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La nueva normalidad crítica

Para ir cerrando algunos asuntos -virus- del estado de alarma, conviene recordar la evidencia de que las manifestaciones del 8-M contribuyeron a extender la pandemia, y que el Gobierno conocía con anterioridad esa circunstancia y el peligro de contagio que suponía su celebración. Su delegado en Madrid fue incriminado por haber autorizado la manifestación de la capital, aunque, finalmente, la juez ha archivado el caso por no encontrar indicios delictivos en su actuación. Ahora bien, en el auto de archivo le reprocha tan duramente desde el punto de vista moral y político, que casi equivale a una condena o una imputación. Tales reproches, por supuesto, le van a importar muy poco al interesado, a quién lo único que le importa es que su jefe político no le reproche nada.

En cuanto al propio Gobierno, se comprende que los ministros –las ministras- que destacan sobremanera sobre la mediocridad indocumentada que caracteriza a sus compañeros de Gabinete estén intentando acceder a las presidencias de importantes instituciones internacionales, como una manera digna de abandonar un Gobierno en el que es imposible que se encuentren cómodas: es el caso de la ministra de Exteriores y de la vicepresidenta Nadia Calviño. En relación a esta última, se ha señalado que su posible acceso a la presidencia del Eurogrupo no implicaría su salida del Consejo, y es verdad. Pero está claro que sí supondría un alejamiento institucional, muy beneficioso para ella y para su futuro político, de la continua brega con las propuestas disparatadas y los análisis surrealistas de la gente de podemos, en particular de su líder supremo. Al contrario, el Eurogrupo –los ministros de Economía de la Unión- reforzará muy notablemente sus concepciones y sus políticas económicas, y dejará al descubierto las falacias podemitas. Mientras tanto, la vicepresidenta Carmen Calvo y la ministra de defensa miran para otro lado e intentan mantener un perfil bajo, para que no se note mucho que juegan en semejante equipo.
La evolución de las biografías políticas de las citadas, y de otros ministros, depende de si Pedro Sánchez se plantea una crisis de Gobierno en el corto o medio plazo. Algunos medios se han hecho eco de rumores sobre una próxima crisis a pequeña escala, que afectaría a dos o tres carteras, como Exteriores o Ciencia, si sus titulares terminan en organismos internacionales. En todo caso, sería una crisis de muy baja intensidad y muy pequeñas proporciones. Una crisis de cierta envergadura atraería la sombra de unas elecciones anticipadas, el último escenario que desearían el líder socialista e Iván Redondo.

Las críticas en contra del Frente Popular que nos gobierna se multiplican desde trincheras muy diferentes, pero se trata de críticas sin consecuencias, propias de la impotencia y las contradicciones en que se debate la oposición. Casado lucha, no siempre con ventaja, en el frente de Vox, en el de Cayetana y en el del presidente Núñez Feijóo. Y todos se juegan mucho en las elecciones gallegas. Y a Pedro Sánchez la única crítica y la única crisis que le preocupa es que su presencia en La Moncloa se vuelva crítica y haga crisis.

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