tribuna

El osado encanto de José Carlos

La noticia atravesó la gélida y lluviosa tarde-noche, como si esta hubiera querido acentuar la fatalidad y el estupor. El fallecimiento de José Carlos Alberto Pérez-Andreu dejó estupefactos a quienes le conocíamos, al gremio periodístico. No podía ser, no puede ser. Aún a quienes sabíamos de sus quebrantos y de su inestabilidad, nos costaba asimilar la información. Vinieron a la mente tantas ocurrencias suyas, tantos afanes –porque era un emprendedor, desde luego, aunque luego no consolidara-, tantos sus amigos y allegados… que parecía imposible… a sus cincuenta y un años. Por las venas de José Carlos Alberto fluía sangre periodística, esa que propicia un olfato inconfundible para captar la noticia, para llegar al lugar donde se produce y hacer un directo desafiando, si fuera menester, los imponderables de la conexión. Ese era el osado encanto de José Carlos, el que se descolgaba en una rueda de prensa con una pregunta de las consideradas incómodas o el que expresaba un criterio en un programa de opinión tratando de profundizar en algún hecho noticioso. Lo suyo, su enamoramiento con el periodismo, era vocacional. Como le ocurre a quienes abrazan el oficio abiertamente, cometiendo los pecados de juventud que se purgan en la edad senecta –aún le quedaba tiempo para alcanzarla- y acreditando que siempre estaremos necesitados de quienes dan pasos de valientes para informar y para llevar la señal a los consumidores de información que saben bien de la diligencia y la prontitud de la radio. En la Cadena de Ondas Populares Españolas (COPE), han sabido de su dedicación, como también en Antena 3, Radio Club Tenerife y Radio Burgado. La radio era una inconfundible pasión, si bien ensayó el género de opinión en artículos publicados en la prensa de las islas. Su juventud y su aire vanguardista le acarrearon más de una divergencia, pero él perseveraba tratando de acercarse siempre a eso que no le gustaba emplear en sus intervenciones: el meollo de la cuestión. Parecía dotado para la polémica en todas esas controversias que aparecen en el universo mediático. Y tiraba de memoria cuando había que reciclar algunos asuntosJosé Carlos Alberto Pérez-Andreu vivió con intensidad este oficio, al que su padre, siendo rector de la Universidad de La Laguna, contribuyó a impulsar. Falleció apenas estrenado el año. Para desconcierto de cuantos le conocían y del gremio periodístico. Tenía un encanto osado y aún carente de madurez brindó un ejercicio prolijo. Le recordaremos siempre.

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