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Sudán: el tinerfeño Isidro González llega a un destino “creativo” en un momento convulso

El hasta ahora secretario general adjunto de la Unión por el Mediterráneo asume su primera jefatura en una Embajada, lo que supone un ascenso en la carrera diplomática
El tinerfeño Isidro González llega a un destino “creativo” en un momento convulso. DA
El tinerfeño Isidro González llega a un destino “creativo” en un momento convulso. DA

Al flamante embajador de España en Sudán le ha caído una gota gorda. El tinerfeño Isidro González Afonso afronta un reto de dimensión histórica en un país sumido en el caos. En el otro extremo de África, en el lado noreste, coincidirá con la paisana Miriam Álvarez de la Rosa, que desempeña esa misma función en la República Islámica de Mauritania y que ha ejercido de subdirectora de la Escuela Diplomática. Como secretario general adjunto de la Unión por el Mediterráneo (UpM), desde agosto de 2019, González Afonso ha trabajado en paralelo al grancanario Miguel Ángel Fernández-Palacios Martínez, representante permanente ante la OTAN y que también ha sido embajador en la República Democrática del Congo y en Etiopía con concurrencia en las Seychelles y Yibuti. En Jartum sustituye a Alberto José Ucelay Urech, actual director general para el Magreb, Mediterráneo y Oriente Próximo. Desde allí, con otras tantas acreditaciones, cubrirá Sudán del Sur y Eritrea.


Colindante con la extensa región donde el mar Rojo desagua en el océano Índico, en la parte meridional del golfo de Adén -frente a la península Arábiga-, Isidro González no siente que lo hayan mandado al cuerno.

“No me voy a aburrir”, comenta en declaraciones al DIARIO. “Es un país casi cuatro veces mayor que España y unos 43 millones de habitantes, poco menos que nuestro país. Era hasta 2011 el más grande de África, hasta que se desgajó Sudán del Sur, el más joven del mundo”. La que será su primera misión al frente de una Embajada, un ascenso en la carrera diplomática -en la que ingresó en 2002-, no le huele -a pesar de las circunstancias- a cornamenta quemada, sino a un destino interesante, creativo, a un mundo por descubrir: “Es una nación muy antigua. De ahí vienen la civilización nubia y algunas faraónicas. Hay más pirámides y de mayor antigüedad que en Egipto, del que se independizó en 1956”.


Cruzado por el río Nilo, Sudán padeció 17 años de guerra civil (1955-1972). Las rencillas étnicas, religiosas y económicas entre el norte (de población árabe-musulmana) y el sur (animista, nilótica-cristiana y negra) desembocarían en una segunda conflagración (1983-2005). En 1989, Omar Hasán Ahmed al-Bashir perpetró un golpe de Estado y en 1993 se autoproclamó presidente. El Ejército lo derrocó el 11 de abril de 2019 con la promesa de “elecciones libres”, pero el 25 de octubre de 2021 disolvió el Consejo Soberano y arrestó al primer ministro. Abdalá Hamdok dimitió el 2 de enero. Las protestas contra el régimen militar no han cesado.


Isidro González fue nombrado embajador el 28 de diciembre a propuesta de José Manuel Albares. “Llegó antes de lo esperado”, reconoce, aunque no le pilló por sorpresa: “El ministro me lo había comunicado para que fuera preparando las maletas. Se hizo oficial una vez que se recibió el plácet. Es el procedimiento habitual”. Algo que echará de menos será asistir a los partidos del Tenerife, de fútbol, y del Canarias, de baloncesto, en los desplazamientos de estos equipos cerca de donde se encontraba él: “Mis tres hijos y yo somos muy aficionados”.


Licenciado en Derecho y en Ciencias Políticas y Sociología, participó en el Programa de Negociaciones para Conflictos del Negotiations Strategy Institute, vinculado a la Universidad de Harvard, cuando estaba en Jerusalén de cónsul: “Con presencia de palestinos e israelíes. Para solucionar cualquier confrontación deberías utilizar la empatía, que las personas se conozcan, que se humanice la disputa”. Además de asumir la representación permanente ante la OSCE, en Viena, y las labores de número dos en la legación en Chipre, ha sido consejero de la Embajada en Marruecos. “Sudán se está acercando a Israel y a la órbita occidental”, apunta a propósito de la escenificación de unas relaciones -entre Rabat y Tel Aviv- que duran medio siglo. Antes de tomar posesión del encargo, ha estado en contacto con Casa África (Las Palmas de Gran Canaria) y Casa Árabe (Madrid y Córdoba): “Sudán combina los dos componentes. Son fuentes de información importantes y me pongo a sus servicios”.


Llega con el propósito firme de estrechar lazos: “España pertenece al Grupo de Amigos de Sudán, en el seno de la Unión Europea. Voy a un territorio estratégico, con muchos recursos naturales”. Desde la “humildad” y la profesionalidad, procurará “seguir el camino que se ha trazado”. Sin intención de meterse en política, constata que la imagen exterior de España “es mejor” de lo que se cree: “Un país valorado y apreciado. Me afanaré en estar a la altura”.

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