Fuentes del entorno de Tomás Antonio, el varón de 37 años que desapareció en la noche del pasado martes junto a sus dos hijas, de apenas seis y un año de edad, respectivamente, desvelaron ayer que pudo preparar una posible fuga, dado que se habría pertrechado con abundante ropa, además de retirar una importante cantidad de dinero que, al parecer, ronda los 70.000 euros.
Tales datos concuerdan con las imágenes grabadas dicha noche en la Marina del puerto de Santa Cruz de Tenerife, donde se ve solo a Tomás subiendo bultos a una embarcación de recreo con la que zarpó para retornar unas horas después y comprar en una estación de servicio cercana un cargador para su teléfono móvil y un paquete de tabaco, tal y como han explicado tanto las autoridades portuarias como un vigilante de las instalaciones y el empleado de dicha estación, para finalmente volver a hacerse a la mar.
Tanto la ropa como el dinero serían indicios propios de los preparativos de una fuga, pero las piezas siguen sin encajar plenamente y todas las hipótesis permanecen abiertas en este caso, que ha conmocionado a la opinión pública canaria en general y tinerfeña en particular, aunque su eco ya resuena a nivel estatal.
Cabe recordar que este varón recogió a las dos niñas, como estaba previsto, a las cinco de la tarde de dicho martes, pero no las entregó a su madre cuatro horas después, vulnerando así lo estipulado tras la separación de la pareja.
Tras zarpar definitivamente del puerto capitalino, Tomás se puso en contacto con la madre y con el abuelo paterno de las niñas (o sea, su propio padre) con mensajes lo suficientemente alarmantes como para que la Guardia Civil calificase estas desapariciones de alto riesgo.
A la tarde siguiente se detectó la embarcación de recreo utilizada por Tomás. Estaba a la deriva cerca de la costa del Puertito de Güímar y, lo que resultó más preocupante, vacía. Pero se produjeron dos hechos que pueden ser igualmente importantes para la investigación.
Por una parte, cerca de donde apareció dicha embarcación flotaba una silla infantil de las que se usan en los coches para la seguridad de los más pequeños. Ello alimenta la sospecha de que uno de los bultos que Tomás había subido a la misma era una sillita de estas características, si bien las imágenes no son del todo nítidas para confirmarlo, al menos en una primera revisión de las grabaciones.
Por otra, los especialistas en Policía Científica de la Guardia Civil que han inspeccionado esta embarcación dieron ayer con un rastro de sangre en el interior de la misma, pero hay que esperar a los correspondientes análisis para saber si es humana, si pertenece a Tomás o a alguna de las pequeñas o, simplemente, no guarda relación con unas desapariciones que tienen en vilo a media España.
Aunque el caso tiene prioridad absoluta, los investigadores apenas han tenido tiempo para recopilar datos suficientes como para empezar a descartar algunas de las principales hipótesis. Por eso, se trabaja en varios frentes, como son el rastreo del litoral entre Anaga y Fasnia en el peor de las respuestas posibles, pero también en el de hoteles y pensiones u otros lugares donde Tomás pudiera haber ocultado a las dos pequeñas. Incluso, tampoco se ha descartado la posibilidad, por rebuscada que parezca inicialmente, de que contase con un cómplice que le ayudase a escapar con sus hijas de la Isla en otra nave más apropiada para ello, como pudiera ser un velero.
Lo único cierto, en lo sustancial, es que el padre zarpó en la embarcación de recreo sin que las cámaras portuarias captasen la presencia de las niñas, y que esta lancha deportiva apareció unas 16 horas después vacía y a la deriva.
Como también es igualmente cierto que la Guardia Civil no cejará hasta dar con el paradero de las dos pequeñas, para lo cual no desatenderá ninguna de las posibles respuestas a las incógnitas que siguen sin despejarse sobre estas inquietantes desapariciones.