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“Mi hijo Gabriel se merece que yo luche por el ensañamiento; es lo que sucedió”

Patricia Ramírez, madre de Gabriel Cruz ‘el pescaito’; Premio Taburiente DIARIO DE AVISOS a la Concordia 2018
Patricia Ramírez, madre de Gabriel Cruz ‘el pescaito’; Premio Taburiente DIARIO DE AVISOS a la Concordia 2018. | EL ESPAÑOL

Colgada en una pared, junto a la escalera que conduce a la terraza de la nueva casa de Patricia Ramírez, hay una fotografía del mensaje que Gabriel le dejó escrito la última tarde que madre e hijo se vieron. “Porque me enseñaste a ser como soy. Con un beso fuerte las gracias te doy. Seré como tú cuando sea mayor y estarás siempre en mi corazón”. “Suena a despedida, lo sé”, dice Patricia la noche de este pasado martes, cuando por primera vez abre la puerta de su casa a un medio de comunicación tras el fallecimiento de su hijo, Gabriel Cruz, un niño de ocho años. Ocurrió la tarde del 27 de febrero de 2018. De aquello han pasado ya dos años y cuatro meses.

Cuando el reportero le pregunta por esas palabras a la madre, Patricia responde: “A mí me reconforta ver a mi pescaíto reflejado en ellas. Es duro, pero me hace sentir bien a la vez”.
Patricia concede esta entrevista en exclusiva a DIARIO DE AVISOS/ EL ESPAÑOL coincidiendo con la presentación de su recurso de casación ante el Tribunal Supremo a la última sentencia que condenó a la asesina de su hijo, Ana Julia Quezada. La condenada cumple prisión permanente revisable por un delito de asesinato con alevosía y dos delitos contra la integridad moral de los padres de la víctima.

En febrero de 2020, el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) revisó el fallo dictado a finales de 2019 por la Audiencia Provincial de Almería. El TSJA confirmó la prisión permanente revisable para Quezada y consideró probados los delitos contra la integridad moral de Patricia Ramírez y Ángel Cruz. Pero el TSJA la absolvió de los dos delitos de lesiones psíquicas sobre los padres, que la Audiencia sí había dado por probados previamente. Este hecho rebajó la pena en casi seis años de reclusión. A su vez, el tribunal desestimó la petición del ensañamiento.

Este pasado 23 de junio, Patricia, a través de su nuevo abogado, recurrió de manera unilateral la sentencia. Ya no comparte letrado con su expareja, como sí sucedió hasta esa revisión del TSJA. La madre del niño fallecido sostiene que Ana Julia se ensañó con su hijo y que son evidentes las secuelas psicológicas que ella arrastra.

La casa de Patricia es una oda al mundo marino. Tiene dibujos de pescados por todos sitios. Guarda pequeñas figuras de cerámica y libros con forma de pez llenos de “frases bonitas” que le enviaron niños de varios colegios.

En cajones y armarios guarda cartas de cariño que le han llegado de todo el país. Sobre una caracola se apoya un ninot de una falla valenciana con forma de… -ya saben-. “Con aquello de pescaíto, como yo llamaba a mi hijo, se generó algo precioso en España. Eso es lo realmente importante que debería quedar”, dice la madre.

Patricia vive acompañada de su perra, Maite, a la que adoptó tras la muerte de su hijo, y rodeada por los peces de colores que tiene en varias peceras. Sigue conservando uno que era de Gabriel. El encuentro con Patricia se alarga durante una tarde y la mañana siguiente, pero la grabadora solo registra 50 y pocos minutos.

La ética, el tratamiento respetuoso de la información y de la imagen de su hijo y de la de otras víctimas por parte de los medios de comunicación y de la clase política, y la necesidad de “saber realmente cómo murió Gabriel, aunque duela” sobrevuelan en todo momento la conversación.

Patricia Ramírez, madre de Gabriel Cruz ‘el pescaito’; Premio Taburiente DIARIO DE AVISOS a la Concordia 2018. | EL ESPAÑOL

-¿Cómo se encuentra ahora mismo? ¿Por qué decide dar este paso y conceder esta entrevista?
“El hecho de salir a hablar hoy públicamente no es grato para mí, por la parte de exposición que comporta”.

“Agradezco a la dirección de este periódico que se me haya brindado la ayuda de poder expresarme con libertad y el compromiso adquirido conmigo para asumir el pacto ético que planteo. Existe una necesidad de hablar de las víctimas y de sus necesidades de protección particulares. Mi estado no es el que me gustaría. No me gustaría estar aquí hablando con vosotros de este tema. Pero podemos crear un marco para que los diferentes errores que se han dado en nuestro caso no se repitan. Hay una realidad que no debe contarse ni exponerse”.

-¿En qué momento se encuentra el procedimiento judicial?
“Este miércoles hemos presentado el recurso de casación ante el Supremo. Como sabéis, esta vez soy yo quien se presenta ante el tribunal con abogado y procurador diferentes. Ángel, junto con su abogado, ha decidido no recurrir. Todo ello está motivado porque en este momento procesal que estamos, sobre todo atendiendo al daño psicológico de secuelas, se requiere de una defensa más personalizada. En el escrito, lo que defiendo son las secuelas psicológicas derivadas de aquellos 12 días de búsqueda y de su trato [el de Ana Julia Quezada], así como el ensañamiento sobre mi hijo”.

-¿Contempla que, tras ese recurso, se pueda repetir el juicio?
“A nadie le gustaría que se diera un juicio nuevo, pero sí hacer las cosas un poquito mejor. Ha habido errores que no han sido cometidos de manera consciente, pero creo que mi hijo tiene derecho a que se averigüe exactamente cómo lo mató. El problema es que repetir el juicio supone un coste no solo para mí, sino para la propia familia, la de Ángel… Pedimos que se repita el juicio desde el punto de vista del ensañamiento si no se tienen en cuenta las periciales [se refiere a los informes médicos que su antiguo abogado presentó durante el proceso oral; en ellos se indicaba que Gabriel, antes de morir a manos de Quezada, recibió un golpe por detrás en la cabeza, además de otras lesiones, que dilataron su sufrimiento durante más tiempo que los 20 minutos que dictaminaron los forenses del Estado]. Pero lo hacemos siempre de forma supeditada a la defensa, que sí va a pedir un nuevo juicio por la motivación del jurado y por haberse hecho juicios públicos paralelos, lo que provocaría la presunta indefensión de la asesina”.

(El antiguo letrado de Patricia Ramírez recurrió la sentencia de la Audiencia Provincial de Almería ante el TSJA. El abogado explicaba que la jueza Alejandra Dodero realizó una exposición previa a la deliberación del jurado que coincidía con la postura de la fiscal Elena Fernández Lora, quien sostenía que Ana Julia Quezada había cometido un asesinato con alevosía. El letrado Francisco Torres entendía que no se dio opción a los nueve miembros del jurado de contemplar una lectura más dura de los delitos cometidos, aquella que añadía el ensañamiento y que él sostenía. Según los informes periciales presentados por él acerca de cómo murió Gabriel, los cuales entraban en contradicción con algunos pasajes de la autopsia, el niño sufrió una agresión muy violenta y durante un tiempo pudo salvarle la vida si Ana Julia hubiera pedido ayuda).

– ¿Sigue sosteniendo que la sentencia de la Audiencia y luego la del TSJA no recoge lo que le sucedió a su hijo?
“Sin poder meterme en los aspectos más técnicos del procedimiento, como madre te digo que no estoy nada contenta con la autopsia inicialmente presentada por los forenses del Estado. Esto me llevó a ver las pruebas y ver exactamente que mi hijo no falleció como ella dice. No puedo estar contenta con una sentencia que no contempla lo que pasó, sabiendo que hay fallos en la autopsia y lesiones que inicialmente no se vieron. Y que hubo, como ya se dijo, al menos unos 20 minutos de tiempo en que mi hijo luchó por su vida, aunque nosotros mantenemos que fue más. No puedo estar contenta. Mi hijo se merece que se juzgue a su asesina por lo que hizo, y esto no fue así”.

-Recientemente, un dirigente de VOX en Roquetas de Mar (Almería) usó la imagen de su hijo para criticar las protestas contra el racismo tras la muerte en EE.UU. de George Floyd. ¿Cómo lo vivió y reaccionó usted? Vox acabó cesando a esta persona.
“Aquello pasó dos o tres días antes del cumpleaños de mi hijo, el 16 de junio. Estaba afectada. Comencé a recibir mensajes. Vi la cara de mi hijo en medio del racismo. Fui clara el primer día [en un vídeo remitido a los medios de comunicación] diciendo que esto nada tenía que ver con el color de la piel. Me llevé un disgusto notable. Pido disculpas por haberme dejado llevar de vientre y mostrar mi dolor. Pero soy mamá. Mi hijo murió, pero yo sigo siendo su mamá y me nace defenderlo. Cuesta mucho trabajo verlo en una foto vinculado a la palabra estrangulamiento, negra, racismo, con su asesina. Yo solo pido que se entienda que, cuando se van los que van, siguen teniendo derechos. Es un menor y nada tiene que ver con esto”.

-Algunos medios publicaron que usted arremetió contra VOX.
“Yo no arremetí contra VOX, arremetí contra el uso inapropiado de la imagen de mi hijo. En el vídeo que mandé por redes pido lo mismo, como he hecho en otras ocasiones de manera privada con PP, PSOE o IU cuando se le ha vinculado a cosas como la prisión permanente revisable. Yo no tengo nada contra nadie, sino contra el uso inapropiado de la imagen de mi hijo. De manera privada le hice llegar mi sentir a la dirección nacional de VOX. Estaban al tanto, pero les solicité ayuda para que se sumen al pacto ético que propongo. Me manifestaron su malestar y me dijeron que no se sentían representados por esta situación.

Les invité a sumarse a este pacto para protegerme a mí y a mi hijo. No me he mostrado nunca a favor de ningún partido político. Quiero dejar claro que, aunque todo el mundo diga que soy de Podemos, se equivocan. Esto fue el padre de mi hijo en un momento determinado. Nunca he estado afiliada a un partido político. Creo que por la línea que lleva mi vida no lo estaré nunca y creo que lo que yo sienta con mi ideología, así como si estoy a favor de la prisión permanente o no, o de los inmigrantes o no, pertenece al ámbito de mi intimidad. No tengo por qué exponerlo públicamente”.

-¿Tuvo respuesta por parte de la dirección de VOX a esa propuesta de sumarse al pacto ético que plantea?
“Me dijeron que lo iban a intentar solucionar y evitar el daño gratuito ocasionado, y que desde luego estaban a mi entera disposición. Me gustaría hacer extensible esta petición que he trasladado a VOX, PSOE, IU, Podemos, PP … Es un derecho que a las víctimas, sin nuestro consentimiento, no se nos utilice para ideologías políticas. Debe ser un pacto de Estado entre los medios de comunicación y el poder. Estamos ante una oportunidad para cambiar el marco en el que nos estamos moviendo”.

-¿Piensa que existe falta de empatía con víctimas y familiares por parte de la clase política y de los periodistas?
“Yo creo que hay desconocimiento con las víctimas y con los desaparecidos por parte de los medios de comunicación y, evidentemente, por los dirigentes políticos y por la sociedad en general. Yo tuve la suerte de que la sociedad se sensibilizó con Gabriel. Si me estás preguntando si me he sentido protegida, a veces no. Lo único que pido son cosas de sentido común. Quiero que esto sirva para, poco a poco, cambiar las cosas. Creo que hay una necesidad de ponernos de acuerdo víctimas, jueces, políticos y medios de comunicación para crear un marco donde sí se pueda poner en valor esa empatía, y explicar qué pasa en un procedimiento si se filtra, qué pasa si se hacen juicios públicos paralelos… Corremos el riesgo no de que no se haga justicia, sino de que te lo repitan por algo que tú no puedas controlar. Recuerdo que estuviste en Las Hortichuelas [una pedanía de Níjar, Almería, donde Gabriel pasaba el puente del Día de Andalucía junto a su padre, la pareja de este y la abuela paterna], y que hablamos después de que apareciera, el día antes de que hiciera la rueda de prensa la Guardia Civil. Hablamos de cómo se había puesto en riesgo la vida de mi hijo. Ellos fueron taxativos. Explicaron que en los tres últimos días, por la cantidad de medios de comunicación que había, se abortaron diferentes dispositivos y se llegó a poner en riesgo la vida de mi hijo en caso de que hubiera estado vivo. Obedecíais a órdenes de vuestro trabajo sin saber hasta qué punto estaban yendo en contra de la investigación. No creo que haya que hacer manuales, pero sí suscribir compromisos éticos. Nunca me he negado a cogerle el teléfono a nadie. Pero la solución no está solo en escuchar a la víctima, han de existir unas reglas mínimas”.

-¿Cómo vivió aquellos días en los que se buscó a su hijo?
“Yo podría estar enfadada con todo esto. De hecho, pasé mucho miedo. Un miedo espantoso. Por si no lo podían llamar o no podía coger el teléfono [se barajó un rapto hasta el hallazgo del cadáver del niño en el maletero del coche de Quezada]. Igual que digo esto, vi a muchos compañeros tuyos llorando. A mí me gusta ser justa. Y si vengo aquí es para tender también la mano. Yo tuve la suerte, a diferencia de otros, de encontrar a mi hijo, gracias, en parte, a la presencia mediática. Se movilizó una sociedad entera. A partir de ahí, hay una contrapartida. Esa presión mediática pudo echar al traste la investigación. Si le damos la vuelta, podemos aprender de todo esto. No por ello voy a dejar de defender la imagen de mi hijo. Me da igual que me llamen la loca de la foto, pero es que es mi hijo no ha dejado de serlo porque falleciera”.

-Hay una frase que le he escuchado varias veces antes de comenzar a grabar la entrevista: “Yo no voy a dejar de ser madre hasta que me muera”.
“Antes me preguntabas si quiero un juicio nuevo. Como madre, sí, por hacerle justicia, porque fue lo que pasó. Y si esta es la única vía pues claro que lo quieres. Pero, como ciudadana, sabiendo el funcionamiento de la justicia, lo que comporta… Qué horror. Sabiendo todo esto, no lo pides. Pero como madre lo que te sale es defender lo que pasó. Y si no fue así, que me lo expliquen científicamente. Que no me digan: ‘No atendemos vuestras pruebas porque las han hecho médicos que salvan vidas’. Quiero que nos digan: ‘Esta lesión es imposible por esto, por esto y por esto’. Que nos lo digan de manera científica. Creo que nos merecemos, aunque sea duro, saber cómo se fue nuestro hijo. Sobre todo, por poder juzgar los hechos adecuadamente y no dar por hecho la versión que ella da, porque no está refutada científicamente”.

-Usted y el padre de su hijo pidieron que el juicio se celebrara a puerta cerrada y que se encargara de él un tribunal profesional y no un jurado. ¿Piensa que la sentencia hubiera sido otra?
“Por supuesto que sí. Yo lo peleé y lo pedí a la Fiscalía General del Estado, al Ministerio del Interior, Defensor del Menor, delegación de víctimas… Yo he sido recriminada por eso por algunos medios. Pero también apoyada por los propios jueces. A puerta cerrada se hubiese permitido que los testigos hablásemos sin miedo a que se supieran o se conocieran determinadas cosas escabrosas que nada tienen que ver con la opinión pública, pero que sí tienen que ver con el procedimiento. Hay dos problemas con los juicios populares cuando han tenido tanto eco social. Uno es que se motive o induzca al jurado por parte del juez. Y el otro es que se hagan juicios públicos paralelos. [En este caso] los juicios públicos paralelos se hicieron en la instrucción, en la fase penal y, hoy por hoy, se siguen haciendo, se siguen emitiendo documentales como el que hizo Equipo de Investigación, sabiendo, además, que es una causa abierta. Se puede volver a repetir el juicio por esto. A tu pregunta, por supuesto que sí. Tres magistrados está claro que tienen un conocimiento más exhaustivo [que los nueve miembros de un jurado] para discernir un asesinato de un homicidio, una premeditación, una alevosía, y desde luego no se dejan influenciar por la opinión pública. Tampoco se puede permitir que en un titular se diga ‘lo asfixió’ , porque lo haya dicho mi abogado en su alegato, o ‘le metió una somanta de palos”.

-¿Cuánto le duele a una madre tener que escuchar o leer este tipo de cosas?
[Silencio. Es la primera vez que Patricia Ramírez es incapaz de contener el llanto durante seis o siete segundos]. “Esto, sin atención psicológica, en este caso privada, es imposible vivir. Yo por mí tiraba la toalla. No estaría hablando contigo ni defendiéndolo. Me escondería debajo de una piedra a descansar, porque lo necesito. Pero luego está la madre, que no ha muerto, que quiere defender a su hijo con las herramientas legales al alcance y en honor de lo que pasó”.

-¿Cómo vivió el juicio?
“Con mucho miedo. Cuando declaré iba más tranquila porque sabía que las pruebas estaban cerradas para los que vivimos la tragedia desde más cerca. Pero claro que tenía miedo, a diario. Y tensión también. La primera hostia la recibí en el alegato final de mi abogado al explicar lo que creía que le había pasado a nuestro hijo. Eso se saca en todos los titulares. ‘Lo apaleó’, ‘lo quiso descuartizar’ … Pues imagina. Después de pedir un pacto ético, de escribir cartas a jueces, a asociaciones de derechos humanos… Pensé en los compañeros de mi hijo, que se iban a enterar. Se les puede quedar las sonrisas y los pescados, o se les puede quedar esto”.

-¿Cómo fue el momento de tener que declarar estando Ana Julia Quezada a unos metros de usted?
“El estatuto de las víctimas establece que existen unas medidas de protección. Dentro de esas medidas, se puede pedir declarar por videoconferencia, con biombo… En el caso de dos o tres testigos se pidió expresamente el biombo. No fue en mi caso ni en el del padre. Cuando yo entré a declarar, no había ningún biombo. Ángel, al final, solicitó que se le pusiera porque una cosa es tu pretensión y otra la situación que se te da en el juicio. Él lo pidió ese mismo día. Yo no le dije a nadie ese día que me quitara el biombo, previamente ya se sabía. Pero que nadie piense que yo la perdono por ese gesto que tuve”.

-¿Piensa que lo que sucedió en Burgos, donde una hija de Ana Julia Quezada murió tras caer una madrugada desde la ventana de su casa, y que se investigó a medias, muestra una forma de actuar de esta mujer?
“Sí, claro. Pero en el juicio nadie se detuvo mucho en analizar esto”.

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