tribuna

Noche de Reyes

El rey emérito no viene y los tres magos lo harán en cabalgatas estáticas, igual que los paseos que hago a ninguna parte en la bicicleta que tengo en mi casa. Todas las carencias las resolvemos con la ficción de las no cosas, ese universo de la no realidad en el que estamos metidos, según el coreano Byung Chul Han. La cogobernanza ha decidido que la enseñanza, a pesar del crecimiento de la sexta ola, sea presencial, no así con los magos de Oriente, cuya consistencia ficticia no ha hecho sino aumentar un poco más de lo que ya lo era. Si en realidad no existen para qué estar arriesgando con algo que solo pertenece a una implantación cultural imaginaria. Estamos ante el fenómeno del intermitente. Dígame si funciona. Ahora sí, ahora no. Como en las normas antiCOVID. Si paseo al perro soy legal, si paseo al niño soy ilegal. Igual que en la Verbena de la Paloma. De un lado la cabeza, del otro el corazón. Este dice que sí, esta dice que no. ¿Cuál es el que más habla? Ninguno de los dos. ¡Ay don Ricardo de la Vega! Tiene razón don Sebastián, tiene muchísima razón. Esta noche de reyes se escuchan varias reivindicaciones: las feministas aluden al tango de Gardel para que al padre no se le vaya la mano y mate a su mujer por falsa y por canalla mientras contempla los zapatitos de los niños esperando los regalos; el diputado de Podemos, Serigne Mbayé, que tiene nombre de futbolista, dice que hay que eliminar a Baltasar de la terna real porque constituye una discriminación racista. O todos negros o todos blancos, pero eso de poner al de color en franca minoría no está nada bien. Podría ser compensado con algunos pajes, o pajas, que es como ahora se les llama para ser correctos con la inclusión. Garzón se ha ido a Londres a decir que la carne española es como el agua de Loeches, muy mala, muy perjudicial, todo por no dejar un solo día descansar al Falcon en su hangar. Menos mal que ante tantas contrariedades el panorama se presenta robusto, que es como ahora se llama a las cosas que van bien. La economía y el empleo se muestran con signos de robustez, y a mi me parece que esto se contradice con el empeño del ministro de consumo por mantenernos en línea, que hoy por hoy es el determinante más claro de la salud. Parece que en esto volvemos a lo de antes: Qué gordito está el niño, Dios lo guarde. Pues va a ser que no, que McDonald es malo y nos envenena poco a poco, igual que esos microchips que nos inoculan con las vacunas. Nunca he entendido qué hace un pulpo en un garaje, pero así me siento. Ni siquiera es surrealista, porque el surrealismo, quieras o no, obedece a una regla lógica de la expresión artística, pero un pulpo en un garaje es la imagen de la desubicación absoluta. Ya di por fin con el término: desubicados. Eso es lo que estamos, fuera de sitio, desprotegidos, expuestos a las bombas que caen de una y otra parte. Ahora Yolanda, ahora Sánchez, ahora Casado, ahora Abascal. ¿Y yo pa dónde, señorita Philips? Dicen que los reyes vienen de Oriente, pero en este caso el nuestro se marchó para allá. Unos dicen que huyó y otros que lo echaron, unos que está prófugo y otros que lo corrieron a gorrazos como a una raposa. En eso no nos ponemos de acuerdo porque es una manera de exhibir nuestra diversidad. Esta noche sus homólogos vendrán en un holograma que es como ahora se presenta la realidad, como se despide el año en Beijing o como se homenajea a Durruti en Barcelona. En octubre estuve viendo una exposición con una réplica de su tumba en el Palacio de la Virreina. Hace unos años había visitas guiadas todos los martes para ver la verdadera en el cementerio de Montjuic. Eran los tiempos en que Maragall era alcalde, pero él ya no se acuerda de eso ni de nada. Dijo lo del tres per cent y perdió la memoria. ¡Qué cosas se me ocurren en la víspera de reyes! Volvamos al 78 de dónde nunca debimos haber salido. Confieso que hay cierto aparente desorden en lo escrito. Está hecho con intención, para intentar reflejar el caos en el que estamos inmersos. Lo siento mucho. ¡Feliz Epifanía!

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