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No es por el oro: cuando la buena causa es la que nos guía

Cruz Roja organizó ayer en Santa Cruz un rastrillo solidario, en el que vendía productos a precio de ganga junto a boletos del Sorteo del Oro, que tendrá lugar mañana
Uno de los puestos del rastrillo instalado ayer en la sede de Cruz Roja | FRAN PALLERO

En la calle San Lucas de la capital tinerfeña, a escasos metros del templo masónico, ayer se vendían a precio de ganga zapatos, bolsos, ropa, complementos, decoración, electrodomésticos y hasta dispositivos electrónicos. Dichos productos no se ofrecían en una tienda al uso, se trataba de un rastrillo organizado por Cruz Roja con motivo del Sorteo del Oro, que tendrá lugar mañana; campaña en la que la ONG recauda fondos para financiar sus acciones en favor de los más vulnerables. Usuarios que, debido a la pandemia, no han hecho más que aumentar. Según cuentan desde la organización, el número de solicitantes de ayudas de alimentos, alquiler y suministros básicos como la luz y el agua no para de crecer. De hecho, en la Memoria Anual de 2020 se recoge que el área de Inclusión Social atendió a 238.216 personas en las Islas.

La iniciativa, para la que se colocaron hasta seis carpas en el patio de la sede provincial de Cruz Roja en Santa Cruz de Tenerife, contó con el aval de la Consejería de Sanidad, y, de igual manera, se dio cumplimiento a las medidas para evitar contagios de COVID-19. Así lo aseguró a DIARIO DE AVISOS el secretario de la entidad, Domingo Pérez, destacando el hecho de que “la compra de boletos para el Sorteo da acceso a comprar los productos”, los cuales proceden de donaciones que han realizado distintas empresas y colectivos desinteresadamente. El precio estimado de cada ítem, aproximadamente un 30% de su valor de mercado, por lo que, entre las 10 de la mañana y las siete de la tarde, fueron varias las personas que se acercaron a los puestos.

No obstante, el colofón final de la actividad, que no descartan volver a repetir el año que viene, fue la rifa de artículos que, por su elevado precio, bien merecían una larga espera. Así, a última hora, una vez cumplido el horario establecido, se revolvió la urna en la que figuraban los nombres y números de teléfono de distintos compradores que, adquiriendo un número del Sorteo del Oro, también se postulaban para hacerse con un robot aspirador o uno de cocina. Y se conocieron los agraciados.

UN AÑO DIFÍCIL

Para Domingo Pérez, el rastrillo supone una forma de “reinventarnos” ante los retos que ha traído consigo la irrupción del coronavirus para organizaciones como Cruz Roja. Las subvenciones procedentes de las administraciones públicas se han visto mermadas en el caso de algunos proyectos, y en ocasiones la captación de socios y empresas colaboradoras es compleja. Mucho más, en un contexto tan desfavorable, en el que la economía isleña se ha resentido, entre otras cosas, por el parón del que hasta la fecha había sido nuestro principal sustento: el turismo. Es por ello que, valiéndose de la solidaridad de los establecimientos comerciales que quisieron aportar su granito de arena, la ONG puso en marcha el mercadillo. Esta actividad, a efectos prácticos, constituye un extra para las arcas propias, y les facilita mantener una mínima estructura con la que seguir funcionando.

Y es que la crisis sanitaria viene aparejada de una crisis económica y social. Una coyuntura cuyo alcance está aún amortiguado por el denominado “escudo social”, que incluye medidas como los ERTE y exenciones fiscales para paliar las consecuencias de la disminución de ingresos de miles de familias en todo el país. Aparte, el aislamiento domiciliario de los primeros meses de 2020, unido a la fatiga pandémica, ha desembocado en la aparición de secuelas psicológicas, tal y como advirtió en el Parlamento regional la decana del Colegio de Psicología de Santa Cruz de Tenerife, Carmen Linares, aludiendo a que los más pequeños han llegado a desarrollar trastornos obsesivos compulsivos, por ejemplo, con el lavado de manos.

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