después del paréntesis

Tenerife

El presidente del Cabildo de Tenerife se declaró contrario al insularismo. Y esa proclama es justa, miembro destacado del PSOE. Mas reconoce que su actitud no remedia una de las trabas más duraderas de la región, que incluye la división provincial, contar con dos capitales en una autonomía o defender dos universidades completas de modo distinto a lo que ocurrió antaño. Mas por lo leído sus declaraciones resultan contradictorias. Porque por ellas don Pedro Martín no remedia, sino que redunda en el desastre de no reparar en todas las islas sino sostener el “supuesto” equilibrio entre Tenerife y Las Palmas de Gran Canaria. Lo cual (frente a la razón) ratifica a los que instituyeron el enfrentamiento por el reparto de bienes. Resultan, insisto, llamativas las dichas manifestaciones. Por motivos intrínsecos y por motivos de partido. Por lo segundo, sentencia el secretario general del PSOE de Tenerife que lo que dignifica a una formación política no es que cualquier militante pueda optar a un cargo orgánico; sentencia que lo que cumple con el factor son las posiciones de poder. Y ese planteamiento está al albur de las jerarquías concéntricas, como las que proclama la ultraderecha de EE.UU. (Trump a la cabeza). Así, al Estado lo revalida la religión (protestantes), la lengua (inglés) y la raza (blancos). Ellos son la cúpula y los que deciden, frente a los negros, a los aborígenes o a los hispanos que confunden. De ahí el dislate conceptual: el presidente de todos ratifica la remodelación del Gobierno; dos salen (de Tenerife), dos entran (de Las Palmas) y eso provoca el delirio. No cuenta con valor la competencia; cuentan los dominios. Lo cual dejaría ver direcciones precisas en el pensamiento de don Pedro Martín hacia Adeje, por ejemplo, que es Tenerife. La astucia del señor Martín no salva las buenas palabras dedicadas al presidente Torres, impone la sanción: la firmeza de Tenerife porque es la zona de Canarias que aporta más votos y representantes al partido. Luego… ha de obrarse en consecuencia. Por lo cual, dicho el presidente del Cabildo que nos representa (por ahora) se apropia del acto democrático de los ciudadanos (que no son el partido) en provecho propio. Y ello no solo sorprende, sino que resulta perverso. Lo que da a entender el señor Martín es hasta dónde llega su alcance político, su posición personal y su astucia intelectual. Su penuria ideológica deplora la construcción (Canarias) y reivindica el reparto satisfactorio. Repetir, no salvar. Patético.

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