tribuna

Antigua normalidad

Por Luis Neve

La antigua normalidad ya no existe, y nunca volverá a existir. Es difícil aceptar que no sabemos en que tiempo estamos viviendo, porque ya no existe el tiempo pasado, ni el pretérito ni el pospretérito. Todo lo que conocimos antes ya no existe. Tampoco existe el futuro que imaginábamos en aquellos ayeres. Los sueños, ilusiones y pronósticos que se hacían entonces, se escribían en un cuaderno pautado diferente.
Ahora vivimos en la era del cambio. Hoy podemos llevar un mes sin nuevos casos de infección en ciertas regiones, pero mañana no sabemos. Y no solamente depende de nosotros.

Depende también de quienes llegan de lejos, de los turistas, de los inmigrantes, de los repatriados, de los artistas y de otros invitados y no invitados.

Antes, como bien parafrasea a Winston Churchil el ilustrado director de DIARIO DE AVISOS en Tenerife, Carmelo Rivero, nuestros adversarios estaban enfrente y nuestros enemigos detrás.

Hoy no tenemos enemigos, tenemos solamente adversarios, pues todos vamos en la misma nave. Como tripulantes de esta nave que es el planeta tierra, todos tenemos el mismo código genético y necesitamos los mismos requerimientos para sobrevivir. Aire con oxígeno para respirar, un medio ambiente saludable y salud emocional para organizarnos de manera que todos podamos salir beneficiados, aunque algunos no se hayan dado cuenta todavía. Tenemos adversarios porque tenemos libertad de pensamiento y podemos elegir entre el miedo y la esperanza. Quienes por miedo no se atreven a pensar que el mundo puede ser diferente y mejor, se oponen a la nueva normalidad.

Consideran que el único camino es regresar a la normalidad. A la única normalidad que habíamos conocido hasta antes de la pandemia del coronavirus.

Para quienes no aceptan que la realidad está cambiando día a día y que solamente podremos navegar hacia futuras y mejores realidades con inteligencia y salud emocional, resulta muy difícil imaginar que lo que antes eran herramientas ahora pueden ser vejestorios que ocupan peso muerto, no solamente son inútiles para resolver nuevos problemas, son obstáculos para las soluciones que se requieren ante las apremiantes necesidades generadas con la pandemia. Es tiempo de actuar con solidaridad, con paz nuclear, esa paz que brota del núcleo de nuestros corazones. Es tiempo de generar nuevas maneras de organización para el desarrollo social y económico. Turismo sanitaria y ecológicamente sustentable, educación para la biodiversidad y la convivencia tolerante, políticas públicas inclusivas, que es muy distinto a los inclusivismos políticos que algunos se aferran a conservar.

A veces lo más oscuro de la noche precede a un nuevo amanecer. No tenerle miedo a nuevas realidades. Podemos darnos la oportunidad de cuestionarnos si la vida puede ser vida en una diferente normalidad, y si puede ser mejor para la humanidad, las otras especies vivas y para el planeta.

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