diario del aislamiento

Día 60

Anoche salí a cenar (qué bien suena). Fue después de callejear -expresión del castellano antiguo-. El franjismo flaquea. Busqué señales (o síntomas, mejor) de la fase 1. Y los encontré. Vi adolescentes -y adultos- creyéndose en mayo de 2019 o noviembre de 2016, será que son extraterrestres o estúpidos (ambas cosas, supongo); pero también me crucé con terrícolas -bastantes- con mascarillas, cerebro, pantallas, sentido común, geles e inteligencia. Al parecer, algunos creen que en las terrazas basta con alejar las mesas; así se explica que las separen para, acto seguido, apelotonarse cinco o seis en una mesa para cuatro (el virus come, bebe y contagia, pero no paga, y olé; acabará nacionalizándose, qué bueno vivir aquí). Alemania teme que se disparen los contagios después de tres semanas desescalando -me pregunto en qué planeta viven los que viven en 2019-. La calle ha sido invadida por una especie emergente, los (des)conocidos -así escrito, tal cual-. Ocultos bajo la mascarilla, los (des)conocidos son los que crees conocer o/y desconocer -pero saludas, no vaya a ser que.. -. Situaciones de la normalidad que nos espera ahí fuera. Se pregunta John Carlin cuándo volveremos a la normalidad normal. Cuando vuelva el fútbol, responde -coincido-. A los canarios nos interesa que las estrellas del fútbol suban al avión -necesitamos la normalidad normal para que resuciten los hoteles-. Carles Manera es catedrático de Historia Económica, habrá que hacerle caso cuando dice que la producción de bienes y servicios caerá dos dígitos. No diré resaca, pero se le parece. Café, y van dos. Iberia evangeliza. La compañía predica que las sardinas en latas se ajustan al decreto. Me pregunto qué piensan sobre la legalidad (a la que apela la compañía) los sanitarios que llevan 50 días jugándose la vida. El decreto recomienda, pero no obliga -lo que para peluqueros, restaurantes o comercios son obligaciones, para las compañías aéreas solo son recomendaciones; y olé, otra vez-. Día 60. Barajé dejar el diario al alcanzar los sesenta días -por redondear-. En otra región tendría sentido, aquí no. En las Islas la cuarentena no acaba con la cuarentena. Acaba el confinamiento pero continúa el aislamiento -de ahí que optara por un diario de aislado-. Seguiré hasta que acabe la fase 4 -pero en julio y agosto no escribiré una sola línea, me lo he prometido-. Acabo, pero no olvido un cumple. Conozco muchísimo a alguien que tiene la buena costumbre de cumplir el 12 de mayo -¡felicidades, Itziar!-.

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