tribuna

Presente un recurso por ventanilla

Ante el auto de la jueza que anula la orden de confinamiento de Torra en los rebrotes de Lleida, Carmen Calvo le ha dicho que presente un recurso. Voy a hacer un poco de esperpento, porque el caso bien lo merece. ¿El coronavirus se puede recurrir? ¿Y en el supuesto de que esto fuera factible, dónde hay que presentar la alegación correspondiente? ¿Se puede luchar contra una pandemia en los tribunales? Entonces, si esto es un asunto que puede estar en manos de los jueces, sobran el doctor Simón y el ministro Illa. La profesora de Derecho Constitucional se los ha cargado de un plumazo. Lo siento, pero no puedo tomármelo sino a broma. Ya tuvimos un problema reglamentario con los PCR y la Ley de Protección de Datos. Yo creo que los virus pueden llegar a pensar que estamos de cachondeo, y que ellos solitos son capaces de cargarse el Estado de Derecho. Mira tú por dónde.
Ahora resulta que entre las medidas preventivas no solo hay que lavarse las manos con gel hidroalcohólico, ponerse guantes, usar mascarilla, guardar la distancia, sino, además, cogérsela con papel de fumar, no sea que, vulnerando los principios constitucionales, acabemos todos en la cárcel. Se detecta un empacho de aplicación jurídica a todos los problemas. Por eso, los protocolos de urgencia deberán ser sometidos a la lentitud de los procedimientos, en una situación de disparatado enloquecimiento. ¡Presente usted un recurso que ya lo resolverán los tribunales! Y mientras tanto, el virus come que te come, con la ventaja del factor añadido que favorece su crecimiento descontrolado al aplicarle la legislación vigente, como se hace con los indiferentes. Ya saben, esa norma funcionarial que dice: a los amigos, el culo, a los enemigos, por el culo, y a los indiferentes la legislación vigente. No me gustaría vivir en el Sebriá y tener que depender del fallo de una jueza, y del desamparo normativo de quien me mete en cintura recordándome hasta donde llegan mis competencias.
¡Mare de Deu! me parece escuchar a un desesperado tendero que no sabe a quién hacer caso para abrir su negocio. Igual tiene derecho a hacerlo, aunque se contagien todos sus clientes. Todo porque lo dicta un papel, según cantaba Antonio Machín. Yo creo que en este caso sería recomendable aplicar la letra, más libre, de otro bolero. Ese que dice: “Sin firmar un documento, sin mediar un previo aviso”. Cuando las ganas aprietan no hay que aguardar a que se firmen las autorizaciones. De todas las maneras, pienso que esta puede ser una fórmula acertada, porque en lo que se resuelven los litigios habremos elevado el número de contagios y por fin podremos llegar a esa tan ansiada inmunidad de rebaño. Rebaño ya lo somos. Lo que pongo en duda es que por el hecho de serlo estemos protegidos ante las peores amenazas, que no siempre son biológicas. ¿Quién nos preservará de la estupidez? Yo, por si acaso, sigo sin salir de casa, lo diga un juez, una ministra o el president. No me voy a jugar la vida por ninguno de estos. Les recomiendo que hagan lo mismo.

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