Qué diferencia tan enorme en la derrota entre Jesé Rodríguez y Jonathan Viera, tras la indiscutible victoria de ayer del CD Tenerife sobre la UD Las Palmas en un duelo en el que no solo se dirimía pasar a la gran final para seguir aspirando al ascenso a Primera División, sino también la supremacía del fútbol isleño.
Viera ha demostrado su sentido común a la vuelta de esta eliminatoria, sin que el amor a sus colores sea incompatible con el espíritu deportivo. La reacción de Jesé afeando a quienes le derrotaron en buena lid sobre el terreno de juego no empaña la de su capitán, que admitió la justa derrota como hacen los deportistas de verdad. Pero ayer Canarias no disputaba un derbi de individualidades, sino un partido determinante para el mayor brillo del fútbol canario: estar en la Primera División, el gran escaparate del deporte más seguido en este país.
Viera, indiscutible líder de la UD, alentó a los suyos poniendo como ejemplo el formidable respaldo de la afición del CD Tenerife y que tanto ayudó a los birrias a la hora de acudir a la definitva cita en Siete Palmas con la ventaja inherente al gol que marcó el defensa tinerfeñista José León en el Heliodoro. Simbólicamente, los equipos dieron lo más valioso de sí mismos para conseguir el trofeo de la cita histórica. El Tenerife se impuso y, con ello, no cabe hacer lecturas más allá de lo deportivo, pues el fair play entre ambos clubes ha de mantenerse, del mismo modo que el fútbol canario sale beneficiado y las Islas retornan a la normalidad tras dos años en que los estadios llegaron a estar vacíos.
A quien le quede duda de cuál es el mejor equipo de fútbol de Canarias, ahí está el incuestionable resultado de la eliminatoria entre los dos máximos representativos del balompié insular. Ya no queda duda alguna tampoco de que Luis Miguel Ramis, ahora como entrenador, ha sabido devolver al CD Tenerife la misma fiereza competitiva con que antaño se prestaba a defender cualquier córner que se lanzara sobre el arco blanquiazul.
Pero lo sucedido ya es historia, y es sumamente importante el hecho de que el equipo tinerfeño haya demostrado sobradamente que su centenario no es una fiesta baldía, sino una celebración en lo más alto. Hoy cabe felicitar al equipo y a la institución por el éxito de la campaña, en medio de las dificultades concernientes a una batalla por el ascenso, que siempre es el mayor de los objetivos del fútbol canario. El año que viene esperamos retornar a la mejor Liga del mundo -con permiso de la Premier- y ello solo es posible si se supera al vencedor del cruce entre el Eibar y el Girona.
Solo queda desear la mejor de las fortunas a los blanquiazules, porque en el peso de la gloria alcanzado ayer les va su presente y futuro. Y al equipo grancanario solo cabe desearle la mejor trayectoria en la próxima temporada para lograr el sueño de que dos equipos canarios militen en la Primera División del fútbol español. ¡Jaque mate!