Yo lo guardo todo, pero lo que no me gusta es buscar las cosas. Ahora estoy recopilando fotos y veo que tengo verdaderos tesoros sentimentales. Un montón de álbumes con un montón de personas que ya no están y otras que siguen ahí. Hoy disponemos de un sistema muy bueno, que utilizan mis hijas en los cruceros. Mandan un montón de fotos a un lugar que yo ignoro, las que han seleccionado de las vacaciones, y les devuelven unos álbumes ya confeccionados, muy bonitos. Después viene la discusión sobre quién aparece más veces en el álbum, pero esta es otra historia. El móvil ha acabado con las cámaras fotográficas, porque a los móviles se les pueden instalar todo tipo de elementos para convertirlos en cámaras. Yo creo que las grandes marcas, Nikon, Canon, deberían dedicarse a fabricar movicámaras y dejarse de cuentos. Les doy la idea gratis. Un móvil con un montón de accesorios: teleobjetivos, grandes angulares, zooms, etcétera y se acabó el problema. Pero nada más bonito que las fotos del pasado, en color pálido o en blanco y negro, porque estas son las que le dan entidad a los recuerdos. Tengo delante de mí un baúl lleno de ellas y ando haciendo una selección. Y en vez de estar viendo telediarios donde la izquierda destroza a la derecha y la derecha se defiende como puede, pues busco fotos del pasado y refresco mis recuerdos. Así mantengo el cerebro en funcionamiento y no me echo en el sillón. Lo bueno que tiene no salir mucho de casa es que eres dueño de tu voluntad, si encuentras un día en que no te den mucho el coñazo. Pues en eso ando, así que ya les contaré si encuentro algo interesante, que no pierdo la esperanza. Porque el tiempo cambia las cosas de sitio y pone y quita imágenes a su antojo. Y eso.