viernes a la sombra

Una sociedad menos adormilada

El promotor y empresario turístico tinerfeño José Fernando Cabrera se quejó en la última sesión del colectivo profesional al que pertenece, Calínico, del papel demasiado pasivo de la sociedad civil a la hora de participar e impulsar en el desarrollo de los grandes proyectos y de las grandes cuestiones que la conciernen. Casi siempre fue así: ir a remolque generó incluso algunos complejos y alimentó estados de ánimo que se fueron contagiando. Cierto que cuando llegaba el Carnaval y otras causas de divertimento popular parecía que menguaba la pasividad y el empeño recuperaba aliento. Después de la pandemia así se ha confirmado. En su visión personal del futuro del turismo y de la isla, Cabrera cree que hay que tomarse en serio materias como la sostenibilidad y duda de la viabilidad de planes como el que se fragüa para Canarias para 2025 pues con razón advierte que “sin presupuesto, se convierte en papel mojado”. Lo peor es que sigue creciendo un cierto fantasma de inseguridad jurídica, por lo que se ahuyenta la inversión. Cabrera quiso acreditar con ejemplos de mayor o menor actualidad que podrían tener un impulso de otra modulación. Cita el caos de las carreteras tinerfeñas, la fragilidad del sistema eléctrico y el elevado precio del agua. Entiende que el futuro puerto de Fonsalía es una auténtica necesidad –a la vuelta, desde la autopista vimos el cemento desnudo del puerto de Granadilla, flotando sobre el Atlántico como una infraestructura fantasmagórica e inservible: algo habrá que explicar– y que el tren al sur es imprescindible. Tras preguntarse por qué no se terminan los hospitales, alude a las residencias de mayores como expresiones claras de pasividad ante el progresivo envejecimiento de la sociedad insular y la consecuente dependencia. Planteó el que, en teoría, debe ser uno de los grandes debates a corto y medio plazo: la utilización del gas para sustituir al fuel oil, mucho más contaminante. Y como telón de fondo, la gran contradicción: ¿por qué se propugna las energías renovables y luego se ponen trabas o dificultades a su instalación?, se preguntó José Fernando Cabrera. Es incrédulo o escéptico con los Fondos Next Generation (Unión Europea), “una oportunidad que nos tememos se va a perder”. Ya se palpa: hay carencia de planificación adecuada que consigne las actuaciones precisas y adecuadas, sin duplicidades ni inutilidades. Su denuncia estriba en que a lo largo de los últimos veinticinco años, en el sur tinerfeño no se ha hecho nada “salvo la construcción del invisible Magma” (y el aludido puerto de Granadilla, añadimos nosotros). En el norte, aunque aparentemente se haya invertido más, se debe a la actuación del Consorcio Urbanístico de Rehabilitación Turística cuya creación y puesta en marcha atribuyó a la patronal hotelera, Ashotel. Fue valiente José Fernando Cabrera al sugerir que es necesario resolver la financiación de las grandes patronales. “Si no queremos que dependan de la Administración, tenemos que sostenerlas los empresarios”, llegó a vaticinar. Cree que las posibilidades de relanzamiento de destinos como Puerto de la Cruz, Los Gigantes y Playa de La Arena son factibles, “pero dependerá de compromisos, público-privados, liderazgos y capacidad inversora”. Más pesimista con Ten Bel, cree que ya es hora de una intervención del Cabildo Insular. “Destruida la parte alojativa, hay que explorar la conversión en residencial, fórmula ideal para el programa vacacional”, señaló el empresario y promotor que es partidario de apoyar a instituciones y alcaldes que acrediten, con seriedad y pruebas, disponer de planes y proyectos viables y poco complejos.

La cuestión es si la sociedad civil va a estar menos pasiva o menos indolente o menos adormilada. Difícil, difícil.

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