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“La ciencia es patrimonio de todos y nuestro reto es llegar a sectores amplios de la población”

Hablamos con Miguel Ángel González Expósito, presidente de la Fundación Canaria Orotava de Historia de la Ciencia (Fundoro)
Miguel Ángel González Expósito, presidente de Fundoro
Miguel Ángel González Expósito, presidente de Fundoro
Miguel Ángel González Expósito, presidente de Fundoro. Fran Pallero

Fue en 1991 cuando profesores de los IES Villalba Hervás y Rafael Arozarena, ambos ubicados en La Orotava, decidieron realizar un seminario sobre historia de la ciencia. El éxito de las ediciones posteriores derivó en una idea que se fue gestando poco a poco y que se terminó de consolidar ocho años después con la creación de la Fundación Canaria Orotava de Historia de la Ciencia (Fundoro), una institución dedicada a la promoción de los estudios, la didáctica y la divulgación de la Historia de la Ciencia, especialmente en aquellos aspectos vinculados con Canarias. Su sede está ubicada en el número 17 de la céntrica calle El Calvario y su actividad no ha parado de crecer en los últimos años. Sus responsables tienen por delante la consolidación de importantes proyectos, asegura su director, Miguel Ángel González Expósito. “Estamos empeñados en que nuestro trabajo llegue a la mayor cantidad de gente posible y por eso organizamos talleres, exposiciones, seminarios, congresos, simposios, es decir, nos diversificamos todo lo que podemos porque tenemos claro que tenemos que expandirnos”, sostiene.

-¿Cree que la institución llega a la sociedad o todavía es considerada por algunos como un poco elitista?
“Eso es lo que intentamos. Últimamente hemos comprobado que llegamos adonde antes no lo hacíamos, porque existía esa concepción de que la fundación era un tanto elitista, que estaba solamente diseñada para intelectuales. Hemos intentado pelear contra esa idea y esa sensación porque no es verdad, la ciencia es patrimonio de todos y nuestro reto es llegar a sectores amplios de la población. Y modestamente, creo que en los últimos años se han dado pasos en ese sentido. Ahora viene y nos llama gente que antes no lo hacía, y surgen actividades desde otros lugares, como los ayuntamientos, que nos tienen en cuenta para sus semanas culturales, o asociaciones de vecinos, que nos solicitan alguna exposición. Eso antes no ocurría. Es decir que no descuidamos nuestros orígenes pero estamos convencidos de que nuestro trabajo tiene que esparcirse, porque la Historia de la Ciencia es una disciplina que, incluso a gente que no está formada académicamente, le puede resultar familiar. Un ejemplo son los viajeros de los siglos XVIII y XIX, que venían a Canarias. Hay personas que siempre han oído hablar en su familia de los acompañantes de los expedicionarios al Teide y cuando ven una exposición y les hablas de este tema, siempre hay alguien de su familia que oyó algo al respecto”.

-¿Por qué se tardó tanto en llegar a este objetivo?
“Porque es difícil. En todas las instituciones hay un periodo de consolidación y a Fundoro le ha costado mucho porque es una entidad que depende de instituciones públicas y convencerlas de que la inversión que realizan aquí es rentable desde el punto de vista del beneficio que va a obtener la ciudadanía, es complicado”.

-Entiendo que cuando habla de Historia de la Ciencia se refiere a la ciencia en general, no a una disciplina específica…
“La virtud que tiene la Historia de la Ciencia es que es una materia interdisciplinar. A nuestras actividades asiste un público diverso, desde lingüistas, filósofos e historiadores, hasta químicos, matemáticos y biólogos, por citar algunos ejemplos. Es decir que no existe una especialización porque justamente lo que hace la Historia de la Ciencia es luchar contra eso, contra las barreras que separan o especializan a las personas que están en el mundo de las ideas. Por eso nuestro mensaje es que la Historia de la Ciencia debe de servir como nexo entre distintas materias, pero también entre diferentes sectores. En este sentido, hemos comprobado con agrado que la Fundación se ha convertido en un punto de encuentro entre el profesorado de enseñanza secundaria y el universitario y eso es difícil encontrar en otros ámbitos, porque funcionan de forma separada. Sin embargo, a través de proyectos que desarrollamos aquí, como la exposición Canarias otra Mirada, que se expuso en Madrid hasta el 28 de octubre, contamos con la colaboración de ambos”.
-¿La maqueta de los molinos de agua que se exhibe a la entrada de la sede de la Fundación, que acerca al ciudadano la historia viva de la Villa, tiene que ver con esa adaptación del discurso que busca la institución?

“Efectivamente, porque es un escenario que es familiar. Por la sede pasa gente que no sabe lo que es la Fundación pero se para y entra a ver la maqueta. Son vecinos del pueblo y conocen lo que hay. Ese era uno de los objetivos, hacer asequible diversos actos. Todo es informarse de las cosas que organizamos, porque a veces uno cree que son actividades que no interesan pero lo cree porque no las conoce. Ojo, no digo que todo lo que hagamos vaya a cautivar a todo el mundo, pero sí que puede haber algo que sin saberlo puede llegar a interesar y nuestra obligación es difundirlo para que esté a disposición de toda la ciudadanía”.

-¿De dónde obtiene los recursos Fundoro para poder organizar las actividades?
“Somos una entidad de interés público pero funcionamos a través de un patronato que es quien nos gobierna y que está formado por cuatro instituciones: Ayuntamiento de La Orotava, Cabildo de Tenerife, Universidad de La Laguna y Gobierno de Canarias y son las que de alguna manera nos controlan. Es decir que las actividades que proponemos las llevamos al patronato para ver si son aprobadas o no ya que los recursos con los que sacamos adelante los proyectos provienen de estas instituciones. La sede, por ejemplo, es propiedad del Ayuntamiento de La Orotava, que el año pasado nos cedió la planta baja y eso nos permitió expandirnos un poco más. Ahora estamos preparando allí una colección museográfica que tiene que ver con los viajeros que nos visitaron en los siglos XVIII y XIX. Y convivirá con la maqueta de los molinos porque queremos usarla como ‘gancho’ para la gente que está paseando por La Orotava entre a ver la exposición. Esta última pretende, en una serie de salas, sumergir a las personas que nos visiten en el contexto económico y social en el que se encontraban los viajeros cuando llegaron a Canarias. Habrá cartas marinas de la época, objetos antiguos y paneles. En noviembre se inaugurará la primera sala, que es una recreación del interior de un camarote de un galeón del siglo XVII y ahí vamos a representar la sala de cartografía y navegación. Posteriormente, iremos añadiendo otros módulos que mostrarán cómo eran la vulcanología y la geología cuando llegaron esos viajeros, la botánica y la zoología, el paisaje y la sociedad. Se trata de dar una idea general de lo que se encontraron los viajeros cuando nos visitaron. Y precisamente, el objetivo que nos llevó a llevar a Madrid la exposición Canarias otra mirada, era reforzar un poco cómo nos ven a los canarios desde fuera, que aquí no solo hay sol y playa sino también cultura y parte de ésta tiene que ver con lo que hicieron los viajeros de aquella época”.

-¿Se hace ciencia en Canarias?
“No la que desearíamos, pero sí se hace. Hay sectores, grupos de trabajo, que están realizando cosas muy interesantes, pero solamente nos acordamos de la ciencia cuando tenemos un problema muy complicado encima. Ahora, con la pandemia de la COVID-19, todo el mundo recurre a la ciencia para superar ésto y con el volcán de Cumbre Vieja sucede lo mismo. Hay desconocimiento en muchos ámbitos, en la geología, por ejemplo. Entre otros motivos, porque en los institutos de secundaria la enseñanza de esta materia se ha relegado complemente. Así, nos damos cuenta que la población ignora, por ejemplo, muchos aspectos del mecanismo volcánico aunque vivimos sobre volcanes. Se piensa que por cultura general hay que saber, por ejemplo, quien escribió El Quijote, pero no quienes fueron Newton o Einstein, que hicieron cosas tan fundamentales como puede ser la música de Beethoven. Ello se debe a que falta generar que la ciencia es parte de la cultura general y que los científicos no tenían que comunicar su trabajo. No solo tienen que hacerlo, sino además, hacerlo bien, aunque el tema sea complicado. ¿Cómo se puede pretender que la población intervenga en un debate sobre la utilización de las células madre si no sabe lo que es una célula?. Por eso nuestro objetivo es trasladar que la ciencia no es algo cerrado, estanco, sino que tiene conexiones y está al alcance de todos. A nosotros nos siguen llamando, o sea que el mensaje llega”.

-¿Son necesarias iniciativas como la Feria de la Ciencia para llegar a la sociedad?
“Son absolutamente fundamentales porque implican a la población y cuando tú das una oferta, hay más posibilidades de acceder a ella y conocerla. El Ayuntamiento de La Orotava viene promoviendo desde hace mucho tiempo actividades culturales que implican a la gente en el convencimiento de que también se puede ser felíz promoviendo cultura, porque da la sensación de que ello se relega para los ratos de ocio, viendo televisión o partidos de fútbol y es verdad. Pero también defendemos y estamos convencidos de que se puede llegar a situaciones agradables y de cierto placer a través de acontecimientos culturales”.

-¿La Fundación tiene marcado algún reto a futuro?
“Seguir llegando a toda la sociedad, porque no nos conformamos. A pesar de que creemos que se han dado pasos importantes en este sentido, todavía hay gente que no nos conoce. Nuestra idea no es que nos conozcan en Canarias, en nuestro contexto más cercano, sino en todos. Como director, me gustaría terminar mi andadura en el cargo con la colección museográfica terminada porque creo que dará más oportunidad a que la Fundación sea más conocida y venga más gente a descubrirnos. Es un proyecto ilusionante porque no hay en Canarias un museo dedicado específicamente a los viajeros y a las expediciones científicas y es un tema con el que Fundoro trabaja desde hace más de 20 años conectado con institutos muy prestigiosos de otros países, como el instituto Max Planck, de Alemania. Es complicado y difícil y queda mucha tarea por hacer”.

-¿Y hay fecha para tener listas todas las salas?
“Mi idea es que en el año 2024 la colección esté acabada. La primera sala está prácticamente lista a la espera de terminar la decoración, pero todavía faltan otras cuatro: la de vulcanología y geología, geología y botánica, paisaje y naturaleza y climatología y salud, porque en esa época Canarias comenzó a ser considerada como un destino idóneo para las personas que padecían determinadas enfermedades. Ya hay gente trabajando en cada uno de los espacios. Por ahora vamos bien y creo que lo conseguiremos. La idea es buscar los recursos para poner personal y que la sala esté abierta de forma permanente”.

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