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María, afectada por el Síndrome de Devic: “El día que pude mover un dedo en el hospital dije: ‘ya me como el mundo”

El Síndrome de Devic, que condenó de la noche a la mañana a María Élida Medina a una silla de ruedas, no ha podido con sus ganas de vivir y pintar: “El ser humano tiene más poder del que cree”, asegura a DIARIO DE AVISOS
María Élida: “El día que pude mover un dedo en el hospital dije: ‘ya me como el mundo”
María, afectada por el Síndrome de Devic. DA

María Élida Medina Montesinos nos saluda con una ternura especial que refrenda con su mirada y nos pide si podemos hacerle la entrevista cinco metros más allá de donde estamos, justo bajo un rayo de sol en uno de los costados del Espacio Cívico de San Isidro, en Granadilla de Abona, donde en poco más de una hora intervendrá en un foro dedicado a las enfermedades raras.

Tras colocar su silla de ruedas bajo el sol tibio mañanero, experimenta una sensación de bienestar que verbaliza: “Qué bien se está al solito”. Su vida hizo ‘crack’ el 1 de junio de 2013, con 44 años. Tres días antes comenzó a sufrir fuertes dolores de cuello, cada vez más intensos, hasta que no pudo más. “Fui al Servicio Canario de Salud y me pusieron un relajante muscular. Una hora después ya estaba paralítica”.

Acababa en ese momento una vida y empezaba otra. “De estar caminando y ser una mujer muy trabajadora que siempre echaba ‘palante’, pasé a ser una persona totalmente paralítica de cuello para abajo. No podía ni mover las manos”. En ese momento, se desató en su mente una tormenta de interrogantes. “Fue un shock, lo que más me preocupaba era mi niño de 6 años, que no lo podría cuidar, pero también me preguntaba qué va a ser de mí y quién me va a cuidar”.

Dos meses después, los neurólogos del Hospital Universitario de La Candelaria le diagnosticaron Síndrome de Devic, un trastorno del sistema nervioso central que afecta principalmente a los nervios del ojo y la médula espinal. “En ese momento pasas de estar en el mundo como cualquiera, luchando por vivir, a luchar por mantenerte viva; la supervivencia se convierte en tu gran reto”.

Pero María Élida, que se define como una persona creyente y positiva, no dejó de ver el vaso medio lleno frente al descomunal desafío que la vida le colocaba en su camino. “En ningún momento pensé que mi vida se había acabado ni mucho menos se me pasó por la cabeza el suicidio. Todos mis esfuerzos se centraron a partir de ese momento en buscar la manera de ser lo más independiente posible en función de cómo iba a evolucionar la enfermedad”.

Y ahí redescubrió una de sus grandes pasiones: la pintura. “El día que moví un dedo de mi mano izquierda en el hospital, me dije: ya me como el mundo”. Desde entonces – es diestra – cogía un lápiz y empezaba a colorear dibujos como una niña para coger práctica, hasta que empezó a mover la mano y el brazo. “Aprendí otra vez a escribir, a firmar, hasta que ya por fin me animé a coger el pincel”.

Confiesa que le “encanta” pintar y que plasmar figuras de colores al óleo sobre un lienzo se ha convertido en su gran terapia. “La mente es más poderosa de lo que uno cree”, recalca. Desde que cayó enferma ha pintado 22 obras. “Tengo cuadros de antes, pero yo separo las pinturas del antes y del después; los de ahora son muy coloridos, pero no sabría cómo definirlos”. Una obra suya ha sido elegida como cartel anunciador de la duodécima edición del foro sobre enfermedades raras organizado la semana pasada por el Ayuntamiento de Granadilla de Abona.

María Élida, natural de la isla de La Gomera, vecina de Granadilla, “aunque criada en el Puerto de la Cruz”, es un ejemplo de superación, un libro abierto en el que cada página es una lección de vida. Antes de despedirnos y de apartarnos de la cálida radiación de diciembre que calienta su silla de ruedas, nos regala su último mensaje dirigido a las personas que sufran una enfermedad, “rara o no”: “El ser humano tiene más poder del que cree. Tenemos la tendencia a ver el lado negativo de lo que nos pasa, en vez de utilizarlo como herramienta para luchar y avanzar. Dicen por ahí que lo que no mata te hace más fuerte. Y eso es lo que he hecho yo. Seguir luchando. No hay otro camino”.

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