por quÉ no me callo

El hoyo

La semana que se abre paso va a ser decisiva. Todas las piezas de este puzle de las crisis concatenadas del coronavirus se agitan y buscan dónde encajar. Porque ya es evidente que hemos entrado en una fase de normalidad imperiosa. No va a ser fácil la fase.

Lo de los vuelos de Iberia Express del domingo en Tenerife y Gran Canaria es sintomático de esas anfractuosidades a que me refiero. La desescalada exige un nivel de compromiso personal, colectivo, empresarial e institucional que no es menor comparado con la disciplina que se nos requirió aquel día por televisión con la imagen de un presidente cariacontecido proclamando la drástica declaración del estado de alarma, que devino en psicosis, parapetos y aplausos a media tarde. Si los primeros atascos de ayer en las carreteras y la melé de pasajeros a bordo de los aviones, más algunas aglomeraciones en las terrazas abarrotadas de gente van a ser la tónica, puede ser que repitamos la historia de Corea del Sur, que ha dado marcha atrás en la reapertura de los locales nocturnos tras un repunte. Tomemos nota del país ejemplar en la remisión de la pandemia.

Semana clave. Por la rentrée y por las negociaciones con Madrid sobre los fondos para combatir la crisis . En el Punto de Encuentro de DIARIO DE AVISOS, el vicepresidente Román Rodríguez desnudó la realidad de atavíos estadísticos. La realidad es cruda: casi medio millón de canarios (entre parados y amparados por los ERTE) constituyen una amenaza social nunca vista por estos lares, donde el desempleo y la pobreza gozan de un auténtico caldo de cultivo. Ahora la cosa es más seria. Si los ERTE, cuya prórroga firmaron ayer el Gobierno, la patronal y los sindicatos en Madrid (sin CC, para nuestra sorpresa) se transformaran en despidos estaríamos hablando de una catástrofe social. El propio Rodríguez ayer citaba a Merkel (Christine Lagarde, del BCE, y Kristalina Georgieva, del FMI, coinciden), que retrotrae esta recesión a tiempos a la segunda posguerra mundial.

Mañana, cuando Rodríguez y Torres se sienten a negociar con María Jesús Montero, la ministra de las cuentas y portavoz del Gobierno, ¿de qué van a hablar? Del hoyo. Le van a pedir endeudamiento y superávit (lo que Europa ya concede a España) o compensación por la pérdida de ingreso: más de 1.500 millones de euros. La opción b la sugirió ayer en la entrevista por videoconferencia de nuestra web. Un Plan Marshall para Canarias, demandó DIARIO DE AVISOS en el editorial del 14 de abril. Pues eso.

Estamos en fase 1. La gente pisa la calle y toma café, pasea y hace compras, hay colas en ciertos tramos de las autopistas… Vuelve la realidad tozuda y la polución a la atmósfera tras una tregua de dos meses. Pero lo peor está por venir, y no es solo que el virus se reserve una segunda oleada para finales de año. “Es la economía, estúpido”, decía aquel asesor de la campaña electoral de Clinton en el 92. Es el turismo cero. La locomotora parada en seco. Son decenas de miles de familias de clase media abocadas al desempleo. Un segmento de esa precariedad lo soportarán la Seguridad Social y el SEPE. ¿Pero por cuánto tiempo? La crisis multiplicará la atávica tasa de pobreza. Solo la construcción tirará con fuerza del carro, pero no bastará. El comercio, la agricultura y las nuevas fuentes de riqueza que tendremos que inventar tendrán que sacar a esta tierra del hoyo. El hoyo es el problema. Cuán profundo sea y cuántas las ganas del Estado en acarrearnos hasta la superficie son dos incógnitas. De ese hoyo se trata.

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