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López Aguilar: “Esgrimir las mismas banderas de la extrema derecha solo sirve para legitimarla”

Pero en tiempos de turbulencias, mejor no dar nada por sentado, como acabamos de ver en EE.UU
El exministro de Justicia Juan Fernando López Aguilar. Sergio Méndez
El exministro de Justicia Juan Fernando López Aguilar. Sergio Méndez
El exministro de Justicia Juan Fernando López Aguilar. Sergio Méndez

El exministro de Justicia Juan Fernando López Aguilar tiene algo quijotesco que atrae a muchos y disgusta a otros. Catedrático de Derecho Constitucional, acaba de publicar Parlamento Europeo: una experiencia única, un libro sobre la institución donde lleva trabajando como parlamentario desde 2009 y donde actualmente preside la Comisión de Libertades, Justicia e Interior. Para la UE, 2020 fue, a pesar de los pesares, un año importante en el que consiguió culminar, unida hasta el final, el largo proceso del brexit y aprobó un fondo de reconstrucción de 750.000 millones de euros para paliar la crisis económica producida por el coronavirus. Pero en tiempos de turbulencias, mejor no dar nada por sentado, como acabamos de ver en EE.UU.

-Cosas como el asalto al Capitolio reflejan la fragilidad de la democracia, ¿no cree?
“Siempre ha sido una flor muy frágil, como lo es la libertad, que es su fundamento. Pero lo más pavoroso es que, ante la irreversibilidad de la globalización y de su complejidad, hay un número cada vez mayor de gente que ha elegido las mentiras en las que quiere creer y se ha inmunizado frente a la verdad. Yo no creo que la gente que asaltó el Capitolio lo hiciera convencida de que ha habido fraude electoral, aunque lo repitan como un mantra, el hecho de que Trump haya perdido las elecciones les resulta insoportable y prefieren reaccionar de manera energuménica”.

-¿Usted cree que Trump es un fascista?
“Yo no tengo ninguna duda de que el fascismo existe y de que regurgita de manera recurrente. Ya no usa gomina ni botas de charol, ni correajes o uniformes paramilitares. Pero los comportamientos distintivamente fascistas están vigentes: este desprecio absoluto a la alteridad, a los procedimientos de la democracia, a las minorías que algún día se pueden convertir en mayorías, esa actitud de violencia es típicamente fascista. Y Trump la tiene”.

-¿Hasta qué punto ha mirado el establishment republicano a otro lado mientras Trump hacía de los suyas?
“EE.UU. es una sociedad caleidoscópica inabarcable para la retina. Y no es lo mismo un demócrata del sur de los EE.UU. que uno de la Costa Este. Ni un republicano de Texas que uno de Oregón. Aun así, el Partido Republicano ha sido laminado y arrasado por el poder del dinero y esa forma de hacer política fascistizante que ha encarnado Trump. Y no está claro que vaya a poder recuperarse”.

-Esto es una llamada de atención para los grandes partidos de la derecha europea, ¿no?
“Hace tiempo que muchos venimos denunciando que un defecto censurable de la derecha mainstream de la UE ha sido el de pensar que esgrimiendo algunas de las banderas de la extrema derecha iba a conseguir contenerla. Y es un craso error, solo la legitimas. La experiencia lo ha demostrado empíricamente. Sarkozy abrazó un discurso durísimo frente a la inmigración y la diversidad, y mire Marine Le Pen, que ha llegado a tener el 43% de los votos en las últimas presidenciales frente a Macron”.

-Cambiemos de tema: acaba usted de publicar Parlamento Europeo: una experiencia única. ¿Cuál era el objetivo?
“A pesar de los años que llevo en la política institucional, soy un constitucionalista que sigue investigando, y he observado que existe un vacío sobre el carácter único que tiene el Parlamento Europeo, la única institución directamente elegida en la Unión Europea. Y eso a pesar de que legisla sobre todo tipo de cuestiones, puede rechazar a los comisarios europeos en el examen previo a su acceso a la cartera o se precisa su ratificación para que entre en vigor cualquier tratado internacional negociado por la U.E. Sin embargo, es escasamente conocido por la ciudadanía a la que representa. Ese divorcio entre el impacto que tiene y su poca capacidad de atracción me resulta democráticamente insoportable. Y no es por un tema de transparencia, porque su registro de actividades es de los más transparentes del mundo y todas las actividades que desempeña se pueden seguir en vivo y en directo”.

-¿Se percibe entonces como un ámbito menor frente al otro órgano legislativo, el Consejo, donde están los representantes de los ministerios de los distintos países?
“A partir de la entrada en vigor del Tratado de Lisboa, en 2009, el Parlamento Europeo, que antes era una especie de ágora donde se debatía sobre muchas cuestiones, pero con escasa influencia práctica, se ha convertido en un órgano legislativo pleno. Para que haya una ley europea o una decisión que llegue a afectar a la ciudadanía, es preciso que la adopten el Consejo por mayoría cualificada y el Parlamento por mayoría absoluta. Pero es cierto que ese proceso institucional, que tiene una gran sofisticación, se produce en una esfera que escapa demasiado a menudo de la retina de los ciudadanos. ¿Por qué se produce esta sensación de distancia? Seguramente porque no hay medios de comunicación europeos que establezcan los vínculos de conexión de la ciudadanía representada en el Parlamento. Tampoco hay una presencia en los medios convencionales escritos, radios y televisiones del proceso legislativo. Y lo que aparece en las redes es muchas veces fragmentario y desinformativo. A eso, añada el multilingûismo y la dificultad de articular un demos europeo”.

-Uno de los clichés sobre el Parlamento Europeo es que es un cementerio de elefantes donde se trabaja bien poco…
“Por eso hablaba de desinformación. Lejos de ser un balneario, el Parlamento Europeo es un lugar cuyo ritmo e intensidad es mayor que el de muchos parlamentos nacionales, que suelen tener semanas blancas y meses vacantes. En el Parlamento Europeo se trabaja todas las semanas del año, salvo las de agosto. Además, la complejidad del procedimiento legislativo, el carácter plurilingüe de las negociaciones y la viveza de los debates exigen un nivel de dedicación muy absorbente. Es cierto que hay gente con una gran mochila de experiencia política, pero cada vez es más frecuente quien, después de su paso por el Parlamento europeo, llega a ser ministro o primer ministro de su país. Ahí están los casos de Helle Thorning-Schmidt, que luego fue primera ministra danesa, Andrei Plenkovictz, luego primer ministro de Croacia o Matteo Salvini, luego vicprimer ministro de Italia. Entre otros”.

-Usted destaca en su libro que los europarlamentarios tienen un gran margen de actuación, más que los diputados de los parlamentos nacionales…
“Eso es así. Muchos parlamentos nacionales se caracterizan por tener un parlamentarismo estructurado y rígido donde los grupos parlamentarios son los protagonistas y encuadran la acción de los parlamentarios. Yo fui portavoz de Justicia e Interior en el Congreso, y mis intervenciones eran en esos temas, nadie esperaba de mí que hablara del plátano, aunque fuera canario, era algo del portavoz de agricultura. El Parlamento Europeo es más flexible y dinámico: por cada grupo interviene una polifonía de voces, y existen mecanismos para improvisar intervenciones. Pero, además, el protagonismo del parlamentario tiene como gran punto de apoyo el procedimiento legislativo, donde puede ser designado ponente, que es el que conduce ese procedimiento y establece la estrategia para sumar una mayoría con la que aprobarlo”.

-Una de las asignaturas pendientes de la Unión es una política migratoria común, ¿en qué situación estamos ahora?
“Durante mi mandato como presidente de la Comisión de Libertades, Justicia e Interior del Parlamento Europeo, se ha aprobado el Migration Package y el Asylum package. Pero en tres años de existencia han mostrado dos flancos débiles: una, la inequidad en el reparto entre países de la responsabilidad de la gestión de las demandas de asilo y de la protección de los demandantes, donde España sale muy perjudicada porque es frontera exterior de la UE. Y dos, el incumplimiento grosero del derecho europeo. Nunca se había visto que un estado miembro condenado por el tribunal de justicia europeo por su falta de cumplimiento en materia migratoria y de asilo se manifestase en abierto desacato, como han hecho Polonia y Hungría. Esto es lo que ha inducido a Ursula Von der Layen y a la comisaria de Interior Ylva Johannson a comprometerse ante la Comisión con un New Migration and Asylum Pact, que todavía no es un acuerdo. Solo lo será cuando el Parlamento lo convierta en legislación. Pero la propuesta ha sido criticada porque no resuelve la insolidaridad de quienes se niegan a programas de realojamiento vinculante para aliviar la situación de aquellos países que estén saturados de llegadas irregulares en su frontera exterior. Y eso es un mandato del derecho europeo”.

-Varios europarlamentarios europeos visitaron el campamento del Muelle de Arguineguín, que ha proyectado una imagen deplorable de la UE…
“Yo también estuve allí. La realidad no debe ser edulcorada. Esa es una tentación que evito desde hace años. Lo que ha sucedido en Canarias es impactante. El repunte abrupto de migración irregular en la ruta atlántica estaba anunciado desde hace tiempo por el cierre en las rutas del Egeo y desde Libia. Hay que reforzar todos los elementos de la ecuación: el Plan África europeo, la diplomacia en los países de origen y tránsito o la necesidad de un salvamento en el mar que sea europeo. Hay que seguir mejorando Frontex, estamos preocupados por las acusaciones de que ha participado en devoluciones en caliente en la costa egea con Turquía. Y Frontex tiene que cumplir con los derechos fundamentales. Mientras la pandemia lo ha puesto más difícil que nunca, hemos exigido que se utilicen los fondos europeos de seguridad e interior y de asilo y migraciones para derivaciones a la Península. Y se ha hecho, con discreción, a trancas y barrancas, pero ha sido utilizado para derivar a un contingente importante de personas”.

-¿Cuánta gente ha sido derivada a la Península con esos fondos?
“No hay información exacta, pero sobre unos 2.000 de los 22.000 que llegaron en 2020. Es la primera vez que España pide y obtiene 43 millones de euros del Fondo de Contingencia de la U.E por emergencia migratoria”.

-Hay ONG que denuncian que la UE favorece una industria del control migratorio con empresas que ganan un pastizal con esta política de fronteras cerradas…
“Es una crítica fundada que yo comparto y he esgrimido varias veces en la tribuna del Parlamento europeo. Otra cosa distinta es que eso nos aboque a una visión conspirativa de la política europea en la que, supuestamente, el propósito es maligno. Esos excesos verbales no los practico ni los admito. Pero la UE lleva demasiado tiempo dominada por una visión negativa del hecho migratorio que se extiende a su compromiso con el asilo para las personas que huyen de la persecución o de la desesperación”.

-¿No mimetiza ese discurso el Ministerio de Interior cuando habla en clave de devoluciones en lugar de centrarse en una mirada más amplia?
“Yo creo que no es justa la brocha gorda de que el Ministerio mimetice prácticas de Gobiernos de opuesto signo político. El Gobierno de España es el que más recursos dispone para el salvamento de personas en la mar, un Gobierno que se preocupa por los derechos fundamentales de los migrantes”.

-Bueno, la asistencia jurídica a migrantes ha tenido muchas deficiencias. A los inmigrantes con medios para ir a la Península se les deja salir o no en función de criterios arbitrarios
“Es notorio que se han cometido errores, algunos asumidos públicamente por sus responsables directos, sea en la Delegación del Gobierno o en el Ministerio del Interior. Pero ante la situación de desbordamiento, con registros de llegadas de inmigrantes como los de octubre y noviembre, que fueron incluso mayores que los de esos meses en 2006 [el año con mayor número de llegadas en pateras a las islas, con 30.000 personas], la atención con respecto de los derechos que están implicados no puede ser ni perfecta ni satisfactoria siquiera. Y, por tanto, está muy expuesta a la crítica. Pero lo importante es saber el horizonte hacia el que tenemos que trabajar. Y pasa por la articulación de una respuesta europea que no esté dominada por una narrativa negativa y negacionista del hecho migratorio. Sobre todo, en sociedades tan envejecidas y tan necesitadas de reverdecimiento demográfico, del aporte laboral y contributivo de una población joven que llega deseando trabajar”.

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