Si vis pacem, para bellum. Los romanos lo tenían claro: “Si quieres la paz, prepara la guerra”. Han pasado 17 siglos desde que el escritor romano de temas militares Vegecio escribiera dicho lema, falsamente atribuido a Julio César y que figura en zona destacada de la Academia Militar de Zaragoza, donde se forman los oficiales del Ejército español. Ayer, el dictador ruso, Vladímir Putin, condujo a Occidente hacia ese oscuro y temible callejón que implica apostar por la guerra como único camino para la paz.
Aunque no se tenían muchas esperanzas, el cara a cara entre los ministros de Exteriores de ambos contendientes auspiciado por Turquía resultó ser un fiasco, dada la intransigencia rusa, que en la práctica solo está dispuesto a negociar una rendición pese al afán de Kiev por pactar algún alivio para su población civil. El presidente francés, Emmanuel Macron, reconoció tras una conversación telefónica con Putin y su colega alemán, Olaf Scholz, que “las condiciones puestas sobre la mesa [por Rusia] no son aceptables para nadie”, al tiempo que preguntó si el ruso estará dispuesto en algún momento a “comprometerse de nuevo, de manera honesta”, en unas negociaciones para buscar una solución.
El bombardeo de una maternidad en la asediada Mariúpol simboliza tanto la tenacidad del castigo ruso como lo resistente que ha resultado ser el Ejército ucraniano a la hora de ralentizar la invasión. El alcalde de dicha ciudad, Vadym Boychenko, cifra en más de 1.200 los civiles fallecidos durante la semana y media de un cruel asedio que la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, pide investigar a Rusia por lo que entiende como “crímenes de guerra. Sin duda, debe haber una investigación y todos debemos vigilar”, añadió Harris, quien señaló que la ONU ya ha iniciado un proceso de revisión de las denuncias. “No tengo dudas de que los ojos del mundo están puestos en esta guerra y lo que ha hecho Rusia en términos de esta agresión y estas atrocidades”. Aunque los bombardeos continuaron ayer en Járkov, Kiev, Jersón y otras plazas ucranianas, los 200.000 civiles atrapados en Mariúpol hacen temer lo peor si no se les permite escapar de los combates.
Consumado el adiós de Rusia al Consejo de Europa (otro paso de un aislamiento internacional de Moscú nada aconsejable), la OTAN sigue caminando sobre el alambre para evitar una guerra mundial y finalmente ha desestimado el envío de cazas a Ucrania desde Polonia. Mientras, el presidente español, Pedro Sánchez, se ofrece a Europa para garantizar su independencia energética con el suministro de gas procedente de Argelia. Por su parte, Washington explora en Caracas si Venezuela valora cambiar petróleo por mejores relaciones.