no sé qué de carnaval -y claro, me tiré de cabeza; no aprendo-.

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