tribuno

Tiempo de obras

Por Arturo Trujillo

Este tiempo de pandemia es propicio para comenzar, continuar o finalizar, obras pendientes. De momento, seguimos confinados. Pero esta situación, que no es agradable, al menos sí que nos permite continuar utilizando este “tiempo muerto” para poder reflexionar acerca de cuestiones que, en situación de normalidad, no podríamos hacerlo por falta de tiempo. Y mi reflexión de hoy está relacionada con las obras “menores” que muchos municipios tienen pendientes de ejecutar desde antes de la llegada del cansino “coronavirus”. Me refiero, concretamente, a esas obras públicas de infraestructuras viarias que la mayoría de ayuntamientos tienen marcadas en sus agendas anuales. Y es que, inmerso en esta reflexión, nos llegó la noticia de que el alcalde de Madrid, Martínez-Almeida, había aprovechado esta circunstancia vírica para ordenar el comienzo de las obras de reasfaltado del Paseo de La Castellana. Y, claro, de manera casi inmediata me surgió la duda sobre el por qué nuestra alcaldesa, Patricia Hernández, no adoptaba una decisión similar con respecto a la Avenida de Anaga y La Rambla. Las dos vías más importantes de la capital que, en estos momentos, tienen sus espacios reservados para el tráfico de vehículos, en unas condiciones lamentables. Y la verdad es que no lo sé. Pero tampoco creo que esté esperando la llegada del verano para hacerlas. Precisamente en esos meses en los que el calor aprieta y la gente se echa a las calles para disfrutar del buen tiempo.

En mi opinión, el mejor momento para “meterle mano” a esas obras, es éste. Es ahora, cuando el tráfico de vehículos por las restricciones a las que nos somete el “coronavirus”, ha disminuido considerablemente. Y eso lo ha entendido muy bien, Martínez-Almeida. Ha adoptado una excelente decisión que permitirá a los madrileños evitar las molestias que este tipo de obras siempre suelen ocasionar. No podemos olvidar lo que sucedió hace ya algunos años con el reasfaltado de la calle de Méndez Núñez. Una obra que se hizo en pleno mes de agosto, con temperaturas que llegaron a superar los treinta grados y que provocó bastantes problemas de salud a muchos vecinos con enfermedades de tipo asmático, que tenían sus residencias en esa calle.

En fin, no es mi intención, en absoluto, aconsejar a nuestra alcaldesa sobre lo que tiene que hacer. Ni siquiera pretendo plantear aquí un ejercicio comparativo entre las distintas formas que tienen de actuar los regidores municipales, porque tampoco me corresponde. En tal caso, debería ser la oposición municipal la que hiciese este tipo de planteamientos. Pero, lo que sí quiero recordarle a nuestra primera edil, aunque posiblemente ella lo sepa, es que, en política, como en todos los órdenes de la vida, es muy importante saber priorizar. Saber elegir entre varias opciones, aquella que nos puede solventar, si es posible con inmediatez, un problema de carácter general. Y esta es una de esas ocasiones. Porque Santa Cruz, repito, en mi opinión, necesita que se lleven a cabo esas dos acciones, de manera inminente. Son obras que, por otro lado, ayudarían a impulsar la iniciativa privada como generadora de empleo y, por lo tanto, a reactivar nuestra economía.

Creo que aún estamos a tiempo. Solo es necesario que la nueva concejala de urbanismo, Matilde Zambrano, califique esas obras como de necesarias y urgentes. Porque, si llega el verano y se produce el esperado desconfinamiento, su ejecución será mucho más difícil. En definitiva, se trata de aprovechar la soledad que hay hoy en las calles de Santa Cruz para poner a punto unas infraestructuras viarias de las que los vecinos van a disfrutar una vez que la Covid-19 nos haya abandonado de manera definitiva, y casi todo haya vuelto a la “nueva normalidad”.

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