Un sabio profesor que tuve en la Facultad de Filosofía recordaba con cierta frecuencia que “en la pregunta está el embrión de la respuesta”. O sea que sin preguntas, como es evidente, no hay respuestas. Y si a pesar de todo no nos preocupan ni siquiera las preguntas, entonces el marasmo intelectual que se instala a nuestro alrededor es denigrante y se convierte en pura bazofia mental conducente a la nada, al vacío total.
¿Sabe el nacionalismo canario que tránsito debe diseñarse para llegar al objetivo final? ¿Se sabe con contundencia argumental cuál es ese objetivo? Y el lenguaje, ¿por qué no tenemos un lenguaje común y por el contrario usamos códigos semánticos que nos diferencian como si fuera un tajo ideológico que se escapa de lo que es el nacionalismo? ¿Tenemos noticias de las trampas que nos acechan y si ponemos en práctica los recursos suficientes para eludirlas y sacarlas a la claridad de la evidencia? ¿Pensamos en nacionalista o somos nacionalistas según convenga a la situación de tal o cual? ¿Nos sentimos fuertes como los catalanes y vascos, por ejemplo, en sus exigencias y reivindicaciones o estamos en el melancólico recodo del verlas venir? Estando Canarias en una situación altamente comprometida y difícil por la geografía y la historia, donde el desempleo atosiga, el componente migratorio no tiene la solución adecuada y las exigencias territoriales marroquíes amenazan un día sí y otro también, ¿ por qué damos la sensación de no saber hacia donde vamos y que es lo que pretendemos, si es que pretendemos algo, con nuestros sonoros silencios?
Cuando usamos terminología nacionalista, ¿por qué eludimos conceptos definitorios e identitarios del nacionalismo, tales como independencia, nación, Estado? ¿No comprendemos que esto es el marco de un proceso que hay que iniciar, ya que en caso contrario jamás alcanzaremos ni el esplendor del nacionalismo y menos aun la consecución del objetivo? ¿Por qué no se sobrepasa el insularismo pertinaz que funciona como dique de contención para llegar a la construcción nacional canaria? ¿Por qué no rompemos las capillitas que han crecido en las diferentes islas? ¿Por qué no elevamos la cultura político-nacionalista canaria hasta el sitio que le corresponde si tenemos gente para ello y que piense en Canarias como un solo pueblo, sin retóricas ni eufemismos? ¿Por qué a Secundino Delgado se le ha hecho pasar de puntillas por la historia del nacionalismo canario? ¿Se imaginan qué pensarían los vascos si la figura de Sabino Arana se empalideciera por ignorancias establecidas? ¿Por qué continuamos con el egocentrismo de aquel y del otro y el de mas allá creyéndose mejor que nadie, que es el que más sabe y que es un perfecto estratega? ¿Ignoramos acaso que muchas estrategias que se han conformado a lo largo de la historia de Canarias, si bien algunas han dado fruto, otras han sido un desastre favoreciendo la implosión previa a una desintegración política-ideológica, a la cual estamos asistiendo si no corregimos actitudes y comportamientos? ¿Por qué no avanzamos en la construcción de la razón política del nacionalismo que hay que hacerlo ya porque mañana es tarde y dejarnos de monsergas escapistas como si se es o no un nacionalismo progresista, cuando el nacionalismo progresista es aquel que progresa hacia su objetivo final, cuál es la construcción de este pueblo como nación, lo de más son pamplinas? Preguntas pues que tendríamos que contestar o dejarlas sin respuesta, lo que motivará que el nacionalismo canario continúe desenfocado como testigo mudo de una historia mal contada mientras otros evolucionan con firmeza y decisión en todo aquello que concierne a sus territorios.