en el camino de la historia

La vigencia del fascismo

Ordeno y mando. La fuerza no son los votos ni la razón está en el camino por donde se conducen estos votos. Con ellos se logra, muchas veces y por algunos, ser un dictador disfrazado de demócrata. Maquiavelo así se lo dijo a Montesquieu en Diálogos desde el infierno.

Aunque después de la segunda guerra mundial el nuevo orden parecía que iba a acabar con todos aquellos que querían dominar el mundo, no fue así. Todas esas guerras periféricas que azotan a la humanidad, que se han cobrado tantas victimas como la conflagración mundial, han sido impulsadas por el fascismo, por Gobiernos títeres al servicio del negocio o por la intervención de Gobiernos de alta alcurnia que bajo cuerda provocan muertes y luego se secan las lagrimas en el escenario de la comedia mas cicatera y cobarde.

Constituye el fascismo, ahora como antes, una nueva amenaza con sus millones de adeptos. Además, si la experiencia fascista fue fundamental para las revoluciones populares y para que tomaran presencia los nacionalismos incívicos y sanguinarios del siglo XX, ahora, y rompiendo la barrera del tiempo, tocan, una vez más, a la puerta de la historia.

Los biólogos, genetistas y psicólogos conductistas que entienden el comportamiento humano no dejan de tener bajo su objetivo y dominio científico de este fenómeno la ideología fascista, que es tan vieja como la vida misma y que bien sea en un tiempo u otro aparece, aunque camuflada en el lenguaje y en las actitudes. Lo cual es interesante, además de preocupante para no perder de vista por dónde ciertos Gobiernos caminan desde la torpeza disimulada en eso, en el ordeno y mando. O miran para otro lado cuando la violencia se tiñe y traduce en acopio y suma de voluntades políticas.

Cuando la indigencia, el paro galopante y la desesperación se disparan, y ante el fracaso de políticas sociales, lo que ponen en practica los Gobiernos son leyes o normas inconsecuentes que emulan la represión para contener la avalancha que se les viene encima, y la mentira usurpa el espacio de la cruda realidad, se pudiera estar en la antesala del fascismo, que siempre anda suelto y con ansias de que el poder lo asuma, lo ponga en rodaje para hacernos doblar las rodillas, y encima, se impregnan de perdonavidas.

Ahora, cuando la izquierda está en estado de divinidad, ausente, y la sociedad camina desmotivada, nos encontramos con el caldo de cultivo idóneo para que la razón se ahuyente y salga la represión en su lugar, y aparezca la confusión donde los linderos de la democracia se borran con actitudes y dictados inconsecuentes.
Los fascismos siguen, de ahí que no perderlos de vista es un buen ejercicio de reflexión, porque pueden estar no muy lejos, y el estar prevenidos supone, al menos, el inicio de su derrota .

De momento andan camuflados de falsos apóstoles que ni han leído a Ernesto Laclau, mentor de los podemitas, y menos los anarquistas lo han hecho con Dios y el Estado, de Bakunin, mientras unos y otros envuelven la palabra y la acción con comportamientos fascistas donde impera mas la dialéctica de los ñuños, de los adoquines que vuelan por los aires, de vallas y papeleras con el mismo fin, y de saqueos a ultranza, que la dialéctica de las palabras. Da la sensación como si el ancla incrustada en las páginas líquidas de una historia tenebrosa no se haya recogido jamás. Como si el ayer no se terminase nunca.

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