despuÉs del paréntesis

Tontos

El arquitecto y ensayista catalán Oscar Tusquets dijo que de esta crisis “vamos a salir más pobres o más tontos”. Lo cual da para ordenar varias dudas. Una, es propio de los humanos, y según la posición desde la que se hable, quedar por admirables o ser el más gracioso de los graciosos. Dos, para el caso, el susodicho no visita eso que llamamos Historia. Por lo primero ya se sabe; por lo segundo queda fuera del registro el que esta no sea la primera vez, ni será la última, en que nos veamos acosados por bichitos tan excepcionales de la creación como el que nos ataca. Se recuerdan fechas precisas de mediados del siglo XIV, la Peste Negra. De ochenta millones de habitantes en Europa sobrevivieron treinta. Lo cual da para pensar que si el aludido se aplica y vale tanto para la estupidez el 5% del total , ¿qué decir de más del 60% de entonces? O lo que es lo mismo, el señor Tusquets hubiera enterrado para los siglos venideros eso que se llama Unión Europea con lo que importa para el mundo su área económica, industrial, política, cultural, social… Cabe, por tanto, una arista que no se encuentra en el “pobre” ni en el “tontos”: lo que siempre ha ocurrido en la humanidad: deciden los ciclos y cada ciclo mejora. Apura aclarar lo que ha ocurrido en la cultura (Edad Media frente a Renacimiento, a Barroco, a Romanticismo…), igual que lo que ha sucedido en la historia del pensamiento o en la del conocimiento, lo que va de Galileo a la astrofísica actual o lo que significa Einstein contra Newton. Eso ha ocurrido. Por ejemplo, se sostiene como proterva la crisis del 29, la Gran Depresión. Arrasó el mundo, como la Covid; no era previsible (Tusquets) que de ella se saliera. No fue. Una de las condiciones que sentencia a los humanos es lo que nos fabrica. Las crisis no liquidan, transforman. Desde la revolución industrial, las conquistas espaciales, las nuevas energías o la era digital. Eso somos. Lo comentaban nuestro mayores: aprendemos más de los fracasos que de los éxitos. Luego, lo que queda (y eso es lo que debió preguntarse el sabio) es cómo rehacer el descalabro. Es decir, de lo que no informa el arquitecto es de lo que la pandemia actualiza: aprender. La pregunta en ese caso sí es pertinente: ¿qué hemos aprendido? No falta mucho tiempo para deducir aunque la experiencia sentencia: no seremos iguales. De donde, si los bichitos dichos no nos matan a todos, la argucia de los hombres se restituirá. Ni más pobres de lo debido ni más tontos de lo que cabe.

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