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Trump 2024: la saga del magnate está lejos de finalizar

Mientras el mundo piensa que las elecciones en Estados Unidos ya han concluido, el presidente Donald Trump continúa su campaña de descrédito hacia el proceso electoral

Mientras el mundo piensa que las elecciones en Estados Unidos ya han concluido, el presidente Donald Trump continúa su campaña de descrédito hacia el proceso electoral, sus litigios sin pruebas, y engrosando su cuenta corriente con el dinero de los incautos convencidos de que todavía los resultados pueden variar.

Lejos de admitir públicamente su derrota, Trump mantiene su juego por varias razones. Por una parte, trata de aplazar al máximo el tener que responder ante la Justicia por los procesos abiertos en su contra mientras decide si se auto indulta y otorga el perdón presidencial a su familia. Por otra parte, esta maniobra le sirve para seguir pidiendo dinero a sus fanáticos que alegremente se lo proporcionan, incluso en medio de una pandemia y en algunos casos con muy pocos recursos, que a Trump le viene muy bien para saldar algunas de sus deudas. En concreto, tras las elecciones, Donald Trump ya ha recolectado más de 170 millones de dólares con el pretexto de pagar a los abogados bajo falsas pretensiones de ser víctima de un robo electoral, aun cuando en la letra pequeña de los formularios de donaciones se especifica que el dinero podrá ser utilizado para pagar los compromisos previos del presidente. Un fraude en toda regla: a Trump le conviene continuar tocando el violín mientras arde Roma.

¿Hasta dónde es capaz de llegar Trump?

Definitivamente hasta donde se lo permitan. Incluso cuando sus afirmaciones infundadas de haber realmente ganado las elecciones de 2020 no parecen ir a ninguna parte, Trump parece ser un virus nefasto para el que nunca habrá vacuna, imposible de erradicar. Para todos los que llegaron a pensar que la derrota significaría no tener que volver a aguantarlo más, dos platos: Trump está considerando seriamente lanzar una oferta para 2024.

El golpe salpica a los republicanos que están pensando en postularse para las próximas elecciones presidenciales, a los que un movimiento rápido de Trump para posicionarse para un regreso deja sin opciones, permitiendo que Trump continúe planteando preguntas sobre la legitimidad de la presidencia de Joe Biden una vez que el presidente electo asuma el cargo en enero. Es decir, una ladilla.

Una pataleta de 46 minutos

Trump publicó esta semana un discurso de 46 minutos en las redes sociales sobre su batalla legal. En este caso, el discurso fue especialmente editado: un asalto más a la democracia con premeditación y alevosía, en el que repitió hasta la saciedad afirmaciones desacreditadas y teorías de conspiración sobre las elecciones sin evidencia, que han sido rechazadas en los tribunales, pidiendo que se anulen los resultados en varios estados. Tratando de dar seriedad a sus disparates, Trump se apoyó en gráficos que parecían ser versiones ampliadas de imágenes que tuiteó desde el día de las elecciones, alegando que prueban un fraude cuando simplemente muestran el flujo habitual de conteo de papeletas. Todo esto como parte de su puesta en escena, mientras coquetea con la idea de pasarse los próximos cuatro años dando la tabarra para regresar en 2024.

Los planes para 2024

La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Kayleigh McEnany, se hizo la sueca con respecto a los rumores de la nueva campaña de Trump, insistiendo en que el presidente todavía está luchando para desenmascarar el fraude de 2020 y ganar las elecciones actuales, para luego añadir, que si llegara a perder “está considerando al 100% una carrera en 2024″. Según los medios estadounidenses, un exasesor de campaña dijo que están trabajando bajo el supuesto de que se presentará nuevamente y que podría anunciarlo para fin de año o poco antes del día de la inauguración.

Los republicanos aplauden la idea

Los republicanos del Congreso tardaron en sumarse a la campaña de Donald Trump en 2016. Pero ahora las cosas son diferentes y el presidente tendrá mucho apoyo en el Capitolio en caso de que se presente nuevamente en 2024. Incluso en la derrota, el control de Trump sobre el partido sigue siendo fuerte. En una serie de entrevistas de esta semana, los republicanos de la Cámara y el Senado dejaron en claro que el partido no tiene la intención de darle la espalda al trumpismo, ni al propio Trump, debido a que sigue siendo una figura extremadamente popular entre sus filas. Sin embargo, algunos republicanos se negaron a discutir la carrera de 2024, por considerarla demasiado especulativa.

El cálculo político también es claro. Si bien pronto perderá la Oficina Oval, todavía tendrá su cuenta de Twitter y seguirá teniendo un control firme de su base. Los republicanos son reacios a desligarse de Trump, quien podría desempeñar un papel central en las primarias del Senado y la Cámara en 2022 y crear problemas para los gobernantes que rompan con él.
A medida que Trump se da cuenta de que está siendo reemplazado por Joe Biden, el presidente está comenzando a jugar públicamente con una oferta de regreso dentro de cuatro años. Y los republicanos muestran poco interés en desafiar al presidente que rápidamente transformó su partido. Muchos se han negado a reconocer a Biden como presidente electo y pocos han condenado sus infundadas afirmaciones de fraude electoral.

Algunos republicanos se han cansado de que se les pregunte sobre los diversos tuits y controversias de Trump, incluida la amenaza de esta semana de vetar un proyecto de ley de defensa y los informes de que podría perdonar a miembros de su círculo íntimo. Pero muchos de los senadores republicanos más nuevos, en particular los de los estados rojos, apoyan abiertamente la posible tercera candidatura de Trump a la presidencia. Si Trump lanza otra oferta, podría obligar a otros republicanos que han estado esperando entre bastidores a posponer sus ambiciones presidenciales durante otros cuatro años.

La idea de Trump como candidato republicano durante tres ciclos consecutivos podría obstaculizar las ambiciones de toda una generación de republicanos. No se espera que Donald Trump asista a la toma de posesión de su sucesor ni siquiera lo llame, pero podría realizar un acto de campaña el 20 de enero, demostrando así sus mañas de mal perdedor y falta de clase. El presidente está discutiendo la posibilidad de anunciar una campaña para retomar la Casa Blanca en 2024 el día de la inauguración omitiendo la juramentación de Joe Biden.

Hay una “planificación preliminar” en marcha para un acto ese mismo día, para poner en marcha la nueva candidatura, aunque es posible que el presidente pueda hacer el anuncio antes. También hay rumores de que planea organizar una manifestación ese mismo día.

Trump ya ha recaudado millones de dólares para su comité de acción política de liderazgo, Save America, que se lanzó el mes pasado como un vehículo intermediario para financiar sus planes posteriores a la presidencia. Aunque se han enviado casi 500 correos electrónicos en busca de donaciones para un “fondo de defensa electoral”, la letra pequeña estipula que hasta un 75 por ciento puede destinarse al nuevo grupo o al pago de deudas. La campaña de Biden no espera una transición tradicional y anticiparon que Trump no invitará a Biden a la Casa Blanca.

La toma de posesión

Con solo 44 días para la toma de posesión, el equipo de Biden ha estado sentando las bases para la próxima inauguración: una tarea complicada aún más este año por el impacto de la COVID. Según los organizadores, el acto no pondrá a nadie en peligro aceptando que no será una juramentación tradicional.

Por ahora, los preparativos van viento en popa, y desde la Casa Blanca se perciben cada día los ruidos de las obras de construcción del escenario, que para el presidente actual, debe sonar al montaje de su cadalso.

Habrá que esperar y seguir de cerca los próximos acontecimientos, porque mientras Trump continúe en activo, y salvando las distancias, el mundo no podrá exclamar con alivio que “muerto el perro, se acabó la rabia”.

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