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La Justicia absuelve a Teddy Bautista tras 10 años de ‘pesadilla’ y aislamiento

El canario que presidió la Sociedad General de Autores y Editores, detenido durante tres días en 2011, queda libre de toda culpa por la Audiencia Nacional, que le restituye el honor y el prestigio profesional
Teddy Bautista fue presidente del Consejo de Dirección de la Sociedad General de Autores y Editores durante 16 años, hasta su renuncia en 2011
Teddy Bautista fue presidente del Consejo de Dirección de la Sociedad General de Autores y Editores durante 16 años, hasta su renuncia en 2011
Teddy Bautista fue presidente del Consejo de Dirección de la Sociedad General de Autores y Editores durante 16 años, hasta su renuncia en 2011

Año 2011. La piratería campaba a sus anchas. Los portales web ilegales para ver películas y series o descargar canciones gratuitamente estaban a la orden del día, y los artistas buscaban cómo rentabilizar sus creaciones ante la prevalencia de un consumo cultural que amenazaba los beneficios -y la supervivencia- de músicos, productores y cineastas. En aquel tiempo, ganaba terreno una economía mayormente sumergida, localizada en países donde la defensa de la propiedad intelectual era difusa, prácticamente inexistente, y se aprovechaba de la inmadurez legislativa existente en España sobre todo lo relacionado con el uso de Internet.

Entonces sobresalieron las políticas emprendidas desde la Sociedad General de Autores y Editores, la SGAE, en aras de velar por los artistas, estando una reconocida figura del gremio al frente, Eduardo Teddy Bautista. Nacido en Las Palmas de Gran Canaria, Bautista adquirió fama en las décadas de los 60 y 70 del siglo pasado como líder de Los Canarios, grupo de soul que experimentó con diferentes géneros musicales e innovó, siendo uno de los primeros conjuntos que introdujo el rock con metales en España. Más tarde, tras la disolución de la banda en 1974, se dedicaría durante 16 años a la producción musical, hasta recalar en la SGAE.

Su lucha implacable contra la piratería y la violación de derechos en todo tipo de espacios resonaba en Europa, granjeando una visibilidad que, no obstante, le salió muy cara. Coincidiendo con el último año de gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, se abrió el caso Saga; causa judicial en la que se le acusó de presunta desviación de fondos y se pedían para los nueves acusados penas de dos a 12 años de cárcel.

Sin embargo, tras 10 años de litigio en los juzgados y el aislamiento al que se vio sometido el artista y productor canario, la Audiencia Nacional dio a conocer ayer la absolución de Teddy Bautista y el resto de acusados. Según la Sección Segunda de la Sala Penal, las decisiones que se ponían en duda en el marco de la investigación “eran absolutamente imprescindibles para el funcionamiento de la SGAE, a fin de dar cumplimiento a sus fines sociales”. Una rotunda afirmación recogida en la sentencia, que concluye acreditando que los trabajos realizados “al día de hoy” siguen siendo útiles para la entidad, “tal y como han hecho constar los órganos directivos de la sociedad”, señalando que no se le ocasionó ningún perjuicio.

JAQUE MATE: LOS TENTÁCULOS DE LA POLÍTICA FRENTE A LA LEALTAD

la peripecia humana de Teddy Bautista equivale a 10 años de pandemia personal. Su drama no se ha limitado a un procedimiento judicial ordinario, sino, desde el primer momento, saltó a la luz como un escándalo que embarraría toda su carrera profesional en medio de acusaciones de alto calado, con petición de elevadas penas de prisión. En pocas palabras, el paisano se vio arrojado a las hogueras del infierno y expulsado del olimpo de los dioses de la cultura. Su absolución le resucita, es cierto, pero la magnitud del daño ocasionado a su persona y nombre no tendrá reparo jamás. Estaba y está llamado a merecer los mayores reconocimientos de su tierra y de su país por su contribución a la historia de la cultura, de la música y de la gestión de los derechos de autor. Pasó de papa de los artistas a ser una figura demonizada por la élite política y un sector de la cofradía acomodaticia de la cultura oficial. De pronto, perdió amigos que le debían mucho y que hoy estarán mirándose en el espejo, preguntándose la causa de su deserción. La lealtad de un conmilitón como la ejercida por el también canario Caco Senante engrandece el significado de la amistad. Pero ruboriza a buena parte de la música y la cultura de este país, que dudó de Teddy. La verdad le honra y la paciencia le dignifica. ¡Jaque mate!

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