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Un 30 de mayo azotado por la crisis y la precarización

El Gobierno regional firma hoy con algunos sectores políticos y sociales el pacto para la reactivación económica
Un 30 de mayo azotado por la crisis y la precarización. DA
Un 30 de mayo azotado por la crisis y la precarización. DA
Un 30 de mayo azotado por la crisis y la precarización. DA

Por J.B. 

Archipiélago canario, año cero de la pandemia. El coronavirus ha acabado con la vida de 160 personas en Canarias. Se han detectado 2.348 contagios. Llega el 30 de mayo, Día de Canarias. Ha comenzado la desescalada y va bien, pero no hay fiesta, ni entrega de premios, como todos los años. Sí se celebrará la firma del pacto para la reactivación económica impulsado por el Gobierno en reuniones con agentes sociales y partidos políticos, coincidiendo con la reapetura paulatina de los sectores productivos.

Según las previsiones más optimistas, la economía canaria caerá un 12% del PIB. Para los más pesimistas, más de un 30%. El Gobierno cifra en 18.000 millones el dinero que necesita para activar este pacto centrado en servicios públicos, sectores vulnerables de la sociedad, apoyo a empresas y autónomos, sector turístico, construcción, desarrollo industrial, sector primario y adaptación de las singularidades fiscales de Canarias al contexto actual.

En el último borrador enviado a los partidos políticos, había una una declaración de intenciones:  “El compromiso de los grupos que suscriben este Pacto se materializará en la influencia sobre sus representantes en las Cortes para defender los acuerdos establecidos en este documento”. Pero influir no es conseguir. CC dice que firmará el pacto de reactivación con un “sí crítico”, “vigilante”,  con “dudas” sobre “la defensa de Canarias en Madrid”.  El PP y Cs  no firmarán.

El Gobierno de progreso se ha convertido en una especie de “Gobierno de emergencia”, como lo define el sociólogo José Saturnino Martínez García. “Dedicado a apagar fuegos”: incendios, Thomas Cook, cero eléctrico. También ha habido tensiones internas, como reconocía ayer el presidente Ángel Víctor Torres. Porque la batalla con el Estado para que libere el superávit  y permita que las islas se endeuden es dura. Nueva Canarias, uno de los socios, aprieta en Madrid. “Tenemos una posición estratégica, podemos presionar donde Torres no puede”, afirman. Pero también tiene su disputa particular con CC  para ver quién defiende mejor a Canarias.

Tampoco ayudan los nombramientos-rana, como los que se han hecho en Educación y Sanidad. Por ahora ha ganado la política de cuotas insulares y familias del PSOE, por encima del arraigado acervo socialista en estos ámbitos.

Otro traspié, nombrar viceconsejera de Turismo a Teresa Berástegui, de la mano de la Agrupación Socialista Gomera. Sin ninguna experiencia en el sector. En este momento crítico. Exsecretaria de Acción Institucional de Cs en Canarias, exportavoz de Cs en el Ayuntamiento de La Laguna, el pasado lunes renunció a su militancia y un cargo de asesora de Cs en el Parlamento y el jueves ya estaba en el Gobierno que rechazó para Santa Cruz.

Un alarde de poder de Casimiro Curbelo, que bromeaba estos días en la radio cuando le decían que él era el verdadero presidente del Gobierno. “Pero esas cosas no las deben decir. Yo me las tomo a broma. Pero, ¿y si alguien que las escucha se las toma en serio? No le cree preocupaciones innecesarias a los demás”, decía con socarronería.

Tampoco las redes eran neutrales, y más de uno criticaba que nadie en el Pacto de Progreso hubiera dicho ni  mú, con el afán regenerador con el que venían. Pero no sabían que las oficinas de Cs y ASG están pared con pared en el Parlamento y era fácil confundirse de puerta. Además, las élites subtropicales nunca le han dado mucha importancia a las cuestiones ideológicas.

Mientras, el  36% de la población ya estaba en riesgo de pobreza y exclusión social antes de toda esta pandemia. Imaginen ahora. “Tenemos una sociedad cada vez más lumpenizada”, explica Domingo Garí, historiador. No son los obreros tradicionales, con sus trabajos fijos, su conciencia de clase y sus sindicatos. Es una vida precaria, entrando y saliendo de la pobreza constantemente, mucho más complicada de articular.

“Como decía Frantz Fanon, el lumpen es un sujeto social muy característico de las sociedades coloniales, de las sociedades en transición de lo rural a lo urbano, muy mediatizadas por el capital extranjero. Y eso somos nosotros”, explica. “Curiosamente, en el independentismo de los años 70 había mucho lumpen, que era diferente a los sectores obreros vinculados al Sindicato Obrero Canario (SOC). Eran gente que entraba y salía del mercado laboral, algunos estaban en la pequeña delincuencia. Pero eso también se puede ver hoy en día en Vox, cuyos dirigentes son aristócratas, pero luego llega a sectores populares de Andalucía o Canarias. Se trata de atraer a la gente a través de un sentimiento que represente una ideología. En un caso era lo guanche y las siete estrellas verdes. En este caso es el odio al inmigrante”.

La política pugna por situarse en este contexto de vacío. “Como dice el filósofo Zizek, el coronavirus no tiene sentido, pero eso te da la oportunidad de dárselo tú”, explica José Saturnino Martínez. “La significación es un acto de voluntad política. Unos defienden que el Estado tiene que preocuparse de los ciudadanos y otros que debe dejarlos a su libre albedrío”. A ver qué sentido le da a esto la izquierda canaria. Ayer, con la aprobación del Ingreso Mínimo Vital, la española hizo uno de sus mayores acto de significación en años.

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