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La distribución de vacunas en Estados Unidos lleva un alarmante retraso

Biden: “A este ritmo, inmunizar el país va a llevar años, no meses”
VACUNAS COVID

VACUNAS COVID

La vacuna contra la COVID-19 es la mejor noticia que el mundo ha recibido en 2020. A sabiendas de que conseguir el remedio contra el coronavirus era cuestión de pocos meses, Estados Unidos empezó a diseñar de forma diligente una estrategia para la distribución y administración de vacunas en el país. O eso pensaron muchos.

El Gobierno actual, por medio de su Secretario de Salud, Alex Azar, adelantaba con orgullo que 20 millones de estadounidenses habrían sido inoculados antes de finalizar el año, refiriéndose a 2020, no a 2021. Para el 31 de diciembre, solo dos millones de vacunas habían sido administradas, poniendo gravemente en peligro el éxito del plan de una recuperación económica de cara al verano.

El presidente electo, Joe Biden, denunció la demora en el suministro de vacunas. “Como temí y advertí durante mucho tiempo, el esfuerzo por distribuir y administrar la vacuna no está progresando como debería”, dijo Biden, en declaraciones sobre la crisis de la COVID.

Años, no meses

Joe Biden dijo que si el programa de vacunación continúa al ritmo actual “se necesitarán años, no meses, para vacunar al pueblo estadounidense”. Se han distribuido alrededor de 12 millones de dosis de vacunas COVID-19, de las cuales, dos millones ya han sido inyectadas en pacientes, una cifra muchísimo menor de lo esperado, ya que estamos hablando de un millón de pacientes (la vacuna de Pfizer exige dos dosis para ser efectiva).

El presidente electo ha elaborado un plan para distribuir 100 millones de vacunas, suficientes para cubrir a 50 millones de personas, en sus primeros 100 días en el cargo. Reiteró el martes que el Congreso necesitaría proporcionar los fondos necesarios para alcanzar ese objetivo, fondos que no han sido planeados ni adjudicados, gracias a la incompetencia de la Administración actual.

Sin embargo, Biden advirtió de que incluso con la financiación, vacunar a toda la población de Estados Unidos llevará tiempo: si las vacunas se incrementaran a un millón de inyecciones por día, aún tardarían meses en vacunar a la mayoría de la población. Ahora mismo, están tardando un mes en vacunar a un millón de personas.

“Este será el mayor desafío operativo que jamás hayamos enfrentado como nación”, dijo Biden. “Vamos a lograrlo. Pero va a requerir un gran esfuerzo nuevo que aún no está en marcha”.

Hay lugar para la esperanza

El doctor Anthony Fauci, principal experto en enfermedades infecciosas de Estados Unidos, afirmó en la cadena de televisión CNN que está “bastante seguro” de que una vacuna COVID-19 estará disponible para la mayoría de los estadounidenses en abril, dejando entender que con un programa integral de vacunas nuevas, el inicio es siempre lento antes de cobrar impulso.

El presidente electo se comprometió el martes a “mover cielo y tierra” una vez que asuma el cargo de presidente el próximo mes para vacunar a la población estadounidense. Dijo que invocaría la Ley de Producción de Defensa para acelerar la creación de los materiales necesarios para las vacunas y el equipo de protección personal.

Mientras que Donald Trump no acepta su derrota, continúa sus ridículos argumentos de que ganó las elecciones y hubo fraude electoral, y sigue jugando al golf en Florida, tanto Joe Biden como la vicepresidenta electa Kamala Harris se han reunido con funcionarios estatales y municipales de ambos partidos para acelerar los esfuerzos de distribución de vacunas.

El nuevo presidente dijo que su administración planea establecer puntos de vacunación y que enviará unidades móviles a comunidades de difícil acceso, acentuando la importancia de una distribución equitativa.

El presidente electo también hizo referencia a los temores y dudas que sienten muchos estadounidenses sobre la inmunización, particularmente entre las minorías, y señaló que su administración lanzará una “campaña masiva de educación pública para aumentar la aceptación de la vacuna”.

Trump aún no ha recibido la vacuna y no se le administrará una hasta que sea recomendada por el equipo médico de la Casa Blanca, indicó previamente a CNN un funcionario de la Casa Blanca. Las autoridades sanitarias del país han establecido que las vacunas deben ofrecerse a las personas previamente infectadas con el coronavirus, como lo hizo Trump a principios de octubre.

Primera dosis

El presidente electo recibió la primera dosis de la vacuna contra el coronavirus de Pfizer/BioNTech la semana pasada, y Harris recibió la primera dosis de la vacuna Moderna COVID-19 esta semana. Al vicepresidente Mike Pence se le administró la vacuna antes que a Biden.

El primer desafío para un programa de inmunización que tenga éxito es generar la confianza del público. El segundo reto en Estados Unidos requiere superar las barreras vinculadas a la pobreza, el racismo y las condiciones sociales que han contribuido a una peor salud de las comunidades pobres y minoritarias mucho antes de la pandemia. El Gobierno actual ha dejado en manos de los estados hacer frente a estos obstáculos.

Estos ciudadanos menos favorecidos podrían no recibir la vacuna si no pueden trasladarse a los puntos de vacunación, o tienen dificultades por el idioma, o carecen de medios para hacer citas por internet. Asimismo, muchos no pueden permitirse faltar al trabajo para vacunarse si la espera o el viaje puede llevar horas, ya que podrían perder su empleo.

El punto de partida para planificar la campaña de inmunización equitativa depende de asegurar que sea accesible y disponible en los centros de pruebas de coronavirus y a cualquier hora. Por ese motivo los Gobiernos estatales y municipales están pensando en hacer que las vacunas estén disponibles en lugares como farmacias, iglesias, oficinas, unidades móviles, clínicas de salud pública, centros de salud calificados a nivel federal, universidades comunitarias, tiendas de comestibles, así como en algunos consultorios médicos, y opciones fuera de horas de trabajo y sin cita previa. Un ambicioso plan que requiere estrategia, dinero y mano de obra para ejecutarlo, especialmente teniendo en cuenta la dificultad logística que presenta una vacuna como la de Pfizer, que además de las dosis tiene que ser conservada a temperaturas de -70 grados centígrados.

Boicot a las vacunas

Como en todas partes hay desaprensivos e irresponsables, ya empezaron a producirse algunos sabotajes a un plan de por sí complicado. Unas 500 dosis de vacuna contra el coronavirus fueron destruidas intencionalmente en un hospital de Wisconsin. Al parecer un empleado de un centro médico, quien ya fue despedido, sacó del refrigerador 57 viales de la vacuna con la intención de echarlas a perder, lo que obligó a los trabajadores a tener que desechar centenares de dosis.

Los funcionarios del Aurora Medical Center temieron inicialmente que las vacunas Moderna (cuya temperatura tiene que mantenerse entre 2 y 7 grados) se habían dejado fuera de la nevera, pero durante la investigación el individuo reconoció que las sacó a propósito. La vacuna aguanta hasta 12 horas a temperatura ambiente, pero no hubo forma de salvar el preciado remedio.

Carbón para Donald Trump

Donald Trump sigue incitando a la sedición al tratar de forzar la mano de los republicanos en el Senado para que conviertan en un circo el proceso de confirmación de los votos de los colegios electorales, una simple formalidad, a principios de enero. La objeción de los conservadores más radicales provocará que se someta a votación, lo cual si bien no cambiará el resultado (estaríamos hablando de prácticamente un autogolpe para permanecer en el poder), sí retrasará la culminación del proceso. Al mismo tiempo, Trump está alentando a sus fanáticos, que tristemente siguen siendo muchos, a que lleven a cabo “protestas salvajes” en la capital de la nación ese día, graznando sin parar en las redes sociales que le han robado las elecciones. Muchos temen que se produzcan actos violentos ese día, pero al margen del caos que derive de la actitud de mal perdedor del presidente saliente, nada va a cambiar. Donald Trump espera, con la misma ilusión de cualquier niño, que los Reyes Magos le dejen en el Congreso un regalo el 6 de enero. Tendremos que sufrir su pataleta cuando descubra que le han dejado, nada más y nada menos, lo que traen los Magos de Oriente a los que se portan mal…

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