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No, no se llama Antonio

Recuerdan cuando el entonces ministro de Defensa Federico Trillo lanzó un rotundo ¡Viva Honduras! en El Salvador, de gira el pollo por Centroamérica? Pues bueno, esto es lo que le ha ocurrido a Mario Draghi, presidente del Consejo de Ministros de Italia, que llamó Antonio a un atribulado Pedro Sánchez, a quien cada día se le va Europa de las manos. Pero, no se apuren: él insiste, porque contumacia no le falta. España, a la cola de casi todo, no dispone de gobernantes que suenen en el extranjero. Por eso Bush el chico llamó Ánsar a su amigo Aznar, durante la reunión de las Azores o así; y por eso tuvo que correr tanto por aquel pasillo el propio Pedro Sánchez, ante un atontado Joe Biden, que caminaba pensando en las musarañas mientras el otro le colocaba un rollo sobre sabe Dios qué cosa. Cuando Zapatero dejó de ser presidente nadie daba un duro por sus conferencias y por eso se hizo chavista, para recaudar, porque su andanza internacional acabó en la Ópera de N.Y. con Obama, sus mujeres y las dos niñas góticas. Hasta ahí llegó el legado de ZP fuera de nuestras fronteras. Ahora lo ejerce en español, zanganeando y recaudando por América Latina. Jugamos en Segunda B y no hay forma de que un español triunfe en el mundo desde Picasso, Pau Casals y Javier Solana. Borrell es un suplente. Hay que decir, en honor a Sánchez, que junto a él estaba Antonio Costa, jefe del Gobierno portugués, y a lo mejor Draghi se había dirigido a él. Pero esta no es excusa porque entonces Draghi le agradeció las palabras a Antonio el verdadero y a Pedro no. O sea que a peor la mejoría. Yo creo que se trata sólo de una mala nube, como diría el recordado e inmortal Gilberto el Orejas, pero, coño, estamos teniendo mala suerte. A ver si llegan tiempos mejores.

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