el charco hondo

Bambi

Como Bambi recién nacido, torpes, teniéndose malamente en pie, inseguros, encontrándose con un mundo desconocido -o reencontrándose, depende-. Así se sentirán, cual cervatillos perdidos en el bosque, desconcertados, temerosos. Cuando esta noche sean las 22:00 sus cuerpo harán por salir corriendo para casa. Han sido tantas semanas con el toque de queda a las 22.00 que el cerebro, de oficio, por defecto, cuando den las diez les dictará que hay que darse prisa, no sea qué. Hace tanto que no están en la calle de 22.00 a 23.00 que probablemente no sepan qué hacer, cómo comportarse, dónde ir, de qué manera gestionar sesenta minutos con los que han dejado de contar, una hora a la perdieron la pista, el hábito, el pulso. Incluso dudarán. Se preguntarán si efectivamente han ampliado el horario o si, como está ocurriendo con otras medidas, la confusión reinante los ha llevado creer lo que no toca con las restricciones horarias. La alternativa es no salir. La única manera de no meter la pata -de no liarse- es quedarse en casa. Solo atrincherándose en la azotea, el salón o la cocina podrán estar seguros de que no están saltándose alguna medida. Pero la tentación de recuperar esos sesenta minutos, y la curiosidad, pesan más que la tranquilidad normativa que brinda el hogar -dulce hogar-. Con responsabilidad, claro que sí, y sentido común, faltaría más; pero, si les dan una horita más, a por ella. No pierden de vista que en algún momento -en el futuro hipotético- la noche dejará de estar penalizada, así que reconquistar el tramo de 22.00 a 23.00 dibuja el inicio de la transición que debe llevarlos de la libertad condicional a la libertad, a secas. La noche, qué cosa -era-. Del confinamiento a la desescalada, a los semáforos o los corralitos territoriales, han acumulado tantos meses alejados de la noche que empiezan a recordarla como se recuerdan los amores de la adolescencia, los fines de semana universitarios -de tres o cuatro días o los viajes mochileros-, el uniforme del colegio y los veranos de la infancia. Hace meses que solo conjugan el verbo noche en pasado, en un pretérito cada vez más alejado. Hoy recuperarán una hora. Huele a reconquista, regreso, resurrección parcial. Tienen tan poca práctica que igual no sabrán que hacer con esa hora de más. Quienes hoy estén en la calle a las 22.01 volverán a un tiempo desconocido -ya nos lo contarán; porque yo no salgo, nunca he sido mucho de salir-.

TE PUEDE INTERESAR