tribuna

Un año de regresión (para Santa Cruz)

El 26 de mayo de 2019, más de 25.000 vecinos de Santa Cruz de Tenerife otorgaron a Coalición Canaria su apoyo como primera fuerza política en nuestra capital

Por Alfonso Cabello

El 26 de mayo de 2019, más de 25.000 vecinos de Santa Cruz de Tenerife otorgaron a Coalición Canaria su apoyo como primera fuerza política en nuestra capital. La lista encabezada por José Manuel Bermúdez se impuso en los cinco distritos sobre el resto de las fuerzas políticas, sumando 10 concejales, uno más que en la convocatoria anterior, gracias a obtener casi 5.000 sufragios más que en 2015. Los datos evidenciaban el éxito de su gestión al frente de la Alcaldía santacrucera, tras colocar a la ciudad como a nivel autonómico y regional.

Sin embargo, apenas dos semanas después, fue Patricia Hernández quien tomó el mando en el consistorio capitalino, al fructificar aquel pacto contra natura establecido entre PSOE, Ciudadanos y Unidas Podemos. ¿Justificación? El “desalojo” (sic) de Coalición Canaria, la fuerza vencedora en las urnas. Ningún programa de gobierno alternativo, siquiera un folio con unos objetivos mínimos en forma de realizaciones para los pueblos y barrios del municipio. Algo que justificase mínimamente, guardando las apariencias, una alianza de estas características. Recuérdese si no la carajera que se montó en las filas de Ciudadanos y la reciente dimisión de uno de sus dos ediles, tras comprobar que en ese pacto prevalecen los intereses partidistas sobre las verdaderas preocupaciones de los vecinos.

Como no podía ser de otra manera, en Coalición Canaria asumimos la legitimidad de aquel acto, por más que no respondiese al interés general de la ciudad y sus vecinos. Pasamos a la oposición, donde hemos asumido, con idéntica ilusión, el compromiso de seguir trabajando por Santa Cruz, desde una vertiente plenamente constructiva. Y el mejor ejemplo lo tenemos en el nuevo periodo que nos ha tocado vivir, con la crisis sanitaria del coronavirus, tendiendo la mano al gobierno y presentando un sinfín de propuestas para la necesaria recuperación económica y social del municipio.

Entendimos, no obstante, que un sector de la ciudadanía celebrara en junio la posibilidad de que pudiera producirse un cierto cambio en la gestión de la ciudad. De la misma manera que comprendemos ahora la insatisfacción que reconocen muchas de esas mismas personas, decepcionadas por el rumbo que ha tomado Santa Cruz en solo 12 meses. No han visto nada positivo: ningún proyecto alternativo de ciudad, ninguna idea de futuro con trazas de viabilidad, ninguna voluntad de arremangarse para trabajar… El municipio carga con las consecuencias del desgobierno al que Patricia Hernández ha llevado al Ayuntamiento. Una alcaldesa que no entendió entonces que la gestión municipal exige plena dedicación. Que no es una tarea a tiempo parcial, compartida con su condición de diputada en el Parlamento de Canarias y pendiente ahora, por lo que leemos, de la pedrea de los nombramientos para el Gobierno regional.

Ejercer la Alcaldía de un consistorio como el de Santa Cruz exige mucho más: desde liderazgo a capacidad de hacer equipo. Obliga a ser humilde para escuchar, para dialogar con todos. Requiere cercanía y contacto permanente con los vecinos, que son quienes hacen grande la ciudad. Aconseja sacudirse la soberbia y el afán permanente por salir en las fotos, tratando de capitalizar para sí cualquier momento, sea el reparto de entradas para la recepción de los Reyes de Oriente, la elección de la Reina del Carnaval, el paseo junto a una carroza musical en tiempos de confinamiento o la recuperación del dinero de Las Teresitas.

Lo peor de todo es que las consecuencias de manejarse así acaba por pagarlas la ciudadanía, que hoy contempla una ciudad que ha perdido el tren de la prosperidad y la creación de empleo, al que se había subido en el mandato anterior, con José Manuel Bermúdez como alcalde. Un consistorio que ha descuidado sus servicios públicos, que apenas licita nuevas obras (salvo algunas de las que dejó en marcha el anterior gobierno) y que se muestra sumiso ante otras administraciones públicas. Es lo que tiene gobernar a golpe de improvisaciones y ocurrencias, el seño de identidad de esta alcaldesa en este año triste, perdido… Un año de regresión.

*Concejal de CC en Santa Cruz de Tenerife

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