superconfidencial

Cuando veo morir a mi pueblo

Por culpa de la pandemia, estoy viendo morir al Puerto de la Cruz poco a poco. Casi todo está cerrado y sólo los aparcamientos, inexplicablemente, se mantienen ocupados: es imposible encontrar un lugar donde estacionar un coche. ¿Dónde está la gente? Pues en sus casas, probablemente. Los mejores restaurantes –hago excepciones– se encuentran cerrados. Los comercios, incluso los más céntricos, no han abierto sus puertas. ¿Qué ocurrirá cuando ya no tengan efecto los ERTE? ¿Cuántas pequeñas y medianas empresas presentarán sus quiebras? Me consta que hay cientos y cientos de alquileres que no se pagan. Y me consta que, por esa causa, están empezando a llegar demandas a los juzgados. Sé también que muchos hoteles van a tardar en abrir y que mucha gente se quedará en la calle. Lo peor está por venir, cuando se acaben los beneficios derivados de los ERTE. Las haciendas, la estatal y la autonómica, son implacables en el cobro de impuestos, en la aplicación estricta de los intereses de demora en caso de impago y en utilizar sus medios coercitivos a su mano para hundir más las economías de las empresas. El panorama que tenemos enfrente es negro. Y no hago otra cosa que sacar conclusiones de la entrevista con el presidente del Gobierno publicada en este periódico. Si se analizan bien sus respuestas no se oculta un pesimismo muy mal disimulado. Octubre va a ser un mes terrible. Y, lo que es peor, si los turistas vinieran –que no lo creo– me da que entonces nos van a traer una situación sanitaria grave. Parece que estamos en un callejón sin salida. Dependemos solamente de los avances de la ciencia. Si se encuentra una vacuna eficaz, o un tratamiento adecuado contra la enfermedad, nos salvaremos. De lo contrario, no quiero ni pensar lo que puede pasar.

TE PUEDE INTERESAR