el charco hondo

El infierno

Las descripciones de Dante nos sitúan en un infierno compuesto por nueve círculos concéntricos, espacios que van achicándose, enterrándose hasta alcanzar el mismísimo estómago del planeta, de tal forma que cada uno de esos círculos acoge a los condenados en función del pecado cometido. El infierno es diverso e infinitamente más trágico (y tétrico, en las representaciones medievales) de lo que cuentan quienes lo han recreado en la modernidad. Es un gran horno con llamas que lejos de ofrecer luz brindan una oscuridad visible -según lo intuyó John Milton-. Las formas de entenderlo varían según las épocas, y las circunstancias. Hay quienes creemos que el infierno son los otros o, siendo precisos, algunos pensamos que el infierno está en el comportamiento de quienes, peleados con los sentimientos, vacíos, malherida su sensibilidad y disuelto el cordón umbilical que los unía a la humanidad más elemental, incapaces de diferenciar el bien del mal, inmunes al dolor ajeno, promueven o protagonizan hechos repudiables, repugnantes. Quienes participan por activa o pasiva en actividades que los deshumanizan, y radiografían, y describen, tienen un hueco en alguno de los círculos que describía Dante; y, caso de no existir el infierno, al menos que la sociedad y la Justicia los pongan en su sitio. Los desalmados que organizan y asisten a peleas ilegales de perros, quienes los maltratan o cosas peores, escenas tan estremecedoras que no dejan escribirse, merecen un sinfín de respuestas pero ninguna de ellas puede ser la impunidad. Hacer daño, atormentar, abusar, robar o utilizar a los animales con crueldad, causándoles dolor o aterrorizándolos, con o sin afán de lucro, exige lecciones contundentes, y firmes. De enero a esta parte, una vez modificados el Código Civil, la Ley Hipotecaria y la Ley de Enjuiciamiento Civil, los animales son considerados en este país seres sintientes, lo que, sobre el papel, significa que no podrán ser maltratados, abandonados, hipotecados o embargados, quedando pendientes los siguientes pasos, entre otros la prohibición de sacrificar animales sin causa justificada, el veto al uso de fauna salvaje en los circos o el fin de la venta de mascotas en las tiendas, así como una futura reforma del Código Penal que se aprovechará para endurecer las penas por maltrato animal. Sin embargo, de enero a esta parte supimos y dejamos de saber sobre los cachorros del experimento avalado por la Universidad de Barcelona o, más cerca, han aflorando pronunciamientos judiciales desconcertantes. A veces, como en este caso, todo cambia y pasa sin que realmente algo cambie o pase en los infiernos con los que convivimos.

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