Cuando los verdes eran perros verdes, gente a la que se miraba de reojo por su extraña e incomprendida preocupación por el deterioro del planeta, la política, la empresa o las grandes corporaciones apenas dedicaban discursos o recursos al verde, o al azul, a modelos económicos más sostenibles, menos agresivos; lo azul, o verde, asomaba de forma solo testimonial porque los planes estratégicos estaban con otros colores o urgencias. Años atrás, los verdes eran los raros, excéntricos que alarmaban sin necesidad ni justificación suficiente, perros verdes. Ahora es diferente porque el tiempo, y el clima, los ha ido llenado de razones. De ahí que, con aquella inquietud ya extendida poblacional y generacionalmente, resulte difícil dar con un partido o compañía que no coloque en lo alto de su agenda de compromisos y acciones la oportunidad de avanzar hacia modelos económicos eficientes, limpios y sostenibles; responsables, en definitiva. Y también de ahí que, ahora que los perros verdes han dejado de serlo, tenga muchísimo sentido que una periodista como Laura Afonso ponga sobre la mesa Verde Azul Amarillo, un paso más para quien, como ella, siempre tuvo, y tiene, inquietudes medioambientales, preguntas, respuestas, ganas de poner su grano de arena en la difusión de recetas que mejoren nuestra convivencia con el planeta que pisamos, y respiramos. La guía que ha elaborado, tan sencilla como útil y digerible, persigue incorporar al siglo XXI -inaplazablemente verde, y azul- a aquellos que mantienen su día a día, sus hábitos, en el siglo anterior. Laura, periodista de Canarias Radio y directora de Hora Cero, arrima el hombro animando a implicarse en el plano individual, propone ingredientes con los que cualquiera puede cocinar soluciones que amortigüen y ralenticen las cicatrices que está abriéndonos la crisis climática. Con un mal disimulado afán pedagógico, ordena e incorpora a su recetario datos e informaciones que ayuden a dimensionar una problemática que requiere no solo el concurso de gobiernos o corporaciones sino de cualquiera, sea colectiva o individualmente. Propone que pensemos verde, hagamos azul y nos impliquemos en amarillo, convencernos de que no sobra una sola mano en el objetivo de ir girando las cosas, mejorándolas. Conocí a Laura hace cada vez más años, compartiendo horas de radio, y ya entonces buscaba cualquier excusa para pintar los titulares de verde, azul o amarillo. De alguna manera, su guía ha ido cogiendo forma desde Laura que desembarcó en el periodismo, aquellos años en los que los verdes eran perros verdes hasta que dejaron de serlo.
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