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La carta

La famosa carta enviada por Pedro Sánchez al rey Mohamed de Marruecos contiene pavorosas faltas de sintaxis y alguna de ortografía. Lo que nos faltaba, que Sánchez quisiera no sólo cambiar los designios del Sahara sino también hacer una incursión chimba en la filología en general y en la ortografía y la sintaxis en concreto. Además, ciertos medios de comunicación españoles -y, por tanto, intencionadamente desinformados- se han afanado estos días por meter a Canarias en el paquete de Ceuta y Melilla. Cuidado. Canarias es un archipiélago español y su territorialidad no se cuestiona. Ni su historia. Antes, la independencia. España debería hacer caso a los reiterados informes del CNI al Gobierno, que hablan de una especie de “invasión silenciosa” de Marruecos, sobre todo en las islas de Fuerteventura y Lanzarote. Hasta el momento, el Gobierno de Sánchez ha hecho oídos sordos a estas alertas. Ha sido listo Víctor Torres, presidente socialista del Gobierno de Canarias, cuando habla de que todo lo que se haga en el antiguo Sahara español debería ser consensuado también con el Polisario. Y no me ha sorprendido ni la reacción de Zapatero, que es muy cortito, como también lo es Sánchez, ni la de Felipe González, que no es nada cortito, pero sí tiene o tenía una casita en la playa de Jbila, cerca de Tánger. Felipe tendría que ser el último que opinara a favor de Marruecos, porque se le ve el plumero. Espero, como canario y español, que los sociatas no me vendan, porque eso de meter a Canarias cuando se habla de las relaciones con Marruecos es una sandez. Yo no me fío de mi Gobierno y, la verdad, me parece triste que una mayoría de españoles empiecen a tener la misma sensación. No confunda el godo empoderado los designios territoriales de Canarias, unas islas que en tiempos no tan lejanos, sintiéndose abandonadas por España, pudieron dar un giro político con muchos menos motivos que los de ahora. Sánchez, no te equivoques.

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