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Sanear, depurar y reutilizar, lo que les espera a las aguas negras de Tenerife

El Cabildo ha puesto en marcha la mayor red de depuradoras, con una gran inversión en el sur, en cuatro áreas muy afectadas por la contaminación: Valle de Güímar, Granadilla, Arona-San Miguel y Guía de Isora-Santiago del Teide

Nunca se sabrá con exactitud si fue a raíz de la denuncia interpuesta por Izquierda Unida y Sí se puede en el Valle de Güímar (2017) por la contaminación marina a consecuencia de los vertidos de aguas residuales e industriales, a través del emisario submarino del Polígono Industrial, y a consecuencia de ello llegara la multa de la Unión Europea, que aún está pagando el Gobierno de Canarias (600.000 euros cada seis meses), lo cierto es que, desde entonces, las distintas administraciones se han puesto las pilas y luchan contra reloj para cumplir la normativa europea sobre el saneamiento y depuración de las que de toda la vida hemos llamado aguas negras, esas que nadie ve, pero todo el mundo siente. Esas mismas que nunca han atendido nuestros políticos, porque entendían que aquello que no se ve, no da voto. Hoy, cuando todo el mundo habla de sostenibilidad y lucha contra el cambio climático, todo es bien diferente, o al menos debería serlo.

En este nuevo panorama destaca el impulso que desde el Cabildo se ha dado a lo que se denominan las tres ‘R’ del círculo del agua: reducir, reciclar y reutilizar. Un impulso que ha comenzado a ser una realidad en el sur de la Isla, con la construcción de cinco grandes infraestructuras para sanear, depurar y reutilizar las aguas residuales del Valle de Güímar (una de aguas urbanas comarcal y otra de aguas industriales en el Polígono), Granadilla de Abona, Arona Este-San Miguel y Santiago del Teide-Guía de Isora, gracias al mayor contrato jamás licitado por el Cabildo de Tenerife con la empresa estatal Acuaes: 170 millones de euros. Solo este año 2022, el Consejo Insular de Aguas (Ciatf) dispondrá de un presupuesto de 50 millones de euros.

En el Valle de Güímar, origen de la millonaria multa que seguimos pagando a la Unión Europea, ya se ha terminado la Edaru (Estación Depuradora de Aguas Urbanas) en el municipio de Arafo, en el mismo terreno donde hace 25 años el Gobierno de Canarias dejó morir, sin llegar a ponerla en funcionamiento, una depuradora comarcal. Entonces, es obvio, la depuración no estaba en la agenda de nuestros políticos. Todavía está en fase de pruebas hasta que puedan llegar a 7.000 metros cúbicos de agua al día, cuando hoy solo llegan 200. Para ello, hace falta completar las redes municipales de Güímar, Arafo y Candelaria, y solo en este municipio haría falta 20 millones de euros. Se trata no solo de eliminar los emisarios submarinos, sino también acabar con los pozos negros que siguen contaminando el subsuelo y para ello se necesita una amplia red de alcantarillado, de la que, sobre todo en Candelaria, adolecen las medianías. En este sentido, el consejero insular de Desarrollo Sostenible y Lucha Contra el Cambio Climático, Javier Rodríguez Medin, aclara que “la idea de Candelaria de hacer una depuradora en Barranco Hondo no es para el Consejo Insular de Aguas una prioridad, porque estamos centrados en infraestructuras comarcales, con capacidad por encima de los 1.750 metros cúbicos/día. Es una petición que podría ser atendida, pero no está priorizada”, afirmó.

El consejero reconoce que “es evidente que para que la depuradora comience a funcionar tiene que llegarle agua, y para eso necesitamos una red de saneamiento bien distribuida por los municipios que recoja todas esas aguas. Esta claro que son obras poco lustrosas, porque muchas veces se ha preferido abrir una Casa de la Juventud que un alcantarillado. Pero todos son conscientes ahora de que hay que cumplir con la directiva europea 271 y el Cabildo velará por ello”, remarcando que “no solo se tiene que implicar el Consejo Insular de Aguas, sino también otras administraciones, como Gobierno de Canarias para derivar fondos del FEDER con el fin de solucionar los problemas de saneamiento de la costa de Candelaria, y estamos haciendo y haremos lo mismo con Güímar, en el barrio de Fátima y con Arafo en TF-525, que permitirá acabar con otro problema histórico en esa zona: la falta de tratamiento de las aguas residuales. No puede ser que un territorio como el nuestro, que ambiciona ser sostenible, tenga estos niveles de contaminación. Es totalmente inasumible que esta comarca esté soportando esta situación de vertidos, por eso el Cabildo ha puesto todo el dinero necesario para acabar con esta situación deshonrosa, cuando estamos liderando el ranking de incumplidores, siendo Canarias la región de Europa con más sanciones que acumula por no tratar de forma conveniente nuestras aguas”.

“Hemos llevado a cabo inversiones muy potentes; sin caer en la grandilocuencia, se está invirtiendo en Tenerife como nunca antes se ha hecho, con los 20 millones de euros en las dos depuradoras del Valle de Güímar, 30 millones para la de Granadilla de Abona, otros 27 para Santiago del Teide-Guía de Isora y la mayor inversión en Arona y San Miguel, con 80 millones de euros de los 170 del convenio con Acuaes”. Todas esas obras ya están en fase de pruebas o construyéndose. En el caso de la gran depuradora de San Isidro, en Granadilla, el movimiento de tierra, como pasó con la famosa rotonda de Oroteanda, está pendiente del informe faunístico, con el traslado de todas las especies que tienen algún tipo de protección, como el escarabajo. “Todas estas depuradoras, con sus respectivos colectores y bombeos, -comenta Rodríguez Medina- acabarán con “el problema crónico del cierre de playas por contaminación y servirán para la economía circular con el aprovechamiento del agua regenerada para el sector primario. No estamos hablando de compromisos, sino de realidades”, remarca el consejero.

Estas depuradoras servirán para regenerar el agua para uso agrícola, acabando con los vertidos a través de los emisarios submarinos, mientras que para el agua de consumo humano se impulsarán las desaladoras. En concreto, Rodríguez habla de las áreas estresadas que necesitan de desaladoras, como el Valle de Güímar, donde se sustituirá una desaladora portátil de 1.000 metros cúbicos por otra de 10.000, y otra en la costa de La Laguna.

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